¿“Déjala decidir…”?

La campaña por la despenalización del aborto cuando el embarazo es producto de una violación que están llevando a cabo las organizaciones feministas de siempre, acompañadas esta vez por algunas congresistas, tiene un lema un tanto especial: “Déjala decidir”. Lógicamente, al ir redactada en femenino, sabemos que están hablando de mujeres que exigen este derecho a una sociedad que se los niega. Su afiche, publicado entre otros en Diario 16 lo explicita mejor: “Me violaron y estoy embarazada… déjame pensar… déjame decidir”. Decidir ¿qué…?. La frase queda ahí. Nadie se atreve a poner en una pancarta el verdadero propósito de la campaña y que daría lugar a la frase de cierre, “déjame matar a este bebé”…

Tres conceptos: violación, embarazo y aborto. Un argumento eje: el aborto como solución para que esta mujer violada recupere su vida normal sin tener que cargar con un ser no deseado.

Se habla y mucho de lo primero, la violación. Estamos de acuerdo. Esta experiencia sin duda humillante y dolorosa será difícil de superar sin que medie un soporte familiar, social y estatal de apoyo y tratamiento especial para cada caso. Se omite – ¿deliberadamente? – que un aborto en estos casos eliminará al fruto de la violación; de ninguna manera al trauma ocasionado por la misma. Tampoco se informa que este trauma se verá agravado si le agregamos un aborto que a la fecha está reconocido como una de las causales del síndrome de estrés post traumático. El aborto no “desviola” a la mujer; simplemente, la convierte en mamá de un niño muerto…

No se menciona que, cuando estamos hablando de embarazo – siempre en abstracto – nos referimos ya a la existencia de un ser humano que si bien depende de su madre es diferente a ella: es otro. Y nadie puede “decidir” matar a otro, por antipático que le resulte.

Tampoco  se habla de la diferencia, que los médicos conocemos bien, entre embarazo no deseado y bebé no deseado. Puede ser que la impresión inicial de saberse gestante sea negativa por una serie de motivos pero, pasadas las primeras semanas, al sentir los movimientos de este nuevo ser en su interior es frecuente que la madre quiera tener a su bebé.

Todos los niños tienen derecho a nacer independientemente de las circunstancias en que hayan sido concebidos y de los sentimientos favorables o no que puedan despertar en las personas de su entorno.

La libertad de decidir se sustenta en el principio de autonomía que todos reconocemos pero, como todas las libertades, no es absoluta. Tiene límites. Nadie puede decidir ejecutar acciones que están reñidas con el ordenamiento legal que hace posible la convivencia de la sociedad. Dicho de otra manera, la libertad de elegir depende directamente de la licitud de lo elegido. Y estamos en el Perú donde la Constitución Política protege al niño desde el momento de su concepción.

Dra. Maíta García Trovato

Médicos Católicos del Perú