Josep Miró i Ardèvol

Saludos y agradecimiento.

El tema que me habéis encargado Por un nuevo renacimiento europeo viene precedido del verbo actuar dirigido a alcanzar un fin: el renacer de Europa. Comienzo, pues, por estas dos palabras que son claves: acción y renacimiento.

La acción

Acción que debe ser realmente en modo cristiano y, por ello, es necesario ajustarla; no sirve cualquier tipo de acción, como no sirve cualquier estilo. Y esto es cierto en todos los ámbitos. Cobra una especial importancia en el ámbito político porque constituye un testimonio público.

La acción humana implica intencionalidad y racionalidad; no es un mero reflejo o respuesta instintiva, sino que está guiada por objetivos y valores. Junto con la intención, la acción, que no puede confundirse con el activismo, requiere un agente. Un sujeto, individual o colectivo orgánico, requiere conciencia de lo que se quiere realizar, capacidad para entender la causalidad de lo que se quiere provocar, responsabilidad y comprensión del contexto. Todo esto forma parte de la metodología de la acción. Requiere decisión, planificación, capacidad ejecutora y flexibilidad.

Una acción cristiana tiene más exigencias. Tres autores nos ayudan en su comprensión: Maurice Blondel (1861-1949) en “La Acción: Ensayo de una crítica de la vida y de una ciencia de la práctica”, publicada en 1893. Para Blondel, la acción forma parte de una búsqueda constante de trascendencia. La acción humana refleja un deseo intrínseco de alcanzar algo más allá de lo meramente material y contingente; hay un impulso hacia la superación de uno mismo y hacia la consecución de algo más allá del mero presente o inmediato. Está dirigida hacia la plenitud del ser. Es también una forma de conocer la realidad; no solo afecta al mundo exterior, sino que también transforma al sujeto y su comprensión del mundo. Finalmente, debe poseer una profunda dimensión ética que refleja el carácter y los valores del sujeto.

Podemos completar lo anterior con unas notas de Santo Tomás de Aquino (1225-1274). La acción humana se inscribe dentro de un orden moral que es regulado por la ley natural. Esta ley es una participación de la ley eterna (la razón divina) en la criatura racional y orienta las acciones humanas hacia el bien y la justicia. Tres criterios:

  1. Las acciones deben orientarse hacia una finalidad recta y no meramente hacia bienes aparentes.
  2. La verdadera finalidad es la beatitud en Dios.
  3. La moralidad de una acción se evalúa según su conformidad con la ley natural y la ley divina. Las acciones moralmente buenas son aquellas que respetan el orden moral establecido por Dios y contribuyen al bien último.

La intención detrás de la acción es crucial para su valoración moral. Una buena intención puede hacer que una acción neutra se convierta en buena, mientras que una mala intención puede corromper una acción en apariencia buena.

Mi tercera referencia para este enmarcamiento de la acción es Alasdair MacIntyre: la acción es significativa en la medida en que contribuye a una historia de vida coherente y se inscribe dentro de prácticas sociales que tienen sus propias normas y fines. Las acciones tienen significado porque forman parte de una historia de vida en la que el agente persigue ciertos bienes y objetivos. Las acciones deben contribuir al bien común de la comunidad, que es el contexto en el que los individuos pueden florecer. La evaluación moral de las acciones se realiza en el contexto de los valores y las normas de la comunidad y no simplemente como decisiones autónomas e independientes. No se trata de la acción como resultado de decisiones aisladas o movimientos puramente instrumentales.

Renacimiento. Dos ideas previas

Concepto de Renacimiento

Más allá del concepto más habitual o estricto y a la vez muy impreciso: sucedió a mediados del siglo XIV hasta finales del siglo XVI en Europa, caracterizado por un renovado interés en la cultura, el arte, la ciencia y el pensamiento de la antigüedad clásica, ideas y valores de la antigua Grecia y Roma, si bien que en los términos del vector que los transmitía, que era básicamente el cristiano, la Iglesia para ser más exactos.

