ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS. BUENOS AIRES. 2006
LA SUBVERSIÓN DEL LENGUAJE DE LA VERDAD Y SU IMPACTO EN EL DERECHO A LA VIDA
DR. HUGO M. OBIGLIO
INTRODUCCIÓN
Desde sus inicios el hombre, como ser social, ha tratado de comunicarse a cualquier costo. “En las comunidades anteriores al lenguaje e incluso en la actualidad, los individuos pertenecientes a grupos lingüísticos diversos se comunican mediante el gesto, expresión facial y el tono de voz.”1 Hoy es relativamente común ver en las grandes conferencias que al orador, no solo lo acompaña un sistema de traducción simultánea, sino que también está presente una traducción gestual para aquellos que han perdido la audición y el habla.
Las investigaciones que se llevan adelante, en este campo y en el de la filología, pretenden demostrar cuándo y cómo nació el lenguaje, cómo se formaron los signos lingüísticos y cuál fue el alcance de sus relaciones. Montoya afirma que para algunos investigadores, sobre todo aquellos que trabajan con mamíferos superiores, sus gritos podrían ser considerados como los cimientos del lenguaje hablado. Sin embargo, desde el punto de vista antropológico y etnológico “es indudable que el lenguaje articulado constituye una de las manifestaciones características que separan al hombre de los seres irracionales. Estos últimos expresan y comunican sus sensaciones por medios instintivos, pero no hablan, a diferencia de los seres dotados de conciencia”. Frente a un animal incapaz de planificar sus acciones, el hombre con su poder para hacerlo abre ese instrumento fundamental para la planificación de sus tareas mentales, que es el lenguaje.
Desde la simpleza y limitación de las palabras del hombre primitivo hasta la riqueza del lenguaje que se expresa en el campo humanístico con la figura de un Aquinate, de Santa Teresa de Jesús o de San Juan de la Cruz, o más en la actualidad de un Ortega y Gasset, de un Borges o de un Julián Marías, y en el campo de las ciencias de un Böhr, de un Planck, de Broglie, de un Heisenberg, de un Houssay, nos encontramos con esa realidad que nos dice que desde el homo erectus hasta el homo videns ha corrido suficiente agua bajo el puente como para que hagamos nuestra aquella frase que afirma: que el lenguaje está particularmente ligado al pensamiento.
En el pasado siglo la manipulación del hombre se realizó fundamentalmente en Europa de una manera brutal. Recordemos la masacre de más de un millón de armenios y cristianos por el imperio otomano, considerada por los historiadores como el primer genocidio del siglo XX, los campos de concentración en la Alemania nazi y las muertes que siguieron a la humillante obediencia marxista en los gulag de Siberia, o la sangre que corriera en los campos de Camboya de la mano de Paul Pot. A esa manipulación agresiva, el mundo actual nos muestra hoy el mismo espíritu dominador pero bajo formas cultivadas, incluso, como dice López Quintás, seductoras.
Y para llevar a cabo “este colosal fraude, ningún medio es más dúctil y eficaz que el lenguaje”. Pareciera que nuestra civilización, que nuestra cultura, que los hombres y los pueblos, todavía no han percibido el peligro que corren al verse inconscientemente expuestos a compartir objetivos inicuos que se presentan encarnados y encubiertos por un atractivo materialismo y consumismo permisivos. La intención en esta presentación es demostrar la importancia que en la actualidad tiene el lenguaje como parte de una inteligente ofensiva cuyo fin es manipular la implicancia del avance de las ciencias en general, y de las biológicas en particular, y su impacto sobre la vida humana.
Breve consideración filosófica
El lenguaje de la verdad es necesario en la vida diaria, y como una deuda a pagar que nos exige la sociedad, debiéramos fundamentarlo en una antropología personalista. Es así que traemos a colación este tema con la intención de que se convierta en un estímulo para el estudio cierto y sincero de aquellos planteos filosóficos que hacen al accionar humano en relación con la comunicación del lenguaje de la vida.
Por tanto mencionaremos una serie de corrientes de pensamiento que entendemos contradicen el lenguaje de la verdad. Vamos a circunscribirnos a hacer un brevísimo comentario sobre aquellos modelos filosóficos que algunas líneas en el campo de la bioética han hecho suyos, y cuyo contenido rechazamos.
