Dr. Ermanno Pavesi
Secretario General de la FIAMC
El problema de la droga muestra muchos aspectos. Por ejemplo la farmacología puede describir las caracteristicas de cada droga y su particular potencial adictivo y la psicología profunda quiere explicar los mecanismos involucrados en la conducta adictiva por la relación con la madre en la infancia. Voy a abordar el problema de las drogas desde una perspectiva particular, a saber, la de la encíclica Laudato si’ de papa Francisco. Se podría abordar la cuestión de una manera similar utilizando textos de la filosofía clásica e incluso filósofos modernos, ya que el enfoque teológico de la encíclica se corresponde con la filosofía y la metafísica clásicas.
Me parece que el tema de las drogas es oportuno para llamar la atención sobre una encíclica que despertó gran interés inmediatamente después su publicación, porque se la consideraba principalmente como una encíclica ecológica que representaría un cambio fundamental en la Iglesia Católica, casi su conversión a las cuestiones ambientales. Después de haber tomado nota de este hecho no parecía necesario profundizar más. Pero la encíclica sitúa la cuestión del medio ambiente en una visión del mundo y del hombre mucho más compleja.
La encíclica contrapone dos visiones diferentes del mundo y del hombre: por un lado, la visión cristiana, por el otro, el llamado paradigma tecnocrático.
La visión cristiana presupone la teología de la creación: la existencia de un Creador, una criatura hecha a su imagen y semejanza, y la restante creación. Y toda la creación corresponde al plan divino. La encíclica relaciona los problemas ambientales con el concepto de naturaleza interpretada como creación: «decir “creación” es más que decir naturaleza, porque tiene que ver con un proyecto del amor de Dios donde cada criatura tiene un valor y un significado» (n. 76). La encíclica rechaza las visiones del mundo que niegan la creación: «Así se nos indica que el mundo procedió de una decisión, no del caos o la casualidad, lo cual lo enaltece todavía más. Hay una opción libre expresada en la palabra creadora» (n. 77). Por su origen divino, en la naturaleza es inherente una estructura que el hombre debe reconocer y respectar. Es necesario, de hecho, reconocer «que Dios ha creado el mundo inscribiendo en él un orden y un dinamismo que el ser humano no tiene derecho a ignorar» (n. 221).
La visión cristiana corresponde a la de la filosofía clásica que ha reconocido en el orden de la naturaleza el proyecto de Dios, o de los dioses, por cada cosa. El filósofo griego Platón (ca. 427-347 a. C), por ejemplo, escribe en un diálogo: «Dicen los sabios, Calicles, que al cielo, a la tierra, a los dioses y a los hombres, los goviernan la conviviencia, la amistad, el buen orden, la moderación y la justicia y por esta razón, amigo, llaman a este conjunto “cosmos” (orden) y no desorden o desenfreno»[1].
Ya la cultura griega era consciente de la dificultad de reconocer el orden en la naturaleza. Una obra atribuida al médico griego Hipócrates (ca. 460-ca. 370 a. C) sustiene que «fueron los dioses a ordenar la naturaleza de todo»[2], pero el hombre no puede reconocer plenamente este orden. Para la encíclica esta dificultad depende de la ruptura de la armonía entre el hombre y la naturaleza y «Esta ruptura es el pecado» (n. 66).
El conocimiento de la realidad muestra diferentes niveles: cuando algo está frente a nosotros el sentido común unifica en una sola imagen las cualidades captadas por los sentidos externos; la imaginación compara esta imagen con las imágenes grabadas en la memoria, después la razón la elabora, lo que permite la identificación final de un objeto y también la abstracción de la imagen en una idea y su formulación con una palabra. En este proceso de abstracción “Existe también una tensión bipolar entre la idea y la realidad. La realidad simplemente es, la idea se elabora. Entre las dos se debe instaurar un diálogo constante, evitando que la idea termine separándose de la realidad. Es peligroso vivir en el reino de la sola palabra, de la imagen, del sofisma” (Papa Francisco, Encíclica Evangelli gaudium, n. 231). Es necesario subrayar la confusión de muchos términos del lenguaje corriente que hablan de realidad virtual. Según Wikipedia “La realidad virtual ha eliminado la frontera existente entre realidad e irrealidad”. Pero algo puede ser o real o virtual, no ambos. La simulación de la realidad no es la realidad.