Un renacimiento como concepto posee unas características

  1. Humanismo: el ser humano en el centro de la reflexión filosófica y artística. La cuestión es cómo entendemos a este ser humano. ¿A imagen de Dios o sin Dios? Hoy, una tarea básica del humanismo es la de humanizar la tecnología en lugar de aplicarla para construir lo posthumano.
  2. Renovación Artística.
  3. Progreso Científico. Innovaciones tecnológicas y mejoras materiales en las condiciones de vida.
  4. Exploración Geográfica: nuevos horizontes. ¿Cuáles pueden ser hoy? Sugiero tres: liberar al ser humano, sanar la Tierra y conquistar el espacio.
  5. Cambio en la Educación.
  6. Recuperación de las fuentes y de la tradición y su revitalización.
  7. Transformación Cultural: un Renacimiento transforma profundamente.
  8. Nuevas Formas de Gobierno y Sociedad.

Europa y los renacimientos

  1. Un renacimiento surge como una respuesta a una gran necesidad. Esta es nuestra experiencia: Europa se configura siempre a partir de una serie de sucesos extraordinarios que se ajustan al concepto de Renacimiento y tienen desde su mismo origen idéntico fundamento: el cristianismo.
  2. Europa empieza a surgir después de la caída del Imperio Romano desde el cristianismo en una doble dimensión estrechamente entrelazada. El más potente, el de la fe; la conversión desde el paganismo, los pueblos germánicos, los últimos los sajones, eslavos, polacos y magiares, pueblos nórdicos, vikingos, que en su inculturación en Bretaña e Italia constituyen los normandos. La otra dimensión es la de la cultura en su sentido amplio, también técnico y económico. Un buen ejemplo de síntesis son los monasterios del Císter. Poblet.

Europa vive, a partir del nacimiento inicial con el nuevo orden de la llamada Edad Media, tres renacimientos hasta llegar a la ruptura de la Ilustración.

Los Renacimientos de Europa

  1. Renacimiento Carolingio (siglo VIII-IX), que configura el espacio más semejante a lo que sería con el paso de los siglos el Mercado Común. Carlomagno (768-814) y sus sucesores.
  2. Renacimiento Otoniano (siglo X-XI), bajo el gobierno de la dinastía otoniana, especialmente durante el reinado de Otón I (936-973).
  3. Renacimiento del siglo XII (siglo XII-XIII), fue una época central de revitalización intelectual y cultural en Europa Occidental, no exenta de grandes tensiones causadas por el choque entre la filosofía aristotélica y la teología agustiniana. Santo Tomás de Aquino y su gran síntesis son claves en la superación de un conflicto cultural que podía haber roto Europa. Desarrollo Universitario: Bolonia, París. Avances en la astronomía, la medicina y la matemática, desarrollo de la escolástica como un método de pensamiento crítico y de enseñanza en las universidades. Innovaciones arquitectónicas: avances en la arquitectura gótica, los arcos apuntados y las bóvedas de crucería.

La gran ruptura de la Ilustración y la Revolución francesa y las revoluciones liberales posteriores. Inicio de la Modernidad. Un periodo agitado 1789-1848. Este último, el año de las revoluciones en Europa; antes hubo también en 1829 y 1830. 

La Ilustración, en definición de Jürgen Habermas, que en realidad asume acríticamente la definición de Max Weber, consiste en la diferenciación, por primera vez, de la ciencia, la moral y el arte, que ya no estaban articulados por una cosmovisión, sino que constituían esferas de valor autónomas, cada una regida por sus normas sobre la verdad, la justicia y la belleza. Ya hemos visto a lo que nos ha conducido esta particular visión que ha destruido todo concepto moral común, como critica MacIntyre en “Tras la virtud”.

La Modernidad prepara la II Guerra de los 30 años (1914-1945). La destrucción de la cultura europea. ¿Era el fin?

Europa estaba derruida, exhausta, desahuciada. Unas cifras:

  • Solo en Alemania, 19.447.800 personas extranjeras contra su voluntad.
  • El 75% de Berlín destruido o de Varsovia.
  • Y muertos, sobre todo muertos. 365 millones de personas en total, el equivalente a la Francia de la época.
  • Violencia, pillaje, sin carreteras, puentes, ferrocarriles, fábricas y puertos destruidos.

Dos libros necesarios: Postguerra de Tony Judt y “Descenso a los Infiernos” de Ian Kershaw. Hay que leer eso para saber de dónde venimos en términos europeos y porque realmente lo que vino después, el Milagro, sí parece un Milagro de verdad.