Podríamos decir con Sgreccia, que dominan el campo de los modelos el cognitivismo, y el no-cognitivismo relacionados con la ley de Hume. Esta ley afirma que existe una división entre el ámbito de los hechos naturales y los morales. Los hechos se pueden conocer y demostrar científicamente; mientras que los valores y las normas morales son simplemente supuestos y dan lugar a juicios prescriptibles que no se pueden demostrar. Es en realidad un encuentro entre el ser y el deber ser.
El segundo modelo fuerte es aquel que se refiere a una ética meramente descriptiva. Se afirma aquí que la sociedad en su proceso evolutivo genera y cambia valores y normas que son funcionales para su crecimiento, de la misma manera que lo hacen los seres vivos en su evolución biológica, desarrollando ciertos órganos que le permitan mejorar su propia existencia. Esta ética descriptiva es una mezcla de la teoría evolucionista de Darwin, y del sociologismo de Weber, entre otros pensadores. La adopción de este modelo comporta el relativismo de cualquier ética y de todo valor humano, sumergiendo a todos los seres vivos en el gran río de una evolución que tiene ciertamente en su cúspide al hombre, pero no como punto de referencia estable sino como sometido también a una mutación en sentido activo y pasivo.
Así como algunos componentes culturales evolucionan en el tiempo es obvio que el hombre sigue siendo hombre, diverso por naturaleza de cualquier otro ser vivo.
El tercer y último modelo elegido es aquel que en estas últimas décadas ha tomado mucha fuerza, nos referimos al modelo subjetivista, que contempla, el neo-iluminismo, el liberalismo ético, el existencialismo nihilista, y el cientificismo neo-positivista.
El común denominador de estas corrientes indica que la moral no se puede fundamentar ni en los hechos, ni en los valores objetivos o trascendentes, sino, solo en la “opción autónoma del sujeto”. Es esta una mega autonomía que parte de los pilares esgrimidos por la ética anglosajona. Este modelo se afianza en el concepto del que el único fundamento de la actuación moral, es la opción autónoma que acepta y hace suyo un concepto de libertad, como bien supremo y último punto de referencia de todo juicio moral. Se asocia al pensamiento subjetivista y decisionista de K. Popper, H. Helsen y participan del mismo el existencialismo nihilista de J.P. Sartre y el libertalismo de H. Marcuse.2
Fundamentando nuestra elección primera, nos gustaría hacer sucinta una referencia acerca de la bioética personalista. Con ella nos estamos refiriendo a la persona entendida como individuo dotado de un cuerpo animado y estructurado por un espíritu. En virtud de esto la ética personalista tiene su substrato en el hombre dotado de inteligencia pero también de libertad. Estos dos atributos lo hacen capaz de reflexionar sobre sí mismo, de autodeterminarse. Es el único ser viviente capaz de descubrir y captar el mundo circundante como macrocosmos pero también de percibir su mundo propio al modo de microcosmos.
De este modo el hombre es capaz “de dar sentido a sus expresiones y a su lenguaje consciente”.3 Debemos aclarar que no hay que confundir el personalismo, aquí tratado, con algún tipo de individualismo subjetivista. Por el contrario el personalismo realista ve a la persona como una unidad que tiene un valor objetivo en cuanto tal, valor este que le exige responsabilidad.
“El aspecto objetivo y subjetivo de la persona están en una referencia mutua e implicados en una ética personalista. El valor ético de una acto deberá ser considerado bajo el perfil subjetivo de la intencionalidad, pero también en su contenido objetivo y en sus consecuencias”.4
Dos son los aspectos más significativos encarnados en la bioética personalista, nos referimos a su vulnerabilidad y a la solidaridad. Como dice E. Lugo, la vulnerabilidad reclama sensibilidad moral y se enanca con la solidaridad en el principio ético estructural de la sociedad que es fuente de derecho y que va en búsqueda de una igualdad en todas aquellas relaciones consideradas asimétricas.5
Toda la historia de la filosofía está impregnada de la reflexión sobre el lenguaje.6 El uso que hacían los sofistas del lenguaje ya había llamado la atención de Platón (…) La imposibilidad, según el iluminismo, de conocer la verdad, el relativismo filosófico, y el subjetivismo radical, ofrecen una justificación ideológica para la manipulación del lenguaje, cambiando la verdad objetiva.
