En México como en otros países del mundo se ha estado promoviendo el tema de la legalización de la marihuana. Sin embargo, es por demás evidente que los argumentos a los que acuden sus promotores son muy poco o más bien nada convincentes.
Definitivamente los argumentos a favor de la legalización de la marihuana parecen manifestar, por una parte una maliciosa “ingenuidad” y por otra una subestima de la opinión pública, al suponer que podemos considerar como válida cualquier cosa, incluyendo aquellas que contradicen el más elemental sentido común.
Pero por si fuera poco, al igual que en otros temas como el aborto, el matrimonio igualitario, la eutanasia, la manipulación de material humano y genético, etc., los promotores de la legalización de la marihuana, afirman dogmáticamente que el tema ya ha sido discutido en las diferentes instancias jurídicas, gubernamentales y de lo que hoy llaman “derechos humanos”, por “expertos”, como si las conclusiones de esas discusiones fueran infaliblemente incuestionables y verdaderas.
Tal vez tampoco se dan cuenta o no les importa quedar históricamente como los que pretendieron “prohibir” lo que ellos juzgan como “prohibicionismo”, cayendo en la contradicción en que han caído en la historia todos aquellos promotores de falsedades mediante el uso de la demagogia.
Aunque pueda parecer increíble, entre los argumentos que se han manifestado, al menos en México, se encuentran los siguientes:
- Suponer que el narcotráfico va a ser disminuido mediante la legalización del uso de la marihuana.
- Suponer que las libertades individuales, que según ellos consisten en que cada uno haga consigo mismo lo que le plazca, dependen de un principio o un derecho humano inalienable y absoluto, incluso por encima del bien objetivo de la persona y de la sociedad.
- Suponer que el ser humano, en lo que se refiere a la libertad principalmente en las etapas iniciales, puede ser suficientemente consciente y responsable para hacer un uso adecuado de esa libertad.
- Suponer el hecho de que otros productos como el azúcar hagan mucho daño y estén permitidos, puede compararse con el peligro que implica que una persona se conduzca y hasta labore en lugares públicos, transportes, etc., bajo el influjo de drogas como la marihuana.
- Suponer que los problemas de salud pública a los que pretender reducir el uso de la marihuana pueden desvincularse, sin más, del problema de la seguridad social, sobre todo si se trata de temas como la drogadicción.
- Suponer que la marihuana es como la panacea para el tratamiento de muchos padecimientos aún con el avance de tecnología biomédica en que nos encontramos.
- Suponer que con la legalización del uso de la marihuana, se puede desviar el gravísimo problema, arrastrado por décadas, de los reclusorios y supuestos centros de rehabilitación, así como de las autoridades corruptas.
- Suponer que trasladar el problema de la criminalidad, al problema de la salud pública va a resolver el problema del hacinamiento y trato inadecuado en los reclusorios, y no va a causar un gasto y un problema mucho mayor al no contar con los servicios de salud pública ni siquiera para cubrir las necesidades más elementales de la población.
- Suponer que la legalización de la marihuana va a resolver o a abatir el problema de las autoridades corruptas que extorsionan e incluso encarcelan a personas inocentes.
- Suponer que porque de hecho mucha gente se droga, miente, roba, aborta… podemos hacer lícito lo que va en contra de la verdad y del bien de la naturaleza humana idividual y social.
- Suponer que puede haber garantía de que los impuestos pagados por la comercialización legal de la marihuana no van a ser únicamente un botín que cambia de unas manos a otras.
Como podemos ver, con estos argumentos y otros que apelan a la autoridad de lo que ellos llaman “intelectuales” y “autoridades” civiles, pretenden convencer a la sociedad de que la legalización de la marihuana constituye un bien y hasta una panacea de solución a distintas problemáticas.
Pero a esto podemos cuestionar:
¿La legalización del uso de la marihuana, no será una medida tendenciosa y evasiva de otros problemas más urgentes y graves que aquejan a la sociedad? ¿No se darán cuenta de que pretender acabar con la delincuencia haciendo lícito lo que de suyo es ilícito es una verdadera aberración? Porque evidentemente con la legalización de un crimen, automáticamente dejan de ser considerados criminales los que lo realizan aboliendo los niveles estadísticos de la criminalidad.
¿Acaso el hecho de decidir convencionalmente o por consenso si algo es un crimen o no cambia la realidad?
Para terminar, me he percatado de que muchos de ellos no ven la distinción que hay entre legislar y legalizar o hacer lícito algo que por naturaleza es ilegal. Como si no fuera evidente que una legislación pueda ser y haya sido siempre prohibitiva o permisiva.
Y que quede claro, no es que sin más nos opongamos a una legislación ni a una regulación, sino que simplemente esos argumentos y esas leyes no nos parecen convincentes.
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