Porque lo que vino después fue los “Treinta Gloriosos” (1945-1975) de gran recuperación y crecimiento económico: estado del bienestar, transformación social y sobre todo paz, concordia y armonía sustituidas por la revitalización de la idea de Europa, una idea cristiana y de su Integración.

Todo esto fue posible por la existencia de una base de una cultura cristiana que permitía compartir unos mismos valores. Lo que pedía Azaña, ya muy tarde, las “3 p”: Paz, piedad y perdón, el 18 de julio de 1938 en Ayuntamiento de Barcelona. Podían ser realidad en Europa a pesar de la sangre derramada y la destrucción cometida.

Los padres fundadores expresan esa realidad cristiana: De Gasperi en Italia, Schuman en Francia, Adenauer en Alemania. Tres grandes católicos comprometidos políticamente. 

Surge el nuevo renacimiento de la mano de la reconciliación, la reconstrucción y el pragmatismo al servicio de los grandes ideales

El impulso se concreta en 1949 con el Consejo de Europa, en 1951 con la Comunidad del Carbón y Acero y, sobre todo, en 1957 con los Tratados de Roma sobre la Comunidad Económica Europea (CEE) y el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea de la Energía Atómica (CEEA o EURATOM).

No es casualidad que en paralelo cobre fuerza la visión filosófica de Maritain. La “nueva cristiandad”, una forma de organización social inspirada en los valores y principios cristianos, pero adaptada a la realidad contemporánea:

  • Humanismo Integral: respetar y promover la dignidad humana en todas sus dimensiones (espiritual, moral, cultural y material).
  • Orden Social Cristiano: sin confundir la esfera religiosa con la política.
  • Distinción entre Iglesia y Estado: donde la ética cristiana inspire las relaciones y las instituciones promoviendo la justicia social, la paz y la solidaridad.
  • Democracia Personalista: Justicia Social y Subsidiariedad.
  • La importancia de Cultura y Educación como herramientas esenciales para formar ciudadanos que vivan de acuerdo con los valores de la nueva cristiandad.
  • Economía y Trabajo: al servicio del hombre.
  • Política y Gobierno: en la esfera política, Maritain propone sistemas de gobierno que fomenten la participación activa y respeten los derechos humanos. Una democracia que sea más que un simple procedimiento electoral, sino un verdadero compromiso con la dignidad humana y el bien común.

La doble revolución. Primero cultural, moral y antropológica, desarrolla las rupturas de la cultura de la desvinculación iniciada con la Ilustración. Fecha simbólica: mayo del 68. Después, la segunda revolución centrada en la desvinculación económica y social de los años ochenta, lo que se ha venido a llamar neoliberalismo seguramente por la mala conciencia liberal, anuncian el inicio del agotamiento del cuarto renacimiento europeo que ahora, en la tercera década del siglo XXI, está agotado.

La naturaleza del nuevo renacimiento

¿Podemos forjar un nuevo renacimiento? Deberíamos, porque es una necesidad vital. Un renacimiento que rectifique el actual camino de polarización que conduce a los extremos por la profundización en los ideales y la práctica de los que son nuestros fundamentos. Porque la naturaleza del nuevo renacimiento, al igual que todos los anteriores, solo puede ser cristiano. Cristiano en un sentido preciso: el de fundamentarse en la cultura cristiana.

Para entendernos desde el inicio: Cultura Cristiana no es igual que fe. 

La propuesta cultural cristiana no parte de la fe, que es lo que determina la confesionalidad, sino que se fundamenta solo en la aceptación de la razón. 

Un ejemplo puede ilustrarlo. Para un católico, la unión entre un hombre y una mujer se realiza en el sacramento de la Iglesia, pero para que tal sacramento sea efectivo, ambos han de creer en él. 

Pero este hecho sacramental, decisivo para los católicos, no impide valorar en términos de raciocinio lo que de óptimo tiene este modelo de unión: la unión con la voluntad de permanencia hasta el fin de uno de los dos contrayentes, la voluntad de tener hijos y educarlos, de respetarse mutuamente, guardarse fidelidad, construir la compañía que sucederá a la pasión inicial, etc. Este modelo está empíricamente demostrado (véase por ejemplo “Una Nueva Teoría de la Familia” 2015) es ampliamente superior a todos los demás en los beneficios que genera para sus miembros y para el conjunto de la sociedad a causa de cómo actúa sobre el crecimiento económico y las condiciones que hacen posible el bienestar. Asumir que este modelo es mejor y apostar por él en términos de políticas de fomento es una propuesta de política pública basada en la cultura cristiana y su aceptación se mueve en el debate de los hechos, no de la fe de cada cual. Esta es la diferencia entre fe y cultura.