Aplicación del lenguaje
Evelyn Fox Keller decía que la idea de que las palabras son una cosa y los actos otra, fue radicalmente socavada en 1955 cuando J. L. Austin expuso su teoría de los “actos de habla” en una serie de conferencias dictadas en Harvard. Lo novedoso de esta propuesta se centraba en que la función del lenguaje, que la mayoría de las veces era descriptiva, podía ser ocasionalmente performativa, y de allí la expresión “acto de habla”. Como tales, son inherentes y necesariamente sociales, y dependen de la existencia de convenciones acordadas sobre el efecto de ciertas palabras (véase género, familia, homosexualidad, reproducción), pronunciadas en circunstancias particulares por personas convencionalmente autorizadas a poner en práctica dichos efectos.
Otro hecho a considerar es el llamado significado emotivo de las palabras. Una de las causas que hacen, como afirma Carrio que “la forma gramatical no sea una guía segura es que existen numerosas palabras que al margen o con independencia de lo que podríamos llamar su significado descriptivo, tienen la virtud por decir así, de provocar sistemáticamente determinadas respuestas emotivas en la mayoría de los hombres”. Es común en la oratoria política que existan múltiples significados para palabras como libertad, oligarquía, democracia, así como también en el campo de las ciencias de la vida cuando hacemos mención a palabras tales como pre-embrión, concepción, eutanasia, debiéramos para hacer nuestro el lenguaje de la verdad, definir o en ocasiones redefinir su verdadero significado procurando mantener intacto su valor emotivo. Este hecho es el que Stevenson C. ha llamado “definición persuasiva”.7
Recordemos que los conceptos son expresados por términos o palabras cuya función es doble: representan cosas y también nos permiten comunicarnos, esto personifica la aceptación del término con un significado similar para los interlocutores; pero lamentablemente en ocasiones y ex profeso éstos son usados para significar cosas diversas entre sí.
E. Quintana, al abordar el tema del “Lenguaje jurídico y la procreación artificial”, hace hincapié en las mutaciones sociológicas y su impronta en el significado de las palabras, poniendo como ejemplo la expresión “derecho al hijo” en el ámbito de la reproducción humana a través de la procreación artificial.
Sin ahondar en el tema porque no es objeto de este trabajo, señalamos el mixing existente en el común de la gente entre términos como “concepción” “generación” y “procreación”. Es habitual afirmar que una mujer ha concebido a un hijo y que los progenitores generan al hijo o lo han procreado pero jamás hemos oído decir a los padres que anuncian un embarazo: “me estoy reproduciendo”. El reproducir se asocia con la idea genérica de especie; recordando que en la lógica tradicional el hombre es una especie del género animal,8 al cual Dios para revelarse le habla en palabras humanas.9
La literatura sobre la lingüística y el significado de las palabras contiene una sorprendente diversidad de enfoques, concepciones y teorías. Sin embargo, la mayor parte de esos trabajos se pueden agrupar, tal como lo hace Chomsky, dentro de tres tipos: el “referencial”, el “ideacional” y el “comportamental”. La teoría “referencial’, identifica el significado de una expresión con aquello a lo que ésta se refiere o con la conexión referencial. La teoría “ideacional”, con las ideas con las que se la asocia, y finalmente la teoría “comportamental’, con los estímulos que suscita su emisión a ultranza o con las respuestas que esa emisión vuelven a suscitar.10 Hacemos más nuestras la segunda y tercera teorías puesto que la ideacional, se ve vincula con las ideas que se le asocia y la comportamental con las respuestas vinculadas con su emisión.
Es el hombre quien a través del lenguaje nos alcanza, como consecuencia de su función, como instrumento del acto intelectual, una idea, un razonamiento, una composición.
Resulta interesante recordar que desde Heyle hasta la fecha se vienen realizando investigaciones con el fin de averiguar el origen del mismo. Lo que hoy podemos afirmar es que la evolución del lenguaje ha sido paralela a la evolución del hombre. Podríamos entonces decir que la sociabilidad natural del ser humano en su cambiante relación temporal puede modificar expresiones y palabras con el fin de acomodar lo social; es decir, permitir un diálogo que resulte comprensible. Al hablar de sociedad hacemos especial hincapié en la científica, la cual en esta última centuria ha aportado a la humanidad un ilimitado número de conocimientos que van desde la fisión del átomo hasta el código genético, pasando por la procreación artificial.
