Que pensamos y pretendemos los que estamos a favor de las dos vidas…
Dr. Fabián Romano
Presidente de la Federación de Asociaciones Médicas de Latino América -FAMCLAM-
Expresar una opinión personal basada sólo en la teoría, no es sinónimo de transmitir una verdad desde la experiencia sensible.
Es importante precisar que la naturaleza humana no se comporta de la misma manera cuando siente, padece y experimenta “en carne propia”, como cuando imagina; y mucho más cuando las situaciones llevan una carga y una tensión desagradable y disparadora de angustias.
Cuando los médicos hablamos de aborto queremos aportar una verdad fundamentada en la ciencia, y a la vez poner claridad frente al estado de confusión en relación a esta temática reinante en la sociedad.
Estamos convencidos que es absolutamente necesario atender la vida del ser humano gestante en cualquiera de sus etapas. Como también y no menos importante debemos cuidar, proteger y contener la vida de esa mujer que es madre y que se encuentra en un estado de duda, que la lleva a decidir en medio de momentos extremadamente difíciles.
Entendemos que sólo ella y muchas veces su entorno, pueden comprender la desgarradora situación que la ha llevado a vivir esa experiencia siempre traumática.
Por ello, el aporte concreto realizado desde la intención de ayuda de manera integral y genuina no debe significar un descrédito para quienes no la han padecido.
Creo prudente y a la vez necesario que quienes trabajamos a favor de la vida, debemos estar preparados y capacitados para lograr la empatía necesaria, con el objeto de ponernos “al lado y del lado” de aquellos que se encuentran en esta situación. De modo de ofrecer siempre una solución sólida y permanente a ese problema, y no conformarnos con una salida emergente, que sólo se ocupe de disminuir el miedo, la angustia y la soledad que encierra ese momento, y que a su vez, por tratarse de un tema de vida y de muerte contribuye a ser disparador de muchos otros problemas que no se terminan de abortar nunca en la vida de quien lo padece.
Frente a cualquier intensión de aborto, el tratamiento debe brindarse de forma holística, contemplando a toda la persona, a su entorno y a la sociedad.
Es preciso y necesario ofrecer soluciones verdaderas y programas superadores a esa propuesta particular y simplista que conduzca a matar un ser humano que vive dentro de otro, en cualquiera de las etapas de la vida intrauterina.
Porque una mujer es considerada un ser muy preciado, que merece toda atención y cuidado por parte de una sociedad madura, moderna e inteligente.
Y por otro lado es imperativo promover y establecer una educación integral, la cual juega un papel fundamental especialmente en los niños y jóvenes en edad escolar.
La población debe saber -ya que muchas veces no lo puede percibir como una condición natural- que la educación se construye en valores; se basa en el amor y en la responsabilidad, en el respeto por uno mismo y por el otro; se encuentra orientada a la felicidad y evita caer en cualquier reduccionismo temporal.
El placer constituye una necesidad fundamental en todo ser humano y forma parte de su vida de relación, pero éste no es el único fin al cual una persona debe atender y buscar. La felicidad encierra mucho más que la búsqueda del placer.
Es por ello que no podemos desconocer que un proceso educativo debe contemplar la existencia del sufrimiento y la frustración como elementos existentes, ya ellos además de ser parte de la vida también son elementos constitutivos de cuentos, novelas y películas infantiles, los cuales se encargan de recordar estas realidades.
Si educáramos a nuestros hijos bajo un manto de placer y felicidad en ausencia de una existencia verdadera de dolor o de muerte, estaríamos negando una realidad y equivocando el camino.
Puede que la verdad termine siendo cruel, pero los adultos sabemos que hay distintos modos de transmitirla, aplicado en cada caso las estrategias necesarias que permitan el entendimiento, sin que conduzcan al desasosiego de las personas; máxime cuando se trate de aquellas que no podrían manejar estas situaciones afectivas que exigen cierto grado de madurez.
Educar en la esperanza, el respeto mutuo, el amor puro y la verdad, supera cualquier otra adversidad y además fortalecen la personalidad permitiendo afrontar las adversidades de la vida. Esta actitud no es propia de las culturas, ni siquiera de las religiones o creencias, sino connatural del ser humano.
Ninguna persona que haya sido educada bajo esta mirada podrá proponer salidas parciales que incluyan una muerte, porque desde su conciencia surgirán entonces sentimientos de búsqueda y necesidad de propuestas integrales y no temporales, aún cuando conlleven sacrificio y esfuerzo.
Un intelecto que busca el bien común junto a un corazón que no siembra el odio ni el rencor, nunca se orienta a la destrucción en cualquiera de sus formas o circunstancias