La filosofía de los últimos siglos se caracteriza por el intento de negar la sustancia de los seres o su cognoscibilidad, es decir, que los seres no serían equipados por una naturaleza estable con ciertas propiedades constantes. Los seres serían solamente un paquete de propiedades en continua transformación.
Esto tiene graves consecuencias: Según la filosofia clásica el conocimiento de la realidad supone la adecuación del entendimiento con la cosa, Adaequatio rei et intellectus[3]. [Si, como sustiene la filosofía moderna, las cosas no tienen una sustancia bien definida el hombre puede captar solo algunas cualidades tomadas en consideración aisladamente y sin relación con la estructura de un objecto. Por lo tanto no es posible una adecuación del entendimiento con la cosa. Según la encíclica “los conocimientos fragmentarios y aislados pueden convertirse en una forma de ignorancia si se resisten a integrarse en una visión más amplia de la realidad” (n. 138). Se trata del relativismo, cada uno puede hacerce su imagen de la realidad y no sería posible decidir si una es mejor que otra. La ruptura entre idea y realidad no solo causaría agresiones ambientales, sino que también ha influido en toda la civilización y se puede resumir con un eslogan de la revolución de Mayo del 68 en París: “La imaginación al poder”, es decir la superioridad de la imaginación sobre la realidad.
La imaginación al poder
Freud y la Cocaina
La droga ha jugado un papel importante en la formación de la conciencia moderna. Según la socióloga cultural Eva Illouz el psicoanálisis ha introducido en la cultura del XX siglo el “discurso terapéutico”, es decir la formulación de los problemas humanos desde categorias psicológicas y terapéuticas, transformando la visión del hombre[4].
En 1884 Freud publicó su trabajo Über Coca (Sobre la coca), al que sucedieron varios artículos más sobre el tema. Freud estaba muy entusiasmado con el efecto estimulante y euforizante de la cocaína: “El efecto psicológico de la Cocainum mur en dosis de 0,05 a 0,10 gramos consiste en la excitación y la euforia retenida, la que no se diferencia mucho de la euforia de las personas sanas. […] Se tiene la sensación de incremento del autocontrol, se siente gran vigor y de capacidad de trabajo. […] Se es simplemente normal y se tiene pronto el esfuerzo de creer que se está bajo el efecto de algo”. Freud estaba convencido de que el hombre por naturaleza es feliz y activo, y que insatisfacción, infelicitad, indolencia dependen únicamente de bloqueos mentales que la cocaína puede desinhibir. El efecto de la cocaina no sería algo artificial sino que la droga eliminaría los bloqueos mentales.
Freud sostiene que el presunto hombre normal en realidad está alienado, su conciencia sería sólo una falsa conciencia y la cocaína no produciría una condición anormal o patológica, sino podría despertar la verdadera conciencia. En sus obras Freud había recomendado la cocaína para muchos trastornos, pero los casos de adicción mostraron sus efectos secundarios y Freud fue acusado de propagandista del “tercer flagelo de la humanidad”, después del alcohol y la morfina. Después de este fracaso Freud intentó encontrar una nueva manera de liberar el inconciente y desarrolló el método psicoanalítico.
El psicoanálisis considera la dimensión personal como una máscara formada bajo la influencia de la educación, de la societad y de la cultura, y que impide la realización del verdadero potencial y de los requisitos contenidos en el inconciente. La auto-conciencia individual no es más que una falsa conciencia, una forma de alienación y la causa de trastornos psíquicos. Para la filosofía clásica el hombre como persona es un ser dotado de naturaleza racional, único e irrepetible La esencia de la revolución psicoanalítica es la crítica radical del sujeto conciente, la disolución de la persona como una máscara.
