Feria Internacional del Libro (Lima, Perú)

Presentación del libro del Dr. Arturo Salazar Larraín:

La Mujer. Una manera especial de ser humano”

Mis primeras palabras tienen que ser de agradecimiento al autor por haber pensado en mí y conferirme el honor de presentar su nuevo libro. Supongo, en base a nuestra amistad de muchos años y a las, también muchas, conversaciones sostenidas en torno a éste y a otros temas como el de población y consecuencias del control poblacional en el cual es considerado la persona más informada a nivel nacional.

Una mirada ligera al título podría llevar a pensar que estamos ante un libro feminista… Pero a medida que avanzamos en su lectura nuestra visión se amplía. Yo diría más bien que estamos ante una obra esencialista. Nacida, sin duda alguna, a partir de la nostalgia de una pérdida significativa, se va mostrando como un estudio muy riguroso acerca de cómo somos realmente las mujeres, por qué somos como somos y cómo son nuestras interacciones con los hombres recurriendo para este fin a todas las fuentes filosóficas, científicas y sociales posibles al encuentro de los factores que han contribuído a la causa de la mujer como mujer.

El Libro.

Seis capítulos precedidos por un Prefacio en el cual el autor nos cuenta que su obra ha sido concebida “bajo la influencia de los estudios sobre la condición femenina” de Georg Simmel, un Anexo final de textos entre los cuales destacaremos uno que encontramos nuevo y muy apropiado para la fecha y una abundante bibliografía sustentando los temas a tratar. Aquí tenemos los temas de la cultura, la cultura femenina, la igualdad y finalmente, la tesis. Queda claro – y lo explicita el autor – que “el propósito… es seleccionar entre todas las fuentes posibles los factores que contribuyeron a la causa de la mujer como mujer”.

  1. La realidad de la mujer

Después de tocar en forma breve pero no por eso menos clara la motivación personal que lo lleva a este peregrinar al rescate de la esencia femenina, el autor satisface preguntas que más de uno hemos pensado alguna vez. “Se explora la evolución e historia más remotas de la mujer así como sus primeras creaciones culturales”, nos dice; el arte del cultivo de su cuerpo, la evolución de los diferentes cánones de belleza y su atractivo sexual. La mujer, cuyo fundamento sería la esencia del amor en sus diversas vertientes – filial, fraternal, conyugal, amical, a la patria, al prójimo, a Dios – es abordada desde la visión de diferentes filósofos privilegiando la de Joseph Ratzinger (2005) en su carta-encíclica “Dios es amor”.

Desde el primer capítulo despierta nuestro interés. ¿Quién no se ha preguntado cómo sería la mujer inicial? ¿Y la primera casa? ¿Y el paso de la casa primitiva al hogar? ¿Y el papel hasta en lingüística que juega el fuego que en el amanecer del tiempo reunió a nuestros ancestros en las cuevas y que hasta el día de hoy nos convoca a comer en familia en la cocina de casa y en las fogatas campestres? Surge la casa, para Simmel “la primera creación cultural de la mujer…” la casa lejos de ser el reducto de esclavitud para la mujer a la que sólo le correspondería cocinar, barrer, fregar y tender camas en su condición de “ama de casa” que el feminismo radical denigra y nos pinta día a día como lesivo para nuestra dignidad.

Por su forma de amar, distinta a la del varón que es más dispersiva, ella le ha fijado a él en el hogar y ha instituido la familia. Los sociólogos atribuyen el cambio de vida del hombre primitivo al descubrimiento de la agricultura. Pero es la mujer quien lo vincula a un espacio, a un hogar, a un fuego, a cuyo amor crecen los hijos y se constituye la familia.

En rápido vuelo vemos como han ido cambiando los conceptos de belleza femenina – de las redondeces de Rubens a la “mujer espárrago” actual – y los diferentes recursos, make up incluído, de los que hemos ido echando mano las mujeres para tratar de responder a los mismos. Pero, también se toca con el mismo rigor lo relacionado con genes y cromosomas, sexo, género y clase así como los desarrollos sociales que hemos ido consiguiendo con mayor o menor fortuna y no siempre orientados a la mujer en sí misma sino al contexto político. Véase si no el poder adquirido por los movimientos feministas radicales y su financiamiento millonario por organismos internacionales al servicio del control poblacional.

  1. Hacia el ser de la mujer. La epifanía

Se distingue el “ser” – común a varones y mujeres – de lo propiamente “de la mujer”. Desde tiempos remotos la mujer sabe y siente que ella es la encargada de la noble tarea de perpetuar la especie humana.

