«Me dijeron que si hubieran sabido que yo no hacía abortos no me habrían contratado»

El ginecólogo y portavoz de la asociación de Médicos Cristianos de Cataluña ve «una vergüenza» la lista de objetores

Guillermo Altarriba Vilanova
Guillermo Altarriba Vilanova

Barcelona 14/06/2024 Actualizada 04:301FacebookTwitterWhatsappEnviar por Email

El ginecólogo Eduardo Bataller tiene claro que el registro de objetores de conciencia anunciado esta semana por la Generalitat es «vergonzoso». Especialista en suelo pélvico, compagina su labor en el Hospital Clínic de Barcelona con su consulta privada. Atiende a El Debate como portavoz de la asociación Metges Cristians de Catalunya («médicos cristianos de Cataluña») para reflexionar sobre el nuevo decreto y la realidad del aborto en la comunidad.

–¿Tiene previsto apuntarse en el registro de objetores de conciencia?

–Nunca he pensado en apuntarme, porque me parece vergonzoso. No lo haré si no me obligan casi con una pistola en la cabeza, porque me parece indignante: no tiene ningún sentido en una democracia.–Metges Cristians criticaba este jueves, junto con otras 12 asociaciones, que esta lista «plantea serias vulneraciones éticas», y puede «discriminar o estigmatizar» a quienes se apunten a ella.

–Sí. Yo siempre he sido reacio a esta lista. Además, como en Cataluña no hay impedimento alguno para abortar según la ley, ¿qué sentido tiene hacer una lista de objetores? Está clara la finalidad: es simplemente una lista negra, una búsqueda y captura. Una, además, que se pasa por el forro las leyes de protección de datos. Me parece vergonzoso.

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–El año pasado, la Generalitat informaba de que un 44% de los ginecólogos catalanes habían objetado a practicar abortos. ¿La cifra coincide con su experiencia?

–Yo creo que hay un tema generacional: hay más gente joven a favor del aborto que profesionales sénior. Muchos lo hacen por inercia y muchos porque no se atreven a decir que no quieren practicar abortos. Yo sé que hay quien opina igual que yo pero que no tiene ningún apoyo, que está solo ante una situación en la que le presionan por todos lados. No es falta de convicción, sino falta de seguridad y de apoyo: es estar en una situación precaria y no saber qué va a pasar. Muchos de los que practican abortos no lo harían si pudieran elegir.

–Cataluña es la comunidad autónoma en la que se practican más abortos de toda España.

–Fuera de Cataluña hay algunas donde ocurre lo contrario, y lo raro es que haya ginecólogos que accedan a abortar. Aquí dicen que hay mucho respeto y mucha libertad, pero es mentira. Mira, yo trabajé en un hospital grande en el que me llegaron a decir que, si hubieran sabido que yo no hacía abortos, no me habrían contratado. Y mi mujer, que es comadrona…

–¿Qué le ha pasado?

–Ve que a las mujeres no les dan la opción de informarse para reflexionar. Una compañera de mi mujer se encontró con una paciente embarazada que tenía dudas, y ella le ofreció información sobre alternativas para no abortar. Le llamaron la atención seriamente. Seriamente.

–Ud. también habla a menudo de muchas mujeres que se arrepienten de haber abortado.

–Mi experiencia es que no de inmediato, pero en X tiempo la mayoría de las personas que han abortado sufren y se arrepienten, aunque el ambiente social no lo favorece. A mis colegas en el hospital les digo: «Vosotros les hacéis esto, pero luego se arrepienten y vienen a mi consulta privada, y me dicen que no querían abortar pero que se han sentido presionadas». En los hospitales públicos no se ofrece un apoyo posterior, y tampoco se explican antes las consecuencias psicológicas de un aborto, porque la paciente probablemente no aceptaría la mitad.

–¿Cómo ve los próximos años, con un nuevo gobierno en la Generalitat?

–Veo muy difícil que consigamos ganar algo, porque la tendencia es otra. Pero lo que está claro es que no hemos de ceder. El bebé está en la mujer, pero no es la mujer. Yo siempre digo a mis pacientes: «Te voy a ayudar a tener al niño, no a no tenerlo». Ahora, con esta lista de objetores… el gobierno se va, pero ya está hecho, y los demás, a sufrir. Yo, sinceramente, no voy a ceder.