También nos alerta el ver que estamos transitando en un sistema centrado en el hombre sin ningún control externo, en el que Dios no entra. Karl Rähner dijo que si la idea de Dios desaparece de la mente del hombre ¿en qué se convierte? Probablemente en un animal muy, muy listo.11
Ciencia y política…
Ahora bien y siendo la palabra una expresión del lenguaje y éste del pensamiento, es indudable que no puede pasar desapercibida la relevancia de su manipulación.
Esto ocurre desde hace más de dos decenios con el artero análisis del manejo del lenguaje que encontramos en las declaraciones de los organismos internacionales (OMS, FAO, OSP, OEA), de las fundaciones, y de grupos de científicos en donde pareciera que el lenguaje “performativo” es el dominante en sus discursos.
Otro hecho a considerar es la frecuencia con que la intelectualidad de este siglo que se inicia, utiliza la metáfora12 como recurso de un lenguaje que falsea la verdad, y que no sólo anima al “organismo” sino que estimula a la acción.13
Un ejemplo de lo antedicho lo tenemos en el relato de la legisladora Silvia Gallego, quien participó en el debate sobre la “esterilización quirúrgica” el 9 de agosto del 2006, diciendo: “quienes nos ocupamos del tema de género, venimos dando este debate desde el ‘83”.
Explicó, a continuación, que esta práctica la prohibió Onganía, conculcando, según la legisladora, derechos personalísimos”.14
Durante estos últimos años hemos visto alterar el significado de muchas definiciones en el campo de las ciencias duras y particularmente en las biológicas, y en éstas, en todo aquello vinculado con la vida humana. Un ejemplo de lo dicho es el mal uso del término concepción encontrado en una artículo que Harper C. y Ellerton C. titularan “Knowledge and Perception of emergency contraceptive pills among a college-age population; qualitative aproach”.15
En él todo su contenido se soporta en la equivocada suposición que implantación y concepción son sinónimos. Hoy ningún biólogo se anima a negar que la concepción se define, como el instante en que el espermatozoide penetra y fertiliza el óvulo dando como resultado un primer estadío vital como lo es el one embryo cell.
Así pues, a la luz de los logros más recientes de la embriología se pueden establecer algunos puntos esenciales reconocidos universalmente:
a) “El momento que marca el inicio de la existencia de un nuevo «ser humano» está constituido por la penetración del espermatozoide en el oocito. La fecundación impulsa toda una serie de acontecimientos articulados y transforma la célula huevo en «cigoto». En la especie humana entran dentro del oocito el núcleo del espermatozoide (incluido en la cabeza) y un centríolo (el cual desempeñará un papel decisivo en la formación del huso mitótico en el acto de la primera división celular); la membrana plasmática queda fuera. El núcleo masculino sufre profundas modificaciones bioquímicas y estructurales que dependen del citoplasma ovular y que van a predisponer la función que el genoma masculino comenzará inmediatamente a desarrollar. En efecto, se asiste a la descondensación de la cromatina (inducida por factores sintetizados en las últimas fases de la ovogénesis) que hace posible la transmisión de los genes paternos.
El oocito, después del ingreso del espermatozoide, completa su segunda división meyótica y expulsa el segundo glóbulo polar, reduciendo su genoma a un número haploide de cromosomas con el fin de reconstituir, juntamente con los cromosomas llevados desde el núcleo masculino, el cariotipo característico de la especie. Al mismo tiempo, lleva a cabo una «activación» desde el punto de vista metabólico con vistas a la primera mitosis.
Siempre es el ambiente citoplasmático del oocito el que lleva al centríolo del espermatozoide a duplicarse, constituyendo así el centrosoma del cigoto. Ese centrosoma se duplica con vistas a la constitución de los microtúbulos que compondrán el huso mitótico. Los dos set cromosómicos encuentran el huso mitótico ya formado y se disponen en el ecuador en posición de metafase. Siguen las demás fases de la mitosis y al final el citoplasma se divide y el cigoto da vida a los primeros dos blastómeros. La activación del genoma embrional es probablemente un proceso gradual.