La diferencia fundamental entre una y otra radica en que la fe apela a una dimensión sobrenatural que no es empíricamente demostrable. Cuando nos referimos a cultura cristiana, afirmamos aquellos paradigmas, principios, valores, virtudes, actitudes cuya significación positiva es demostrable objetivamente como cualquier hecho racional y también a través de la experiencia histórica. 

Se trata de ser nosotros mismos, de recuperar la identidad destruida, de volver a nuestras fuentes y tradiciones culturales no como un ejercicio de añoranza sino de profundización al servicio de la realidad, un ejercicio de renacimiento.

Porque el potencial cristiano es extraordinario y, para constatarlo, recurro a dos importantes obras de dos no creyentes. Por una parte, Antonio Negri, el histórico líder de la izquierda italiana y europea. Cuando quiere construir una alternativa a la situación actual en “Imperio” (2002) recorre la “Ciudad de Dios” de San Agustín en una interpretación laica, incluso con unas gotas de San Francisco de Asís. La otra referencia es un libro del historiador británico Tom Holland, publicado en 2019. “Dominio: La Cristiandad y la Construcción de Occidente”. En esta obra, Holland examina la influencia profunda y duradera del cristianismo en la formación de la civilización occidental, abarcando aspectos culturales, políticos y sociales desde la antigüedad hasta la modernidad.

Permite observar las aportaciones que son, en realidad, los fundamentos:

  1. Revolución moral: universalidad y valor humano.
  2. Capacidad de transformación de la sociedad: derechos y justicia.
  3. Continuidad cultural y, por consiguiente, una identidad clara y bien definida.
  4. Influencia persistente.

Esta cultura cristiana, que se articula con el cristianismo social que surge de las aplicaciones de la doctrina social de la Iglesia, se articula en torno a unos fundamentos y 20 notas características.

Fundamentos de la Concepción Cultural Cristiana

  1. Solidaridad.
  2. Participación real: fomentar la cooperación y la participación activa de todos en la sociedad.
  3. Destino Universal de los Bienes: promover una distribución equitativa de los recursos.
  4. Subsidiariedad: respetar la autonomía de las comunidades locales, permitiendo que resuelvan los problemas con los propios medios antes de recurrir a niveles superiores.
  5. Justicia.
  6. Libertad: asegurar que todos los individuos tengan acceso a la justicia y la libertad, promoviendo una vida digna.
  7. Verdad.
  8. Servicio al bien común: mantener un compromiso con la verdad y el servicio desinteresado al bien común.
  9. Impacto positivo en la vida personal y social.
  10. Estabilizadores automáticos de la cultura cristiana. Tensor cristiano.

20 notas características de la concepción cultural cristiana 

Estas 20 notas, debidamente desarrolladas y definidas, caracterizan la concepción cultural cristiana. No voy a comentarlas, no hay tiempo, solo enumerarlas.