Alteridad, dualismo alma-cuerpo, configuración cerebral y persona, sostiene el autor, se encarnan especialmente en el ser de la mujer. Encontramos en este capítulo una hermosa descripción poética del óvulo femenino de Lou Andreas Salomé que compara la célula femenina con el pequeño espermatozoide. La trascribimos sólo en parte: “… ahí lo femenino se comporta frente a lo masculino como un reducto aristocrático en el más noble de los sentidos, que se crece dentro del entorno de su propio castillo, de su terreno patrio”. También interesante una comprobación científica conocida pero poco divulgada: todos los embriones en su fase inicial son femeninos y es recién después de la octava semana de vida fetal cuando los pequeños testículos del feto masculino empiezan a liberar la hormona que impregnará su cerebro y lo transformará en masculino. Pero el cerebro femenino mantendrá su esencia orientada a la maternidad, desde los primeros instantes de su existencia, tenga o no hijos.

¿Qué factor gravita más en el control poblacional? ¿El hombre? ¿La mujer? ¿Qué sería de la humanidad sin ella?

Hacia el final del segundo capítulo encontramos el análisis acerca de las consecuencias demográficas del control poblacional que está ocasionando una disminución alarmante de la población, inferior en muchos países a la llamada tasa de reposición, y que amenaza con la imposibilidad de atender las necesidades de los mayores y cubrir sus pensiones – en un futuro muy próximo – al ser cada vez menor el número de personas en edad de trabajar.

  1. La mujer y el hombre

Hay aquí un buen análisis de lo que significa la diferencia entre lo que entendimos desde nuestros años escolares por “género” como accidente gramatical y lo que entraña la “ideología o perspectiva de género” como accidente social, si se me permite la analogía. Según esta perspectiva ideológica los seres humanos nacerían sexualmente neutrales y la socialización los “construiría” como varones o mujeres, afectando a la mujer negativa e injustamente. Asistimos al nacimiento y desarrollo de una suerte de operativo psicosocial que trata de convencernos de que la naturaleza no tiene importancia, la diferencia entre los sexos es algo convencionalmente atribuído por la sociedad y cada uno puede inventarse a sí mismo de acuerdo a su opción.

Y es interesante recordar aquí la existencia de un museo que recoge la evolución del juguete y en el cual se muestra cómo desde las primeras edades de la historia del hombre hubo una niña que jugó a ser mamá de una muñeca… también se ha encontrado en las excavaciones peruanas restos de ropita y accesorios que a juzgar por su tamaño tenían que ser vestimenta de muñecas con las que jugarían las niñitas de las culturas preincaicas ¿cómo sostener que la maternidad es una imposición social que esclaviza a la mujer?

Con la distinción entre sexo y género se pretende restringir el aspecto biológico del ser humano – tan claramente expuesto en este libro en términos estrictamente científicos – y privilegiar el ámbito sociocultural. Esta estrategia social, tiene pasos muy concretos, que podríamos sintetizar en la frase “todo lo que es construido, puede desconstruirse“ . Si aceptamos que el género es una construcción social, también podría correr la misma suerte. Para esto, según el feminismo radical se hace necesario identificar qué cimientos sostienen el orden natural en la relación entre varones y mujeres y se descubre que, según esta ideología, los elementos más fuertes por “desconstruir” son la religión, la familia y la cultura misma. Cualquier parecido con la propuesta de Gramsci no es pura coincidencia…

Este pensamiento – que no resiste un mínimo análisis científico – no busca mejorar la situación de la mujer ni un trato diferenciado para ella. ¿Cómo podría buscarlo si el feminismo radical en lugar de valorar la diferencia la ha inferiorizado?

El intento de introducir la ideología de género desde los primeros años de vida es una de las estrategias diseñadas por los promotores de la misma. Así, en los últimos meses se ha denunciado como una forma burda de maltrato la pretensión de un jardín infantil “asexuado”, Egalia, implantado en Estocolmo (Suecia). Se presenta como el proyecto más radical a favor de la ideología de género al educar a los menores para que cada uno elija desde la edad más temprana su “orientación sexual”. Egalia no considera a los niños niños ni a las niñas niñas sino que para ellos todo es neutro. Los profesores han eliminado por completo el uso de palabras como él y ella, y en su lugar utilizan el pronombre finlandés hen, que, al ser neutro, sirve para referirse tanto a un hombre como a una mujer. Esta suerte de experimento social es tremendamente injusto y rebaja a los niños a la condición de conejillos de indias…

En el afán de “luchar contra estereotipos” olvidan cosas tan obvias como la biología, las diferencias sexuales innegables que hacen la complementariedad de dos personas y las llevan a formar un bien que todas las sociedades protegen por ser el hábitat del ser humano: la familia.