La cocaina antes y el psicoanálisis después ayudarían a liberar el verdadero yo, que Freud interpreta de forma naturalista: el hombre no sería más que una partícula de la naturaleza. Otros autores interpretan los efectos de las drogas de forma panteísta: con la disolución de la persona uniéndose con el ser universal. Albert Hofmann (1906-2008) el descubridor del LSD lo llamó droga sagrada, y explicó muchas experiencias místicas, como las iniciaciones en los misterios de Eleusis en la Grecia antigua, como efectos de drogas alucinógenas. El psiquiatra y teólogo Rudolf Pahnke (1931-1971) organizó un experimento con dos grupos de diez estudiantes: antes de la celebración del Viernes Santo un grupo tomó una droga, la psilocibina, el otro solo un placebo. Nueve estudiantes del primero grupo por solo uno del segundo habrían sentido experiencias religiosas intensas o místicas.
La psicología transpersonal considera la identidad personal como un estado de conciencia limitado que tiene que ser superado para experimentar realitades superiores y más significativas. Stanislav Grof, uno de los fundadores de la psicología transpersonal, ha experimentado durante muchos años con el LSD y ha interpretado sus efectos como experiencias espirituales auténticas, como experiencias filogenéticas, de encarnaciones pasadas, encuentros con espíritus guía y seres sobrehumanos, o visitas a otros universos y contactos con sus habitantes. Tras la supresión legal del uso del LSD a fines de la década de los 1960s, Grof llegó a descubrir que muchos de estos estados mentales podían ser provocados con ciertas técnicas de respiración llamadas holotrópicas. Holotrópico significa algo que se mueve hacia la totalidad.
Stanislaw Grof ha publicado un libro con una serie de dibujos que representan sus visiones bajo la influencia del LSD: una torre con un reloj se convierte en una lechuza. Este ejemplo de experiencias de “ampliación de la conciencia” muestra las características de la distorsión de la percepción, como estan descritas en la encíclica Laudato si’: la percepción de algunas propiedades de un objeto no es integrada en una imagen que corresponde a la realidad, sino “tiende a ignorar u olvidar la realidad misma de lo que tiene delante” (n. 106). Ver una torre transformada en una lechuza ignora la naturaleza de la torre mientras que la imaginación deforma algunos detalles. Uno puede preguntarse en qué medida una “ampliación de la conciencia” de este tipo puede mejorar nuestro conocimiento de la realidad.
Muchos intelectuales y artistas han experimentado con drogas y algunos estaban entusiasmados con las teorías psicoanáliticas y han creído en el poder de liberar espontaneitad y creatividad por medio de técnicas particulares. La fractura entre la fantasía y la realidad no se manifiesta siempre como verdadera creatividad sino como frenética búsqueda de originalidad.
El movimiento literario y artístico surrealista, por ejemplo, nutrido de las teorías psicoanalíticas y también influenciado por el consumo de drogas y la prática del hipnotismo, buscó trascender lo real a partir del impulso psíquico de lo imaginario y lo irracional. Su filosofía “se basa en la fé en una realidad superior de ciertas formas de asociación desdeñadas hasta la aparición del mismo, en la omnipotencia del sueño y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruir definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos”[5] y a desbloquear las energías latentes de la psique.
La pintura surrealista, como la obra de Salvador Dalí, representa un mundo irreal y la arquitectura surrealista projecta edificios que no tienen en cuenta los canones estéticos. Como otras vanguardias artísticas el surrealismo ha influido en la cultura de las décadas siguientes sembrando el germen de movimentos culturales menos radicales pero más difundidos
Cannabis
La cannabis es la droga más difundida entre los jovenes. A menudo su efecto psicotropo está subvalorado también por que la concentración de THC del cannabis en circulación en las décadas pasadas era mucho más bajo que los productos que hoy circulan por el mercado.
