Por el Dr. José María Simón Castellví

Presidente emérito de la FIAMC

Introducción

Se suele afirmar repetidamente y a veces acríticamente que la Bioética es una ciencia relativamente nueva y que nació en 1970 de la mano del bioquímico y oncólogo norteamericano Van Rensselaer Potter. Sin embargo la substancia, materia o asignatura de ésta creo fue muy anterior.

           El término “Bioética” es claro y afortunado; al igual que lo es el de “Biojurídica”, acuñado por María Dolores Vila-Coro, filósofa, jurista y académica siempre atenta a los avances científicos y a los problemas de la humanidad, que conocí personalmente y de la que aprendí tanto. También tienen su interés aunque no son perfectos los llamados Principios fundamentales de la Bioética: los principios de autonomía, de beneficencia, de no maleficencia y de justicia. Soy de los que creen que este principalismo es claramente insuficiente. Por otra parte, se dice que la Bioética es la Ética del siglo XXI.

          El Juramento de Hipócrates, la Oración de Maimónides o el Código de Hammurabi (quizá el primer conjunto de leyes de la Historia) contienen elementos muy interesantes para la Bioética pero hay que admitir que no se pueden considerar una ciencia o una asignatura.

“Elementos de Moral Médica” (1831)

          Pero, veamos, en 1831 se publicó en Barcelona el libro “Elementos de Moral Médica o Tratado de las obligaciones del médico y del cirujano” en el que “se exponen las reglas de conducta moral y política en el ejercicio de la profesión”. Su autor fue el Dr. D. Félix Janer, catedrático de Clínica interna en el Real Colegio de Medicina y Cirugía de Barcelona y socio de varias academias. Se imprimió con licencia por la imprenta de Joaquín Verdaguer, calle del Gobernador, nº 10.

           En el prólogo se afirma: “Si entre nosotros hace falta tal tratado (de Moral Médica), ¿cómo no seria útil una obra que enseñase del modo correspondiente á los facultativos el mas cabal desempeño de sus obligaciones, y les trazase la senda que deben seguir para ejercer su tan delicado como espinoso ministerio con virtud y honor?”

          En el Capítulo I trata del objeto, necesidad y ventajas de la Moral Médica. El texto contiene algunas variaciones respecto a la ortografía castellana actual pero es perfecta y cómodamente comprensible. Se lee con gusto. En un párrafo de este primer capítulo se dice que las obligaciones propias de la profesión médica se han llamado los Oficios del Médico, quien cumpliéndolas del modo correspondiente, se porta también según corresponde hacia Dios, el estado, los enfermos, su profesión y sus profesores, y por fin hacia sí mismo. La Moral Médica es el complemento de las Instituciones médicas y quirúrgicas que sin duda serían completamente imperfectas sin ella.

          El Capítulo II trata de las bases y motivos de la Moral Médica, y afirma que se fundan en la moral religiosa y en la moral natural. Su argumentación es de sentido común y no necesariamente atada a la práctica de una religión concreta: “el médico o el cirujano que con una medicina dada oportunamente ó una operación practicada con mano diestra han restituido un hijo querido al seno de su desolada madre (…) que con su muerte iba a quedar sumida en la más horrorosa indigencia, no pueden ménos de presentarse radiantes de gloria y dignidad (…)”. “Puede servir cada dia á ilustrar, amplificar y perfeccionar la metafísica, la moral y la legislación (…)”.

          En otros capítulos se habla de la certeza de la Medicina (un barrunto de lo que hoy llamamos “Medicina basada en la evidencia”), de las dificultades, de las obligaciones, del modo de visitar, del modo de recetar, del modo de percibir los honorarios, del modo de relacionarse con los colegas o farmacéuticos, del modo de tratar a los débiles… ¿No nos hallamos ya ante un corpus doctrinal de lo que más tarde se llamaría “Bioética”?

Asociaciones profesionales basadas en la Ética Médica

          Bajo el ímpetu del Papa León XIII (1878-1903) nacieron las dos primeras asociaciones de médicos católicos. En 1884 nació la de Francia (de la mano del Dr. Le Bèle) y en 1884-1886 la de Barcelona (de la sabia mano del Dr. Anguera). Esta segunda, pronto se llamaría Hermandad Médico-Farmacéutica de San Cosme y San Damián. Los miembros de las mismas tenían como máxima preocupación demostrar que no había contradicción entre la Ciencia y la Revelación. Que eran compatibles la investigación, la asistencia y la docencia, con la más exquisita fidelidad a la Doctrina y a la Tradición.

