JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO

       Yo soy testigo de esta iniciativa eclesial

                                        + José L. Redrado, OH

La Jornada Mundial del Enfermo nace en una comida con el Papa Juan Pablo II el 19 noviembre 1991; los  huéspedes éramos el Cardenal Fiorenzo Angelini, Presidente del Dicasterio para la Pastoral de la Salud, yo mismo y Felice Ruffini, secretario y subsecretario respectivamente del Pontificio Consejo. Fue en esta comida, en diálogo con el Papa sobre temas de Pastoral de la Salud, donde surgió la petición al Papa de celebrar una Jornada Mundial de los Enfermos.

El Papa estaba contento de que se llevara a cabo. Así, mediante una Carta enviada  al Cardenal Angelini, firmada el 13 de mayo de 1992, indicaba la fecha de celebración sería el 11 febrero, fiesta de Ntra. Sra. de Lourdes. Y también indicó la finalidad de dicha Jornada.

La primera se celebró en Lourdes el 11 febrero de 1993. Después de esta Jornada fuimos celebrándola cada año en diversos continentes hasta 2007. Seguidamente, por indicación del Papa Benedicto XVI, la celebración mundial se realiza cada tres años en un lugar diferente.

La Jornada mundial nace en un contexto importante: es el resurgir de la Pastoral de la Salud después del Vaticano II en Bélgica, Francia y España. Este resurgir incide también en la creación del  Pontificio Consejo (11 febrero 1985) con finalidad de animar y coordinar la Pastoral de la Salud a nivel mundial. Es en este contexto de animación que hemos de poner un “medio” tan importante como es la Jornada Mundial del Enfermo, providencial, ya que es una nueva ocasión de animación y presencia pastoral para los enfermos y personal sanitario; diría que la Jornada es el brazo derecho de la Pastoral de la Salud: momento de reflexión animación y oración. Basta que se tome con responsabilidad.

En la Carta institutiva se indica sobre todo la finalidad:

  •  Sensibilizar al pueblo de Dios y a la sociedad
  •  Ayudar al enfermo a llevar adelante su enfermedad
  •  Implicar a las diócesis y familias religiosas
  •  Favorecer el voluntariado
  •  Promover la formación espiritual y moral  de los agentes sanitarios
  •  Recordar la importancia de la asistencia religiosa a los enfermos.

Llevar a la práctica este por qué  celebrarla, implica que se prepare bien, que surjan iniciativas a nivel nacional, diocesano, parroquial y hospitalario. Los centros católicos de salud vienen llamados  de forma particular a implicarse en esta animación y celebración. Dígase lo mismo de las diversas Asociaciones católicas de médicos, enfermeras y farmacéuticos.

Sí, la Jornada Mundial del Enfermo es una buena ocasión para una toma de conciencia y responsabilidad en la animación de la Pastoral de la Salud más organizada y más viva. El documento institutivo de la Jornada nos ofrece suficientes ideas para prepararla. A ello se añade el Mensaje del Papa cada año con una idea precisa que puede ser objeto de mayor reflexión, dependerá de la creatividad y de los recursos que se tengan.

Para este año 2024 el Mensaje del Papa reza así: “No conviene que el hombre esté solo” (Gen. 2, 18). Hemos sido creados para estar juntos, dice el Papa, no solos. Nos asusta, sigue diciendo el Papa, el abandono, la inseguridad, la soledad y la enfermedad; lo visibiliza después el Papa con varios ejemplos de los cuales hemos de tomar nota para poder aplicar la cura precisa: cercanía, ternura, compasión, amor. Y un buen ejemplo: el Buen samaritano (Lc 10, 25-37): ve, se conmueve, cura, lo lleva a la posada. Y nos deja este “imperativo”: Haz tú lo mismo. Tú y yo, toda la Iglesia, posada que acoge al pobre, al enfermo, al necesitado.

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