En el embrión unicelular humano ya son activos siete genes; otros se expresan en el paso de la fase de cigoto a la de dos células.
b) La biología, y más en particular la embriología, proporcionan la documentación de una dirección definida de desarrollo: eso significa que el proceso está «orientado» –en el tiempo– en la dirección de una progresiva diferenciación y adquisición de complejidad y no puede retroceder a fases ya recorridas.
c) Otro punto ya adquirido con las primerísimas fases del desarrollo es el de la «autonomía» del nuevo ser en el proceso de autoduplicación del material genético.
d) También están estrechamente relacionados con la propiedad de la «continuidad» las características de «gradualidad» (el paso, necesario en el tiempo, de una fase menos diferenciada a la más diferenciada) y de «coordinación» del desarrollo (existencia de mecanismos que regulan en un conjunto unitario el proceso de desarrollo). A estas propiedades –al inicio casi olvidadas en el debate bioético– cada vez se les da mayor importancia en los últimos tiempos, a causa de los logros positivos que la investigación ofrece sobre la dinámica del desarrollo embrional incluso en la fase de «mórula» que precede a la formación de blastocito. El conjunto de estas tendencias constituye la base para interpretar el cigoto ya como un «organismo» primordial (organismo monocelular) que expresa coherentemente sus potencialidades de desarrollo a través de una continua integración primero entre los diversos componentes internos y luego entre las células a las que da lugar progresivamente. La integración es tanto morfológica como bioquímica. Las investigaciones que se están llevando a cabo desde hace ya algunos años no hacen más que aportar nuevas «pruebas» de estas realidades.”16
Es así que una mujer está embarazada desde el momento de la concepción, lo que nos obliga a hablar de vida humana, desde los inicios y no desde la implantación. No escapa al lector de estas líneas que el cambio del significado de estas palabras, en el especialísimo momento del inicio de la vida, trae como consecuencia una encubierta acción política no sólo anticonceptiva sino también eugénico – eutanásica.
El gobierno nacional está manipulando la información para despenalizar el crimen del aborto en el país. La trampa consiste en dar a las organizaciones de la sociedad civil comprometidas en la campaña por la despenalización del aborto, un perfil que no es exactamente el de una simple organización de bien público. En todo caso “las muestran como el brazo social de una prolija estrategia que hace de la sexualidad femenina una bandera liberacionista”17 que se integra en la “caja de Pandora”, que protege los derechos humanos de la mujer. En ella no encontramos sólo la educación sexual, (ley 25.673, de Salud Sexual y Procreación Responsable del 2002), orientada hacia una sexualidad irresponsable, a la anticoncepción, al aborto, a la homosexualidad, sino que también se esconden tendencias legislativas que vulneran el respeto al derecho de la familia ignorando la patria potestad, ignorando que los hijos son a través de esta legislación, afectiva, psicológica, social y jurídicamente desgarrados de su centro de vida natural.
Sin duda que en este tercer milenio la humanidad vive un “cambio de época” en la historia de la civilización por la velocidad del avance tecnológico, que responde a una catarata de conocimientos científicos. Por otra parte, la reflexión de estos hechos nos lleva a una situación paradójica y ambivalente. El hombre hace otro hombre, adentrándose en la posibilidad creciente de autodestruirse y esta situación que desnaturaliza el acto médico, se vive desde el comienzo de la vida.
Los intereses de una sociedad hedonista y el aporte del organicismo que hiciera Spencer, del eugenismo de Galton y del neomaltusianismo de Margaret Sanger han llevado a estructurar un pensamiento anti-vida. Causa sorpresa el pensar que desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948 hasta la fecha, no se ha modificado oficialmente ninguno de sus artículos.
Sin embargo existen situaciones particulares que marcan una orientación distinta a la evidenciada por los padres de la declaración. Un ejemplo reciente calificado de reinterpretación es el de Perú donde en 1996 ante una denuncia presentada por las organizaciones internacionales abortistas DEMUS, se adujo que es una violación al tratado que la legislación de un Estado Parte “niegue” a una mujer el supuesto “derecho al aborto” después de haber firmado el CEDAW y el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Muy por el contrario la otra cara de la moneda nos dice, que en situaciones ocurridas en este último medio siglo, sin embargo en ocasiones, se han ratificado los derechos humanos en relación con el avance científico y tecnológico. Esta afirmación surge de analizar los contenidos de la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos, aprobada por aclamación, en la 33ª sesión de la Conferencia General de la UNESCO el 19 de octubre de 2005.
