Apuntes de una Conferencia Zoom del COF de Valladolid sobre Acompañamiento en el Duelo
Por Giorgio Chevallard
Con la Dra. Ana Cuevas – 11 Mayo 2020
La Dra. Cuevas es madre de 3 hijos (más otro perdido durante el embarazo, quiere recordar).
Regla General: Todos los duelos son diferentes… y casi todo es normal
Solemos vivir de espaldas a la muerte. Con el coronavirus no podemos acompañar ni estar en el funeral, es más traumático. La ausencia sin poderse despedir en el momento de la muerte genera más angustia. A veces, sin tener siquiera las cenizas. La sensación de irrealidad es aumentada.
Respetar el proceso de la otra persona en cada momento. Hay gente que llora y gente que ni puede, casi “anestesiada”. [Algún ‘doliente’ (que estaba viviendo un duelo) casi agradece encerrarse en casa y en sí mismos por el coronavirus]. Hay que ir un paso por detrás o a su lado, nunca ‘por delante’: hay que respetar sus tiempos.
¿Cómo respetamos la otra persona? Con las 3 actitudes básicas de la Relación de Ayuda (el ABC): escucha activa, aceptación incondicional, empatía.
Escucha activa: debemos vaciarnos (previamente) de nuestras preocupaciones. Hacer pocas preguntas y que sean preguntas abiertas, que hable el otro. Abrirle una puerta. Posible pista: preguntar cómo fue el momento último (si lo quiere contar).
Aceptación incondicional: que la otra persona se sienta acogida y protegida. No juzgar nada; y que no se sienta juzgada. Hay que valorar (= dar valor) a lo que el otro comparte con nosotros. No intentar convencer. El duelo es normal: pero no podemos soltar que su situación “es normal” para consolar…
Empatía: sentir con el otro, entrar en sintonía. Transmitir que hemos conectado… y que ella lo perciba. Valorar los recursos que la otra persona tiene. Hacerlo a distancia (teléfono, videoconferencia…) es más difícil; y no es lo mismo. Favorecer el encuentro.
Entre las muchas actitudes a cultivar la Dra. Cuevas destaca:
- Delicadeza
- Paciencia
- Valentía (atrevernos a ofrecernos libremente…)
- Auto-regulación (según nuestra capacidad de gestionar nuestras emociones. Si lloran, está bien, no pasa nada. Sin forzar; tampoco aguantar nuestro llanto).
Que no hay que hacer:
- No hacer muchas preguntas (y que sean abiertas; no las que se responden con un si o no).
- No interrumpir (sólo permitido para comprobar que la has entendido bien).
- No hablar de uno mismo (ya preguntará si quiere).
- No juzgar.
- No dar soluciones (a menos que lo pida o pregunte).
- No usar expresiones vagas, frases hechas, generales (mejor un silencio ‘rico’).
- No quitar importancia.
- No dar nada por supuesto.
Lo que se hace con verdad se nota. Ayudar a recomponer el corazón roto.
Hay unas posibles sugerencias (sólo si preguntan, tener algo preparado a responder):
– escribir (sobre lo que viven).
– invitarles a escuchar o leer a otros.
– mantenerse en contacto.
– buscar el contacto con la naturaleza.
– preparar los funerales o un ritual de despedida.
Darles libertad si prefieren el silencio o no hablarnos.
“Nadie muere solo” (cómo consolaba Jesús) [en el espacio de preguntas alguien recordó el testimonio de tantos sacerdotes y personal médico que han acompañado a morir gente desconocida: un ejemplo de la comunión de los santos]
Comentarios, preguntas y respuestas:
- ¿Cómo transmitir esperanza a quien no tiene fe? R.: No es fácil; buscar elementos en su vida que apunten allí. No hay una “fórmula” adecuada a cada ocasión…
- A veces tengo la ‘tentación’ de proponer la mirada de la fe (que es lo mejor que puedo ofrecer): ¿cómo hacerlo respetando la libertad del otro? R.: hay que entrar en un dialogo profundo con el otro, honesto, de corazón a corazón. La muerte nos hermana y une a todos de una forma extraordinaria.
- Habló también de las fases del duelo: 1) el shock inicial (la bomba), con la negación (sensación de irrealidad: esto no me puede estar pasando a mi…); 2) la caída (están peor, la “curva” cae…; es el duelo); 3) la aceptación (la curva remonta… “aceptas” el dolor). No siempre estas fases están ordenadas, a veces va como una montaña rusa, subes y bajas… siempre debemos preguntar.
- Un sacerdote que ha vivido 22 entierros ha comentado lo duro que ha sido, pregunta si esta experiencia pasará factura. R.: Sí, pasará factura. Se debe buscar gente de confianza (poca) y compartir (mejor con gente que lo ha pasado igual).
- Hay gente que parece que no sabe salir del duelo (el “duelo enquistado”). R.: Es que no se trata de “pasar página”, sino de integrar esta página en el libro de la vida. Un duelo bien hecho hay que vivirlo en profundidad. Para vivirlo en profundidad hay 4 tareas: A) aceptar la realidad de lo perdido; B) entrar en los sentimientos en profundidad (mirarlos de frente); C) aprender a vivir sin esta persona; D) hacerle un espacio afectivo interno. Aceptar nuestra vida es una bomba. La tristeza no es un sentimiento negativo. Debemos acompañar la soledad.
- ¿Cuál es la duración normal del duelo? R.: no existe una duración ‘normal’. Los psicólogos hablan de 3, de 6 meses… es poquísimo tiempo; un año, y hasta dos, es normal.
[apuntes publicados con el permiso del COF de Valladolid. No revisados por la autora]