En la Carta Pastoral, bajo el título “Bienaventuranzas en tiempo de pandemia”, los prelados de Euskadi y Navarra llaman a una “serena reflexión” para afrontar el futuro y las situaciones de dolor. Dividida en 5 partes, los 48 puntos de la Carta abordan con realismo y esperanza “el panorama duro que se nos presenta”. Destacan la respuesta “admirable” de la ciudadanía y de los miembros de la Iglesia. Ponen el acento en la familia como el “hospital más cercano” para “quienes sufren” y subrayan la necesidad de “cooperación entre pueblos y naciones”. La revisión de las estructuras económicas y la conversión de hábitos y estilos de vida son otros aspectos que destacan los prelados. Se refieren asimismo a la necesidad de protección social y económica provocada por la pandemia. Los Obispos celebrarán en las catedrales de las diócesis funerales por las personas fallecidas durante este tiempo de alarma, el 25 de julio, solemnidad de Santiago Apóstol. Carta Pastoral completa aquí.
En ella, se desglosan paulatinamente las claves, desde una visión cristiana y con las Bienaventuranzas de fondo, para hacer frente a las consecuencias más inmediatas de la actual pandemia que vive nuestra sociedad y el conjunto del planeta. Con este formato, que tradicionalmente escriben los prelados vascos y navarros de manera conjunta sobre temas relevantes, se centran en la crisis sanitaria, económica y social provocada por la Covid-19. La misiva recoge uno de los mensajes más importantes que transmite la Iglesia y que llega precisamente en este tiempo de Pascua: dotar de esperanza a todos los hombres y mujeres de toda edad y condición desde la fe en Jesucristo resucitado, vencedor de la muerte y quien acompaña siempre, especialmente en el dolor.
Dividida en 5 partes y desgranada en 48 puntos, los Obispos tratan temas como el sufrimiento humano y el papel que aquí juega nuestra libertad y nuestra propia responsabilidad, el amor convertido en sacrificio, el consuelo hacia quien sufre asumiendo su dolor y soledad o la misericordia, materializada en el servicio al prójimo ante esta pandemia. Con el Amor y la Esperanza encarnadas en Jesús resucitado, los obispos del País Vasco y Navarra, “siguiendo el surco evangélico y el magisterio del Papa Francisco”, ofrecen varias propuestas para vivir las bienaventuranzas durante este tiempo de crisis.
Animan a buscar el auténtico sentido de la existencia y reorientar la vida personal, familiar y social, también la vida eclesial, interpelada igualmente por esta situación. Resaltan el papel de la familia, donde “hemos sido custodiados y sostenidos” y donde los creyentes la hemos experimentado “como verdadera Iglesia doméstica”. Subrayan el papel que las familias tendrán para sostener económicamente a sus miembros y con la preocupación de la exclusión social que se puede cernir sobre ellas si no se toman medidas especiales de protección. Los Obispos no han querido olvidarse de los países más necesitados y por eso apelan a la cooperación internacional y agradecen el esfuerzo realizado por Misiones Diocesanas Vascas y Cáritas de Pamplona-Tudela hacia las zonas más pobres del planeta donde han enviado “una ayuda de emergencia”. Resaltan la necesidad de una Europa unida y generosa y llaman a todos al cuidado de la biodiversidad y al consumo responsable con una “profunda reflexión sobre la conversión de nuestros hábitos y estilos de vida”.
Serenidad y esperanza
Los pastores de la Iglesia vasca y navarra subrayan la generosidad de tantas y tantas personas que han dado lo mejor de ellas para contrarrestar las consecuencias de esta pandemia y en este sentido, se han detenido para dar las gracias “a todos los que han hecho posible que actuemos con serenidad y esperanza en el difícil trance del confinamiento y la desescalada”. Ante la más que previsible próxima crisis económica de enormes proporciones y la preocupación de muchísimas personas por su situación laboral incierta, la Carta de los Obispos advierte que “es necesario proporcionar la ayuda eficaz al tejido económico, empresarial y laboral con vistas a la generación de bienes y al mantenimiento y creación de empleo estable y de calidad. Todos estamos llamados a colaborar en este enorme desafío: instituciones públicas y privadas, civiles o religiosas, dejando de lado prejuicios ideológicos excluyentes. Es un momento propicio para revisar las estructuras sobre las que se asienta la economía, realizando las correcciones necesarias de modo que la persona sea siempre el centro de la actividad económica”.
Añaden que “mientras no sea posible obtener los ingresos suficientes para una vida digna, debemos sostener a los desempleados, personas vulnerables y familias en riesgo de exclusión por medio de mecanismos que les ayuden a afrontar esta situación, tales como la renta de garantía de ingresos en el País Vasco o la renta garantizada en Navarra y recuerdan el papel de la Iglesia en estos duros meses. “Las comunidades cristianas, sus laicos, sacerdotes, diáconos y consagrados han mantenido viva la presencia del Señor y se esfuerzan para atender a los fieles en sus necesidades materiales y espirituales. Las parroquias y sus Cáritas, junto a otras instituciones eclesiales y civiles, han multiplicado sus esfuerzos para atender a los más necesitados” constituyendo todos ellos –junto con sanitarios, policías, voluntarios, servicios e instituciones públicas y privadas– “ejemplos de amor y signo de la misericordia de Dios que nos sostiene en estos momentos de dificultad”.
Agradecimiento a los sacerdotes
Los Obispos también tienen palabras para los sacerdotes de las diócesis vascas y navarra. “Agradecemos el esfuerzo de todos por mantener creativamente las tareas en los diversos ámbitos pastorales, en el anuncio a través de redes sociales, webs y medios de comunicación, en el sostenimiento de los procesos de iniciación cristiana, en el servicio de la caridad a través de Cáritas y otras instituciones eclesiales, en la celebración de la fe” y recuerdan lo “especialmente doloroso que ha sido no poder asistir físicamente a las celebraciones eucarísticas durante el confinamiento y no haber podido celebrar las exequias por los fallecidos confortando y arropando a sus familiares”. Por ello, anuncian que los funerales por las personas fallecidas durante estos meses de confinamiento serán el 25 de julio, festividad de Santiago Apóstol.
En suma, los Obispos llaman a los fieles a ser sembradores de esperanza en un momento histórico, como otros ya vividos, siendo capaces de dar lo mejor de cada uno por amor y servicio al prójimo, especialmente a las personas más vulnerables, con la confianza puesta en el acompañamiento de Dios, que nunca abandona, y en la firme esperanza de María.