En sus considerandos se hace referencia a pasados pactos, convenciones, convenios, declaraciones universales, tratados internacionales, acuerdos y recomendaciones cuyos contenidos han dado oportuno sustento, a la antes mencionada declaración. A mi entender, sin embargo, posee ésta un débil considerando que se centra en el área de la investigación, diciendo textualmente: “Que todos los seres humanos, sin distinción alguna, deberían disfrutar de las mismas normas éticas, elevadas en la investigación relativa a la medicina y a las ciencias de la vida”
Sorprende, que en la declaración, que consta de 28 artículos, solo encontremos, en el acápite C del 2° de ellos, algo tan importante como lo es el respeto a la vida de los seres humanos. Situación que solamente se repite una vez más en el Prefacio cuando dice: “Por el hecho de inscribir la bioética en los derechos humanos internacionales y de garantizar el respeto por la vida de las personas, la Declaración reconoce la interrelación existente entre la ética y los derechos humanos en el terreno concreto de la bioética”.18
Una declaración de esta naturaleza es un hecho loable, que entendemos nos presenta el sentir de la totalidad de los Estados Miembro, puesto que como dijera, fue aprobada por aclamación. Somos conscientes de las dificultades de su instrumentación, ya que una parte importante de sus integrantes en la práctica no respetan ni el derecho a la vida ni la libertad de las personas.
En el informe Warnock –UK 1984– , el empirismo se hace sentir con fuerza al justificar cualquier método de investigación que pueda llevar a un resultado, en este caso en el campo de la genética, de beneficio para la sociedad aun a costa de la vida humana. En nuestro país se acaba de votar una ley anticonceptiva, la 26.130, acerca de la esterilización quirúrgica, que también se encuentra muy lejos de los principios enunciados en la anterior declaración.
Pareciera por las anteriores declaraciones que solo formalmente surge que la comunidad internacional mantiene todavía aquellos principios universales que sirven de fundamento para dar una respuesta global a los “dilemas” y controversias cada vez más numerosos que la ciencia y la tecnología plantean a la especie humana y al medio ambiente.
Hoy, manipular el lenguaje tiene como fin último imponer una mentira que, negando la verdad objetiva de la realidad, va en contra de un rasgo fundamental del hombre que es ir al encuentro con la verdad.19
Juan Pablo II decía: “Siempre he considerado la búsqueda de la verdad de las cosas como la cualidad definitoria del humano”. De ahí lo absurdo de negar que ésta atenta contra la cultura de la vida y de la dignidad de la persona.
Son los grupos de poder los primeros en imponer lo que ha dado en llamarse “la construcción del consenso” la cual se soporta en la presunción errónea de manejar hábilmente la sinonimia entre “verdad y consenso”.20
Verdad vs. libertad
La ideología contemporánea se caracteriza, en gran medida, por manipular el lenguaje como recurso. Se emplean, como hemos visto en los ejemplos señalados, palabras para mostrar cosas distintas de su significado natural. Se practican traslados semánticos y se recurre a anti-frases. Esto lleva a distraer al hombre restándole capacidad de juicio y de libre decisión, es decir, alejándolo de la verdad. La realidad nos dice que la pregunta de Pilatos respondiendo a la declaración de Cristo en el año 33 de nuestra era sigue siendo actual: “¿Qué es la verdad?”.