En este tercer capítulo encontramos el origen de esta distorsión ideológica, sus mentores y consecuencias. Nos trae reflexiones importantes de Simmel, tres mujeres dedicadas al estudio del ser mujer (Stein, Arendt y Andreas-Salomé), y varias citas de otros autores entre las que resalto una de Ortega y Gasset : “el hombre vale por lo que hace, la mujer por lo que es”. Nuevamente, surge el rescate de lo esencial… Y aquí me viene a la mente una de las tantas expresiones de Julián Marías al hablar de la nueva situación femenina y su inserción plena en el mundo laboral, cuando dice: “hoy se abren para la mujer puertas que estuvieron absurdamente cerradas… ojalá que sepa pasar por ellas sin despojarse de su condición de mujer”.

Cierra el capítulo un aporte neurológico muy bien documentado acerca del papel e interacciones de los cromosomas X e Y, específicos para cada uno de los dos sexos.

  1. La unión amorosa

Quienes tengan interés en saber cómo ha ido evolucionando el concepto de la atracción entre un hombre y una mujer y, más propiamente, de la unión amorosa entre ambos que ha permitido la perpetuación de la especie, encontrarán en el cuarto capítulo sus curiosidades satisfechas.

Desde textos provenientes de la tradición judeocristiana y el pensamiento de Platón, hasta lo publicado por antropólogos, historiadores de la sexualidad, neurólogos y psiquiatras, tenemos un camino por recorrer que nos lleva a la situación de la sexualidad en nuestro tiempo con sus luces y sombras. Hay también una muy buena definición de José Antonio Marina acerca de la noción de sexualidad. La más completa que conocemos. Nos introduce al estado actual del tema y a sus complicaciones en el siglo XXI. ¿Por qué cada día hay menos apremio en contraer matrimonio? ¿Por qué tantos casos clínicos de bajo deseo sexual? ¿Por qué tanta violencia de este tipo en la sociedad actual? ¿Por qué la banalización creciente de la sexualidad?

  1. Diferentes por algo y diferentes para algo

La mujer está determinada biológica, fisiológica y afectivamente a la maternidad. Es siempre madre: de su hijo, de su hermano, de su padre, del necesitado, del que sufre… Somos como somos porque nuestro cerebro es como es y nuestras hormonas son lo que son…

A la luz de los conocimientos actuales y en pleno auge de la medicina basada en evidencias, el quinto capítulo deja claramente establecidas las diferencias existentes en el cerebro femenino desde la concepción, más allá de las otras diferencias obviamente visibles. Carece de sentido negar lo evidente. Entre hombres y mujeres hay diversidad en una serie de formas de mirar el mundo, de solucionar conflictos, de manifestar sus afectos, establecer relaciones estables y de comunicarse, por citar solamente algunas.

Si tomamos como ejemplo los temas del afecto y el lenguaje vemos que hay evidencia clínica y empírica de nuestras diferencias con los hombres. No es casual que la depresión que compromete la vida afectiva cobre más víctimas en mujeres que en varones y que el autismo, que se caracteriza por bloquear la comunicación, sea más frecuente en niños que en niñas. En la vida diaria, comprobamos que ellas empiezan a hablar más temprano y mejor que los niños… y a lo largo de sus vidas continuarán haciéndolo. Las mujeres somos en general más expresivas y habladoras. Un estudio reciente muestra que en la vida común la mujer emplea un promedio de 7000 palabras por día mientras que los hombres no pasan de unas 2500 a 3000, en el mejor de los casos. Y es de todos los días que de una sola ojeada encontremos el objeto perdido y captemos algo que está fuera de lugar en nuestro ambiente habitual. No olvidar que quien encuentra la dracma perdida en la Biblia es una mujer… En materia de la llamada “intuición femenina” tenemos una demostración clara de la capacidad relacional que nos caracteriza y muchas veces no es tenida en cuenta.

