Dr. José María Simón Castellví

Presidente emérito de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC)

Cuando yo empezaba a estudiar Medicina se consideraba que las úlceras gastroduodenales eran causadas solo por un exceso de acidez digestiva, que las apendicitis siempre se debían operar (sino el paciente se moría) y que el colesterol podía llegar a 300. Hoy en día las cosas han cambiado algo: las úlceras se sabe se producen sobre todo por una bacteria, las apendicitis incipientes se pueden a veces controlar con antibióticos y el colesterol total mejor que no pase de 150. ¿Quiere esto decir que teníamos entonces un problema con la verdad? Bueno, entonces, como hoy, se hace como se sabe y cree en ciencia y en conciencia.

            Antes de la aparición de los potentes inhibidores de la bomba de protones, como el omeprazol y otros, se trataban las úlceras con bicarbonato, dieta y a veces con cirugía de vagotomía más piloroplastia. Ello aliviaba a los pacientes y era lo que se debía hacer. Hoy se sabe que la bacteria Helicobacter pylori está decisivamente implicada y se combaten las úlceras con antibióticos y omeprazol. Incluso hay una prueba para detectar la bacteria en el aliento de la persona. Se hace lo que hoy se sabe y se debe hacer para aliviar y curar a los pacientes.

Algunas apendicitis incipientes (es un caso paradigmático el de un famoso deportista que se hallaba enfermo en el extranjero) pueden tratarse con terapia antibiótica y posponer o abandonar la extracción del apéndice. Es algo nuevo. Antaño se operaba a aquellos con síntomas y se evitaba su más que segura muerte. De hecho, la apendicitis fue en muchos casos la causante del cólico miserere, afección peritoneal para la cual el tratamiento era el prepararse para bien morir…

          Las cifras de colesterol total recomendado en sangre, una grasa necesaria para nuestro organismo pero que en exceso tapona los vasos sanguíneos, hay ido bajando y hoy se quieren al mínimo. En los casos de riesgo cardiovascular alto, incluso se medica la persona aunque su colesterol esté en cifras aceptables.

          Esta introducción relativamente larga viene a cuento porque a algunos les ha salido un sarpullido al conocer la existencia de un Consorcio católico internacional para combatir las informaciones falsas en referencia a las vacunas contra la COVID-19. Parece que no sea posible avanzar en el conocimiento de la verdad respecto al virus, la enfermedad, las vacunas y los tratamientos sintomáticos y etiológicos. Y sin embargo, se puede. No se trata de asuntos de Fe sino de Medicina. Y sería horrible ejercer la Medicina (una de las profesiones más gratificantes y a la vez más duras de mundo) sin tener la convicción de estar haciendo lo correcto en cada momento según los datos que nos ofrece la Ciencia en cada momento. Curar, aliviar, consolar, prevenir, rehabilitar, son nuestra misión.

Es cierto que los intereses económicos y políticos existen. Y que no acabaremos de comprender esta pandemia hasta que hayan pasado unos cuantos años, tanto los ciudadanos como los médicos y el resto de personal sanitario. Pero a pesar de todo la Medicina avanza. La gente vive más y mejor que antes. Las vacunas occidentales son útiles para evitar una enfermedad grave, creemos que son seguras y, aunque algunas estén contaminadas de lejos con el crimen del aborto, no se puede decir que sea inmoral dejárselas poner ya que la colaboración con el mal es remota y no formal sino material. Está claro que yo preferiría unas vacunas con aún más tiempo y calidad de evidencia científica en cuanto a seguridad y eficacia. Y fabricadas por empresas absolutamente éticas. Pero ello no es aún posible. Debemos tratar a nuestros pacientes con lo que tenemos a nuestro alcance. Lamentablemente el error está muchas veces presente en la vida de los hombres sobre esta tierra. Ello no obsta para que sigamos avanzando y corrigiendo el rumbo si fuera necesario.

Los médicos debemos hacer el bien, evitar el mal, nunca hacer un bien a través de un mal y subsanar nuestros propios errores como profesionales (combatir la yatrogenia).

Aleteia es un gran portal católico de internet con varias posibilidades lingüísticas que se mantiene siempre fiel a la Doctrina católica y huye del criticismo. Años y años de artículos así lo demuestran. Es un buen medio con un buen equipo para liderar un Consorcio que contribuye a ofrecer luz en las informaciones sobre las vacunas. El mismo Santo Padre Francisco nos ha alentado a combatir la desinformación sobre este tema. Otros medios de comunicación y organizaciones científicas pueden sumarse a un proyecto que es sólido y bienintencionado. Un proyecto de servicio.

NOTAS

1.- Catholic Factchecking – International Catholic Media Consortium on COVID-19 Vaccines (catholic-factchecking.com)

2.- El autor tiene sus dudas sobre la pertinencia de vacunar a niños muy pequeños.

3.- El autor no necesariamente está de acuerdo con las opiniones de todos los actores del Consorcio. Pero lo valora como una idea necesaria y proactiva en el mundo actual.

4.- El autor cree firmemente que es el mismo Dios quien inspira los avances de la Medicina a través de las personas y de las mismas leyes de la naturaleza.

CONFLICTO DE INTERESES

En las publicaciones médicas se suele comentar al final de cada artículo los posibles conflictos de intereses en los que puede incurrir el autor. En este caso debo decir que soy miembro del Comité científico de Catholic Factchecking, que no he cobrado por ello y que, si lo hago, será por una cantidad mínima en relación con mis ingresos como médico en ejercicio.