           “El sentido católico de las ciencias médicas” era la revista editada por la junta directiva, formada, entre otros, por el Dr. Anguera, presidente, i por el Dr. Josep Blanc i Benet, tesorero, experto en Deontología Médica y famoso higienista de biografía amplia e importantes publicaciones. El Dr. Blanc fue el alma de la publicación durante 25 años, hasta su muerte el 6 de marzo de 1923.

           El último presidente de la Hermandad y amigo personal y de mi familia, el Dr. Josep Maria Massons I Esplugues fue el primer presidente de Metges Cristians de Catalunya (Médicos Cristianos de Catalunya), aun existente. La Hermandad tuvo grupos en Barcelona, Valencia, Palma de Mallorca, Madrid. La última que he conocido ha sido la Hermandad Médico-Farmacéutica de Burgos-Madrid, con el Dr. Alejandro Ridruejo como presidente y con Don Raúl Berzosa –hoy obispo- como consiliario.

           La asociación de Barcelona fue capaz que enviar delegados varias veces al año a las reuniones de junta directiva europea y a todos los congresos europeos. Tambíén consiguió enviar delegados y ponentes a las juntas directivas internacionales y a los congresos mundiales. De hecho, fue capaz de organizar dos de estos: en 1974 (con el título de “La libertad de los hijos de Dios”) y en 2006 (“Médicos católicos, globalización y pobreza”). En este último año, por primera vez en la historia, se organizó una exposición internacional sobre Medicina misionera. Hubo también, amén de sesiones generales y continentales, diversos simposios paralelos: de Psicólogos católicos, sobre procesos de beatificación y canonización, de médicos jóvenes, de ecumenismo en la Medicina.

http://fiamcbarcelona2006.org/fiamc.asp?IDIOMAPAG=ES

            A aquellas asociaciones profesionales médicas católicas pronto les seguirían muchas otras, incluso fuera de Europa, como la de Buenos Aires. Junto con la Jerarquía de la Iglesia estos consorcios, hermandades o asociaciones, contribuyeron a configurar algunos códigos de conducta para los profesionales sanitarios en diversos países.

          El 9 de abril de 1904, el Papa Pío X (1903-1914) recibió en audiencia a más de 300 médicos de Francia, España, Bélgica, Italia, Países Bajos, Suiza, Luxemburgo, Canadá, etc. Dentro del primer encuentro internacional de médicos católicos en Roma.

          En 1924, bajo Pío XI, el Secretario de Estado Pietro Gasparri y Mons. Eugenio Pacelli apoyaron la creación en París del Secretariado Internacional de Médicos Católicos. Desde entonces todos los papas han enviado siempre mensajes o han recibido en audiencia a los congresos europeos o internacionales de médicos católicos. Especialmente prolífico fue Pío XII (80 mensajes a los médicos). Juan Pablo II compuso para nosotros la “Oración del Médico Católico” y aprobó la “Promesa del Médico Católico”:

http://www.fiamc.org/faith-and-prayer/priere-du-medecin-catholique-prayer-of-the-catholic-doctor/

“Principios morales y práctica médica” (1897)

          En 1897, Benziger Brothers, publicó en inglés en los Estados Unidos el libro de Charles Coppens titulado “Principios morales y práctica médica”. Trataba de los orígenes de la Jurisprudencia médica, de la craneotomía, del aborto, de las enfermedades venéreas, del hipnotismo… Y daba claves estrictamente católicas pero también claves legales y de ética general. Me dicen colegas médicos mayores que este libro tuvo un gran impacto en la medicina de la época y que muchos profesionales lo buscaban para consultarlo incluso muchos decenios después de su publicación.