  1. Dignidad humana y derechos inalienables. La cultura cristiana ha promovido la idea de la dignidad intrínseca de cada ser humano. No hace falta multitud de leyes específicas si esto se asegura.
  2. Valor de la libertad y de la conciencia individual. Libre albedrío San Bernardo de Clairvaux. Lo explica en “La Consideración” (S. XII). Es la voz de la conciencia que precede y acompaña a la voluntad.
  3. Autonomía individual. El énfasis en la autonomía individual y el derecho a la autodeterminación es central en la cultura contemporánea. Señala Charles Taylor en “Las fuentes del yo” que es una componente clave de la cultura de la modernidad. La diferencia cristiana radica en el equilibrio entre libertad y responsabilidad que tiene un correlato en los derechos y deberes. La responsabilidad personal ante Dios fomentó un sentido de autonomía individual y responsabilidad moral.
  4. Ética y la moralidad. Amor y perdón. Discurso de las “3 P” de Azaña: el 18 de julio de 1938 Manuel Azaña, presidente del Gobierno y de la República, pronunció en Barcelona su famoso discurso de las “tres P”.
  5. Normas morales universales.
  6. Énfasis en la igualdad y la justicia social. Igualdad Ante la Ley.
  7. Influencia en la legislación y los derechos sociales.
  8. Políticas de bienestar y asistencia social.
  9. Ética del cuidado y la solidaridad: compromiso social, ayuda humanitaria, organización comunitaria y voluntariado.
  10. Justicia y responsabilidad social.
  11. Familia, matrimonio y comunidad.
  12. Cuidado de los enfermos y vulnerables.
  13. Ética del trabajo y la responsabilidad.
  14. Educación y desarrollo del conocimiento. Contribuciones del cristianismo a la educación y el pensamiento científico. Educación Integral para todos.
  15. Estructuras y Modelos Institucionales. Influencia en las Instituciones Democráticas. Gobernanza Justa y Participativa. Derechos civiles. Política: como servicio, como manifestación de la caridad cristiana basada en la concordia, la amistad civil aristotélica. Liderazgo Ético y Gobernanza.
  16. Responsabilidad Social y Ambiental.
  17. Influencia Cultural y Artística: Arte y Patrimonio Cultural.
  18. Búsqueda de la Verdad y la Sabiduría.
  19. Ética de las virtudes aristotélico-tomistas.
  20. La dimensión espiritual del ser humano.

La alternativa de la revolución de la cultura cristiana 

La respuesta a las grandes rupturas provocadas por la policrisis y la permacrisis consiste en considerar que los fundamentos y criterios de la concepción cultural cristiana son los óptimos y más adecuados. 

Para guiar la economía, la política y las instituciones porque garantizan mejor el bien común, la solidaridad, la participación real, el destino universal de los bienes, la subsidiariedad, la justicia, la libertad y la verdad a la que sirve y que es la condición de necesidad de todo.

Todo ello define el marco de referencia óptimo para vivir bien y el tipo de virtudes, valores y actitudes que lo hacen posible. Una actitud personal y sobre todo colectiva basada en la cultura cristiana, por lo que significa de disposición mental y emocional y se manifiesta a través de sus pensamientos, emociones y comportamientos, es básica para renacer.

Es evidente que todos estos hechos beneficiosos, los fundamentos, criterios y principios serían vulnerados una y otra vez porque está en el corazón de muchos seres humanos que así sea, pero existiría una gran diferencia con la cultura actual, una gran ventaja. Porque la cultura cristiana está dotada de estabilizadores automáticos que tienden a corregir toda distorsión. El nuevo marco de referencia, el horizonte de sentido, el sentido común, los valores compartidos constituyen el gran tensor que nos empujaría continuamente a respetar y mantener aquellos valores y virtudes, aquellas concepciones de base cristiana y, por lo tanto, a construir cotidianamente el reequilibrio, la rectificación y el arrepentimiento. El resultado de esta gran inercia positiva sería el de unos costes sociales de transacción y de oportunidad mucho menores y, por lo tanto, un estado de bienestar más sólido y viable porque con los mismos recursos llegaríamos a satisfacer las necesidades.

Conclusión 

La cultura cristiana ha surgido en un contexto religioso; su impacto en la sociedad puede ser comprendido y apreciado en términos seculares, reconociendo su contribución al bienestar social, la cohesión comunitaria y el progreso intelectual. La capacidad de estos principios para integrarse en diversas culturas y contextos demuestra su relevancia continua y su potencial para promover una sociedad más justa, equitativa y cohesionada.

¿Cómo podemos expresar todo esto en términos prácticos de objetivos, línea de acción, estrategia?

Bien, esto es lo que comienza a hacer la corriente Social Cristiana.

El propósito y el fin

  • La necesidad del propósito. Sin él, nada es posible. La dubitación no tiene lugar aquí. 
  • Impulsando un proceso de transformaciones y reformas articuladas que tienen como fin:
  • Una sociedad inspirada en la cultura cristiana que asume la ley natural. Política basada en aquella cultura y las aplicaciones del cristianismo social.
  • Los marcos de referencia que configuran las opiniones, forman criterio y determinan juicios, integran en sus componentes la concepción cultural cristiana (antropología, sistema de valores y virtudes, apertura a la trascendencia, etc.).
  • Las políticas públicas se fundamentan o inspiran en la cultura y la concepción social cristiana.