“La pregunta de Pilato dio mucho que hablar. El contexto del relato evangélico de la pasión –en el cual la frase está insertada– no permite interpretarla como expresión de un sincero anhelo de saber, de un intento de comprensión de lo que Jesús acababa de decir. Había dicho el Señor: yo soy rey; para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz. Probablemente, tampoco quiso el procurador romano manifestar con ironía su desinterés, ni hacer en ese momento una seria profesión de escepticismo. Al decir esto salió de nuevo afuera. Así prosigue el texto de San Juan. La actitud de Pilato indica el estado de su alma: no escucha, no atiende, no acepta la palabra que le es dirigida, la Palabra que se encuentra ante él. No puede siquiera entender, porque no pertenece a la verdad. (…)”
Y continúa diciendo en su alocución Aguer. “Evoco la célebre pregunta de Pilato porque proferida como expresión del deseo natural de conocer, que es –según Aristóteles– dote que enriquece a todos los hombres, o mejor aún, leída en clave cristiana, es como una puerta que se abre hacia un mundo maravilloso, una incitación a penetrar en el misterio de la verdad. Quid sit veritas; qué cosa sea la verdad: tal el interrogante que plantea Tomás de Aquino en la obra que recoge las lecciones que dictó en la Universidad de París en 1256, apenas llegado para ejercer como maestro en teología.
A partir de esa pregunta emprendió una sorprendente exploración del universo del espíritu en sus dimensiones divinas, angélicas y humanas.
Un propósito semejante podría ponerse en ejercicio, en términos actuales y enfocando los principales núcleos problemáticos de la cultura contemporánea, para recuperar en su servicio, en servicio de una cultura que sea plenamente digna del hombre, el sentido de la verdad, escamoteado por el dogma del relativismo.”21
Para muchos la verdad tiene una connotación negativa asociada a conceptos como dogmatismo, intolerancia, imposición, inquisición, poder.
“En realidad, la Verdad en el cristianismo no es una simple idea abstracta, o un juicio éticamente válido, o una demostración científica; es una persona cuyo nombre es Jesucristo”.22 Hoy un gran impedimento para alcanzar la verdad es confundirla con el consenso, con la opinión de la mayoría. Es así como muchos están convencidos de que el amor y la verdad son antagonistas, pero la verdad y el amor necesitan el uno del otro. Sor Teresa Benedicta de la Cruz –Edith Stein– es testigo de ello. La “mártir por amor”, que dio su vida por los amigos, no se dejó superar en el amor. Al mismo tiempo, buscó la verdad con toda su alma. Sor Teresa Benedicta nos dice a todos: ¡No aceptéis nada como verdad que esté privado de amor. Y no aceptéis como amor nada que esté privado de verdad! El uno sin el otro se convierten en una mentira destructora. Así, “sólo el amor es digno de fe”, el amor se vuelve el gran signo de credibilidad del Cristianismo, porque no está separado de la verdad”.23
El antónimo de la verdad es la mentira. Existen múltiples maneras de mentir a la par que existen hipotéticas situaciones donde la presencia de la mentira es una necesidad. Nos referimos aquí a los medios informativos, que como dice su Santidad, Benedicto XVI… “aunque los diversos instrumentos de comunicación social facilitan el intercambio de información, ideas y entendimiento mutuo entre grupos, también están teñidos de ambigüedad. Paralelamente a que facilitan una gran mesa redonda para el diálogo, algunas tendencias dentro de los medios engendran unas forma de monocultura que oscurece el genio creador, reduce la sutileza de pensamiento complejo y desestima la especificidad de prácticas culturales y la particularidad de la creencia religiosa.”24.
Debemos estar atentos al lenguaje de la publicidad, donde la mentira no es un hecho ajeno; como tampoco lo son las mentiras en familia o las mentiras médicas.
Remitiéndonos a la semiótica también contamos con una pléyade de caracteres: recordemos al mitómano, al estafador, el vidente, el político, el encantador. Yo puedo mentirme a mí mismo y también llevar la mentira a mi entorno familiar, pero la mentira se vuelve “pesada” cuando se hace carne en los medios de comunicación difundiéndose como una verdad más que toca al orden social, político, económico, familiar, sexual.