  1. Cómo ven a la mujer

Como bien dice el autor, “…nadie pone en duda que en las mujeres hay cierta comunidad de caracteres que permite a los hombres hablar de ‘las mujeres’ como de algo extraño pero homogéneo; y lo mismo les ocurre a las mujeres con respecto a los hombres”. En este último capítulo encontramos lo que han dicho sobre el tema pensadores provenientes de diversas canteras así como “el juicio que sobre las mujeres tienen formado las propias mujeres”. Nos trae la conceptualización del tema Mujer y sus aportes más importantes desde la óptica de filósofos, científicos, economistas y periodistas, teólogos, antropólogos y políticos.

Cierra el libro un anexo de textos dentro del cual no podía faltar una visión de la mujer peruana a través de los tiempos. Para ello, Salazar Larraín pasa revista a una publicación de Elvira García y García – que lleva ese título – muy interesante y para mí novedosa pese a datar de 1924. Asistir al desfile de la mujer peruana y su importante papel en el Tahuantinsuyo con biografía de Mama Ocllo incluída; la mujer peruana en la Conquista, en el Virreynato, en la lucha por la Independencia, en los primeros años de la República y el recuerdo de su participación en las guerras nacionales, ha sido una lectura fascinante.

Creo que debemos una felicitación al Dr. Arturo Salazar Larraín por este libro. Consigue traer por tierra dos de las expresiones más comúnmente usadas. Una de Schopenhauer, felizmente pasada de moda, abiertamente ofensiva contra la mujer, cuando la define como “un animal de cabellos largos e ideas cortas”, y, otra – que consideramos también ofensiva aunque en forma más sutil – que es caballito de batalla de algunas organizaciones feministas cuando nos repiten la frase de la Simone de Beauvoir, “la mujer no nace, se hace”. Por fortuna, ninguna de las dos se ajusta a la verdad. La mujer se hace, sí, pero se hace desde la concepción. Queda claro con esta obra que recoge todo lo que hoy se sabe en torno a la mujer sobre la base de conocimientos científicos rigurosamente sustentados.

Estamos ante un libro completo en el cual puede encontrar respuestas todo aquel que tenga algún interrogante acerca de cualquiera de los muchos aspectos de la esencia femenina. Y es imperdible precisamente por ello, teniendo en cuenta que es una puesta al día del tema Mujer en tiempos como el que vivimos en el que por momentos se nos desdibuja tanto que sentimos la amenaza del viejo dicho “querer ser lo que no se es, es empezar a no ser…”.

El feminismo radical lleva décadas haciendo campañas agresivas fuertemente financiadas a favor del aborto, la antimaternidad, lo que llaman “conductas sexuales alternativas” que no es otra cosa que la ideología de género y contra la feminidad y la unión sexual estable. Nada de esto ha prendido… ¿Por qué?

El error de este feminismo extremo es que su visión no se corresponde con la vida real de las mujeres. Tres cuartos de las mujeres de cualquier edad y condición no se consideran feministas; entre las jóvenes, se dice feminista una de cada cuatro. Nueve de cada diez mujeres se quieren casar y el ochenta por ciento de ellas quiere tener hijos. Esta es una realidad que el feminismo pretende ignorar.

Creemos que este libro puede ser de gran utilidad para entendernos más y mejor. Debería ser de lectura obligatoria para todos aquellos que tienen la tarea de elaborar planes de gobierno, establecer políticas, planes y programas orientados a la mujer y a la familia como partidos políticos, el Ministerio de la Mujer y las Comisiones del Congreso encargadas de legislar dizque a nuestro favor. Es un despropósito seguir ignorando la esencia femenina a la hora de tomar decisiones que van a afectarnos directamente.

Como dice el autor, “las olas de la liberación femenina se han agigantado, pero el suelo sigue tan parejo como antes”. Las mujeres, seguimos y seguiremos siendo mujeres, continuamos priorizando la vida y la familia, protegiendo a nuestros hijos y cuidando nuestras casas – como quiera que estas sean – porque son abrigo y punto de encuentro de los nuestros. Aún en los avances laborales – que han significado para muchas un alto costo emocional y social – la mujer no ha perdido sus características esenciales y sus aspiraciones de siempre.

No puedo terminar esta presentación sin unas palabras de agradecimiento personal y me tomo el atrevimiento de agregar, en nombre de las mujeres, por este libro que hace mucho tiempo necesitaba ser escrito. Este reconocimiento se dirige al autor pero también a la persona que, aunque ya no está físicamente con nosotros, lo inspiró, palpita y subyace cada una de sus páginas.

Dra. Maíta García Trovato, de los Médicos Católicos del Perú