Narcisismo
Para explicar por qué los jovenes consumen cannabis y sobre todo por qué se vuelven adictos hemos de tener en cuenta que crecen en una societad con rasgos narcisistas. En la mitología griega, Narciso era un joven muy hermoso que se enamoró de su propia imagen reflejada en una fuente y acabó arrojándose a las aguas. Este mito describe bien una característica del hombre moderno: En la realidad circundante ve solo su propia imagen, no es capaz de reconocer o identificar las necesidades y sentimientos de los demás, carece de empatía; en sus relaciones interpersonales se aprovecha de los demás y los explota para conseguir sus propios fines. Teorías psicoanalíticas sostienen que el desarrollo de una personalidad narcisista depende del comportamiento de la madre, pero es toda la cultura moderna la que tiene rasgos narcisistas.
“La cultura del relativismo […] empuja a una persona a aprovecharse de otra y a tratarla como mero objeto” a esplotar el projimo y a abandonarlo cuando no sirve más para los propios intereses (Laudato si’ n. 123). La persona no sabe si la vida tiene un fin y un sentido, no tiene un verdadero proyecto de vida, tiene baja tolerancia a la frustración por lo que se siente permanentemente insatisfecho, con un sentido de vacío interior. La persona es instable y siempre está a la búsqueda de nuevas experiencias con la esperanza de llenar el vacío interior. Por la falta de empatía no es capaz de establecer relaciones profundas y gratificantes con los demás.
La vulnerabilidad emocional, la necesidad de pertenencia al grupo de amigos, la curiosidad, la necesidad de experimentar cosas nuevas, el deseo de parecer mayor, la rebelión contra los adultos impulsan a que los jóvenes se inicien en el consumo de marihuana. En algunos casos estos factores inciden en una persona joven en una situación de vacío interior, de aburrimiento, de frustración, de incapacitad de aguantar la autoritad y las leyes, con problemas graves en casa, la escuela o con amigos. Todo esto representa riesgos por los que el consumo puntual puede convertirse en abuso y luego en adicción, primero de marihuana y después de otras drogas, como heroína, cocaína, alucinógenos, anfetaminas.
El consumo de drogas corresponde siempre más a la actitud de la societad moderna: los niños juegan con juguetes electrónicos, desde la niñez se comunican con un mobil, se relacionan con los demás en una red social. El hombre moderno tiene escasa capacidad de admitir su propia fragilidad y vulnerabilidad, y de aceptar su situación y hue del mundo real en una realitad virtual, también la de la droga. La lucidez mental es necesaria para el dominio racional de las passiones irracionales, mientras que el consumo de las drogas obstaculiza la función de la razón y compromete la libertad:
“El ser humano no es plenamente autónomo. Su libertad se enferma cuando se entrega a las fuerzas ciegas del inconsciente, de las necesidades inmediatas, del egoísmo, de la violencia. En ese sentido, está desnudo y […] le falta una ética sólida, una cultura y una espiritualidad que realmente lo limiten y lo contengan en una lúcida abnegación” (n. 105).
El libro de Robert L. Stevenson El extraño caso del Dr. Jekyill y Mr. Hyde, muestra lo que puede significar la “ampliación de la conciencia” y el desarrollo de una dependencia.
http://www.fiamc.org/agenda/jornada-fiamc-cannabis-a-barcelona/
[1] Platone, Gorgia 508 A , in Idem, Tutti gli scritti. A cura di Giovanni Reale, pp. 860-970 (p. 915).
[2] Ippocrate, Il regime, in Idem, Opere, UTET, Torino 1976, pp. 477-576 (p. 506).
[3] Santo Thomás, Summa theologica, I, 16,1.
[4] Cfr. Eva Illouz, Saving the modern soul. Therapy, emotions, and the culture of self-help. University of California Press, Berkeley-Los Angeles, London 2007.
[5] André Breton, Manifiesto Surrealista, 1924.