Dr. José María Simón Castellví
Past Presidente de la FIAMC
Voy a tratar de explicar por qué es tan difícil comunicar al gran público las ideas más importantes de la asistencia médica al final de la vida. Estas se resumen en una tríada que siempre se tiene que tener en cuenta. Pensar en tres ideas a la vez no es tan fácil si no se domina el tema. Además, algunos conceptos han sido manoseados por los medios y no son próximos a los que utilizamos en la vida ordinaria.
La tríada es la siguiente:
1.- La eutanasia es siempre un mal que se debe evitar.
2.- El encarnizamiento terapéutico es siempre un mal que se debe evitar.
3.- Los cuidados paliativos son el bien que se debe ejercer siempre ante el final de la vida.
La eutanasia es toda aquella acción u omisión, que por ella misma o en la intención, quita la vida a un ser humano para aliviarle sufrimiento. Puede ser con una aplicación directa de una sustancia letal o dejando al paciente deshidratarse o morir por inanición. Por desgracia se ha legalizado y popularizado en varios países. La eutanasia es incluso un mal desde el punto de vista filosófico: la eutanasia voluntaria sería una supuesta acción libre que haría que la persona ya nunca más pudiera tomar acciones libres. La eutanasia abre las puertas a otros graves atentados contra la dignidad humana como la eugenesia (la “selección de calidad” de las personas), el aborto provocado de fetos afectos de enfermedades o los homicidios impunes en personas muy frágiles.
Encarnizamiento terapéutico es toda aquella terapia desproporcionada para el bien que se espera en el paciente concreto. Otros encarnizamientos, como el diagnóstico, también se deben evitar cuidadosamente. Afortunadamente, hoy en día, toda la Medicina está de acuerdo en evitar los encarnizamientos. Se puede discutir cada caso con el paciente, la familia y los compañeros médicos para determinar cuán lejos se debe llevar adelante un tratamiento.
Los cuidados paliativos incluyen todas aquellas estrategias que deben ser empleadas ante el final de la vida humana comprendida en su totalidad biológica, psicológica, social, familiar y espiritual. Por ejemplo, morfina, sueros, oxígeno, higiene, cambios posturales, cariño, atención a la familia, atención religiosa. Siempre es posible hacer algo por aquellos pacientes graves o terminales. Los cuidados paliativos son el mejor antídoto contra la tentación de la eutanasia y contra el miedo a los encarnizamientos. Forman parte indisociable de la buena práctica médica. Por el contrario, no proporcionarlos constituye un grave delito y pecado.
Ante el fin de la vida en esta tierra, los católicos, en la medida de lo posible, nos confesamos, recibimos el sacramento de la unción de enfermos y consumimos el viático (la eucaristía, en este caso como Alimento para el tránsito a la otra vida).
Para mejor aclararse en el mundo de las decisiones del final de la vida, se puede transformar la tríada anterior en una sencilla frase binaria: no es lo mismo morirse que que te maten.
Conozco a muchos médicos a quienes se les han muerto cientos de pacientes en sus años de ejercicio profesional. Sin embargo nunca les han quitado la vida a ninguno. Los seres humanos somos pasibles y mortales. La función del médico y de otros profesionales sanitarios es la de acompañar en el tránsito hacia la otra vida, nunca empujar a la persona a la muerte.
- Artículo publicado en 2016 pero plenamente vigente