Creada: 15.12.2024
La Memoria Histórica ahora transformada en «democrática» es el relato que el progresismo pretende imponer por ley sobre lo sucedido en España entre el comienzo de la guerra civil y la aprobación de la Constitución. Con decir que fue aprobada con los votos de Bildu es suficiente para entender el sectarismo de dicha memoria, que no condena el terrorismo etarra que ensangrentó las calles de España durante casi 40 años con 857 víctimas mortales y miles de heridas por la metralla y la pérdida de sus seres queridos. Frente a esta ley, que tiene un objetivo político revanchista para reescribir la historia convirtiendo a los derrotados de la guerra en los vencedores éticos y morales de la misma, -85 años después de concluida-, hay otra memoria: que es la de la verdad. Y que no se impone por los votos sino por el testimonio de la verdad y del amor, y que merece ser conocida. Es la memoria de los mártires de la persecución religiosa a manos de bandas de socialistas, comunistas y anarquistas, durante la década de los treinta del siglo pasado. El sacerdote Jorge López Teulón es autor de diversas obras sobre esa temática que domina perfectamente por su condición de postulador de la Causa de más de 900 mártires de esa persecución en la provincia eclesiástica de Toledo y la diócesis de Ávila. Dedica su última obra precisamente a los «Mártires a la sombra del Alcázar de Toledo».
De entre los testimonios que recoge es conmovedor el caso de una mujer joven y médico -nada frecuente en aquellos tiempos- de nombre Carmen Miedes. Su labor destacaba en especial por su dedicación y entrega hacia los más desfavorecidos y necesitados de la sociedad a los que amorosamente denomina como «sus hijos», y por los que se desvela día y noche. Los niños la adoran por los cuidados que tiene hacia ellos, a los enfermos desvalidos los consuela y a los más pobres les atiende gratuitamente y les provee de medicinas y alimentos, sin acepción de credo político o religioso. Mujer de Fe, a sus pacientes les aconseja que acompañen con oración sus cuidados para que sean eficaces y les sanen. Apenas comenzada la guerra los milicianos la buscan por haber declarado meses antes como testigo de un asesinato que presenció. Ha ido a una casa donde le piden se quede con ellos para atender a un familiar muy grave y cuando le cura la echan a la calle por considerar que es un peligro. Abandonada, da testimonio de su Fe, es detenida por una patrulla de milicianos, fusilada y ultrajado su cadáver. Tenía 34 años.
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