“Las Ciencias Médicas (criterio católico)” (1916)

          En 1916 se publicó en Barcelona el libro “Las Ciencias Médicas (criterio católico)”, que empezaba con una conferencia dada por el Dr. José Blanc y Benet en la Liga Barcelonesa de Higiene Escolar. Fue editado por Tipografía Perelló, calle Pelayo, 20, Apartado 547. Trataba sobre aspectos médicos diversos, como divulgación y de temas que hoy englobaríamos en la Bioética. Entre sus numerosos autores, cito algunos que recuerdo de otros libros o revistas: Rafael Álvarez de Toledo Valero, Agustín Bassols y prim, Luis Cicera y Salse, Guy Larroche, Joaquín Morera Pujol, Agustín Pérez Bufill, Antonio Vallejo Nájera, Manuel Massó Barraquer…

          En los años 90 los herederos de la Hermandad crearon la Fundación Doctor Blanc i Benet para apoyar la investigación y la divulgación de la Ética Médica. Durante años apoyó la publicación de revistas, libros y materiales audiovisuales. También se implicó en la organización y financiación de jornadas de formación para médicos y otros profesionales sanitarios.

“Deontología y Técnica profesional” (1928)

          En 1928, bajo la dirección de Emilio Sergent, la Editorial Pubul publicó en Barcelona un volumen titulado “Deontología y Técnica profesional. La vida del médico. Formación práctica”, del Dr. Pablo le Gendre, del Hospital Lariboisière. El autor se quejaba en la introducción de que hasta hacía poco nunca la enseñanza de la Deontología había figurado en los programas de formación médica.

          En la asignatura de Medicina Legal se habían tratado algunas cuestiones como el secreto médico, el charlatanismo o la responsabilidad. Pero hacía falta enseñar a los médicos sobre sus derechos y sus deberes. El libro es tan completo como interesante incluso para un médico de hoy. Habla de la vocación a la Medicina, del aprendizaje y sus dificultades, ¡de la necesidad de la formación continuada!, de los hospitales, de los testamentos, de algunas asignaturas, de cómo expresarse como médico, etc. Y solo en un capitulo, sí, habla también de la moral médica.

Otras publicaciones

          En 1941 la Sociedad de Educación Atenas publicó el libro “Medicina y moral. Cuestiones morales modernas relacionadas con la medicina” del religioso J. García F. Bayón. Trataba sobre la eutanasia, la embriotomía, la anticoncepción, la sífilis, el matrimonio, la licitud de la continencia conyugal periódica…

          En 1954, la Librería Editorial Argos de Barcelona publica el libro de Luigi Scremin “Diccionario de moral profesional médica”. En la introducción aborda un aspecto muy importante (del que se trata a menudo en Bioética). Veamos: “Pero a las “nociones morales” es menester darles un fundamento; y cuando se habla de fundamento acude a la mente la consideración del filósofo: “predicar la moral es fácil, darle un fundamento es difícil”.  Trata sobre temas candentes ayer y hoy: aborto eugenésico, aborto indirecto, aborto por indicación social, aborto terapéutico… En el último apéndice se pregunto si son los médicos materialistas. Y concluye que no.

          El ejemplar número 43 de la revista Philos (Madrid, 1956), órgano de expresión de la Federación de Hermandades Médico-Farmacéuticas de San Cosme y San Damián, contiene un elogio del padre Antonio Castro, famoso por tratar los temas de ética médica entre los profesionales de aquella época. También habla de la partenogénesis, del parto sin dolor, de la vida del médico. Como curiosidad, diré que la revista contiene publicidad de la industria farmacéutica. Espasmopaver, Bronquiasmol, Sulfalergial, Anemihepat, Enzimogastrol, Frenotensina, Viteínas…

          En estos libros y revistas se tratan de una manera sistemática y bajo un denominador común sobre el comienzo de la vida humana, sobre su transmisión, sobre su final, sobre los requerimientos del médico para con los enfermos –especialmente los más débiles o niños- y sobre las responsabilidades del médico ante otros colegas, las enfermeras, los farmacéuticos o ante la sociedad.

Conclusión

          Así pues, basándome en mi propia Impresión Clínica Global (Clinical Global Impression, Spilker, 1994), los textos a mi alcance, los libros que poseo y los colegas de diversas partes del mundo con los que he podido hablar durante tantos años de estudio y de servicio en instituciones internacionales, he de concluir que la Bioética empezó realmente muchos años antes de lo que se afirma.