Alcanzar todo esto siguiendo el camino de:

  • La existencia de un agente, un agente orgánico, un movimiento, no un partido, que trabaja.
  • La intervención directa en política, bien bajo forma de alianzas, bien como organización que acude a las elecciones, pero en ningún caso bajo la fórmula de partido.
    • El reagrupamiento de los cristianos en el espacio público político.
    • El trabajo para construir espacios políticos amigables y colaborativos con el cristianismo; de que partidos asuman la visión cristiana.
  • Construir paso a paso con empeño el proyecto cultural que tiene como finalidad mostrar a la sociedad cómo la cultura cristiana es la mejor respuesta a la policrisis, a la permacrisis: la revolución de la Cultura Cristiana y un instrumento, el Congreso de Cultura Cristiana.
  • Una fuerte componente de propuesta socioeconómica basada en el cristianismo social.
  • Mostrar ya desde ahora una capacidad de servicio concreta; una dimensión de ONG vinculada al proyecto.
  • Una estrategia que se basa en:
    • La consideración de la línea de tiempo y los escenarios venideros a corto y medio plazo.
    • La movilización, estímulo y avance mediante la promoción de un par de grandes sucesos al año. Son sucedáneos de una motivación electoral.
    • La estrategia de las alianzas sociales, culturales y políticas: agrupamientos amplios más allá de las entidades específicas relacionadas con la materia, construyendo complicidades, buscando introducir sujetos políticos. Fundamento: A/ una plataforma de reivindicación común + B/ una serie de actuaciones para lograrlas. Un ejemplo: La Asamblea de Asociaciones por la vida, la dignidad y la libertad.
    • Programa político básico. ¿Qué queremos introducir, cambiar, suprimir? El proceso para implementar los puntos dará beneficios en notoriedad y socios. Presentar proyectos (de ley, políticas públicas) que den respuesta a necesidades punzantes no resueltas. Debe articularse con el camino de las Alianzas.
    • Desplegar el hecho distintivo: iniciar los trabajos para desarrollar el programa político basado en la revolución de la cultura cristiana a partir de las “20 notas”, la declaración inicial y la doctrina social cristiana. Articularlo con el proyecto de Congreso Cultural Cristiano.
    • Una tesis central que promover: se va a la polarización y a los extremos, creando conflicto en lugar de profundizar en los fundamentos. Nuestra política ha de ser recuperar los fundamentos y procurar una forma de gobernar que garantice la provisión de los bienes comunes y resuelva los problemas y crisis.
    • La construcción de la capilaridad social y territorial.
    • La construcción de la identidad del voto de base cristiano y su socialización.
    • Mejor cola de león que cabeza de ratón: criterios de unión y de unidad.
    • Explotar para campañas y acciones los portales de transparencia. Un grupo de trabajo especializado.
    • Enfoque del desarrollo en España.

En definitiva:

Actuamos para incidir en la cultura y en los ámbitos público y político con una naturaleza jurídica y práctica que no tiene nada que ver con la de los partidos: una corriente organizada de la sociedad civil. 

La Corriente aspira a influir de manera positiva y efectiva en todas las esferas de la sociedad actuando, movilizando, comunicando, formando y sirviendo. Con esta finalidad, escucha y dialoga con las personas, grupos, instituciones y partidos, genera consensos sociales, lleva a cabo campañas, organiza eventos, promueve espacios de debate y colabora.

Unos ámbitos básicos:

  • Jurídico: impulsando leyes y utilizando los medios legales para oponernos a normas o interpretaciones ilegales o injustas.
  • Cultural y formativo. Mediático: haciendo presentes nuestra concepción y acción en los medios de comunicación, especialmente en las redes sociales.
  • Político: convirtiéndonos en interlocutores de los partidos, trabajando para lograr presencia y apoyo social, proponiendo un modelo de actuación, proyectos y políticas públicas, desplegando campañas de opinión y de acción, fomentando la concordia y formando grupos de diálogo y acción política sin excluir la intervención directa, colectiva y organizada cuando sea necesaria si la mediación no basta.