Hoy el lenguaje de la mentira se instaura como una suerte de necesidad pública. Sus acciones de promoción disimulan su verdadero contenido, que en la mayoría de las veces esconde al lenguaje de la verdad. Este mensaje tiene un doble efecto, el dominante es el que con soltura impone una mentira como verdad y el reflexivo, aquel que lleva al moralista a la indignación por encontrar una mentira como verdad singularmente perniciosa y cuyos efectos, en ocasiones no inmediatos, acarrean con certeza implícita un riesgo futuro para la humanidad.25
Ejemplo de lo antedicho lo vemos en el caso de la clonación humana en Corea. El mundo de las ciencias se conmovió cuando los medios de comunicación acercaron a la ciudadanía el trabajo de un investigador de Corea del Sur, H. Wong Woo Suk, quien publicara en Science, una nueva técnica de clonación humana utilizando donantes de óvulos. Las líneas celulares obtenidas podían manipularse en el laboratorio creando otras nuevas bases de tejidos y posteriores órganos, que permitirían corregir entre otros, problemas neurológicos de la medula espinal y su consecuente parálisis, diabetes, enfermedades graves del sistema inmunológico, etc… Pero meses después esta panacea universal cayó en el descrédito junto con la imagen de su falso descubridor llamado en su momento el “mago de las células estaminales”.
El investigador había modificado algunos resultados sobre el DNA de la célula clonada. No por error, según el consejo de Bioética, formado por su Universidad para analizar el hecho, sino como una “evidente y voluntaria falsificación”. Lamentablemente en ocasiones nuestro sistema mediático, cambia frases, cuyo fin último, piensa que es el mismo. Un ejemplo que hace a una estrategia del cambio del concepto de una frase es el de “planificación familiar natural” por el de “reconocimiento de la fertilidad”, ya que su fin último se centra en la comprensión del funcionamiento del propio cuerpo de la mujer, en toda edad y situación, como consecuencia de lo cual, no solo se utiliza para planificar la regulación de la natalidad, sino que también ayuda a la mujer a precisar su conducta sexual.26
Otro hecho reciente, que a nuestro entender cae en lo grotesco, es la pretensión de algunos sectores del gobierno español de intentar cambiar los conceptos universales de padre y madre, por los de “progenitor A y progenitor B”, sin distinción de sexo.
Un hecho negativo de la globalización es el tratar de imponer, a través de la manipulación del lenguaje, acompañada en ocasiones de mensajes subliminales, afirmaciones que, analizadas con detenimiento, pretenden desacralizar la verdad. Ejemplos recientes los tenemos cuando analizamos los contenidos de la Convención Interamericana contra el Racismo y toda Forma de Discriminación.
El pasado 28 de abril tuvo lugar en Brasilia la reunión de la OEA llamada Santiago+5, para definir el texto del proyecto de esta Convención, documento que obligaría a los miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) a reconocer social y jurídicamente, entre otras cosas, al homosexualismo. (vid. NG 757-759).
Recordemos que una Convención Internacional, en este caso Interamericana, obliga a los Estados parte a modificar sus leyes nacionales de acuerdo a su texto. Para asegurar el compromiso de éstos, los “tratados de derechos humanos” tienen un Comité de Seguimiento. Por ejemplo, a nivel internacional la Convención contra la Discriminación de la Mujer tiene al ideologizado Comité del CEDAW, mientras que a nivel americano la Convención de Belem do Pará para “erradicar la violencia contra la mujer”, cuenta con otro Comité copado por la organización lesbo-feminista CLADEM. Si el sistema internacional de derechos humanos está pervertido, en la actualidad aquellos tratados que se fraguan en el seno de la OEA lo reflejan aún mucho más, que los que se han gestado en la ONU. (vid. NG 733). Además, al menos en Argentina, el parlamento puede incluir en la Constitución Nacional cualquier nuevo tratado de “derechos humanos” que el país ratifique, como está por suceder con la Convención de Belem do Pará, que introduciría en la legislación nacional la “perspectiva de género”, en forma encubierta y con un lenguaje anodino pero que en el fondo busca el reconocimiento jurídico del homosexualismo, el aborto, la esterilización, etc. 27
Como dice E. Bonete: “Lo que creemos, pensamos, y afirmamos de la realidad y de nosotros mismos está muy condicionado por aquello que se oye, se escribe y se ve en los medios de comunicación, y especialmente del más potente de todos: la televisión”.28
Estamos viviendo en una sociedad mediática que ha hecho suya una cultura mediática. Esto no significa que el comunicador para ofrecer una visión de la realidad no deba apartarse de la verdad. Verdad esta que muchas veces corre detrás del avance científico y tecnológico con que hoy el mundo nos sorprende, y más aun cuando este avance hace a la investigación y experimentación en el área de las ciencias de la salud.
http://www.medicoscatolicos.org.ar/arti.php?nro=178