Hablar de Ginecología y Obstetricia lleva a pensar en Mujer y Reproducción
En la primeras páginas del libro del Génesis aparece por primera vez la palabra “mujer”: “hombre y mujer, El los creó” y vio Dios que era bueno y enseguida hay una orden, “creced y multiplicaos”, consejo que encierra la posibilidad de una reproducción, específicamente humana y necesaria para llenar la tierra y someterla (Gn. 1,27-28).
Y puede pensar toda mujer:
Dios me hizo mujer…Y trabajó para hacer de mí el taller de los seres humanos,
tejió mis nervios…equilibró el número de mis hormonas… así nacieron las ideas, los sueños, el instinto…talló con amor las mil y una cosa que me hacen mujer cada día.
Todas las especies se reproducen pero el homo sapiens ha inventado, además, la filiación por el espíritu. La filiación por la sangre y los genes, es compartida por los seres humanos con el resto del mundo vivo. Pero los hombres y las mujeres han instituido otro tipo de transmisión: el que pasa por el corazón, por el respeto y por el amor. El hijo de una pareja no es solo aquel que han concebido, sino también el que han querido, el que se ha soñado, aquel cuya llegada modificará la profundidad de la relación de la pareja. Es una filiación por el espíritu y la emoción, modelada por el compromiso compartido de los padres a amar ese pequeño porque lo han engendrado y porque se saben responsables de su existencia. La creación del vínculo afectivo es algo específico de la especie humana.
Reproducción quiere decir, engendrar y producir otros seres de las mismas características biológicas. La mujer se convierte así en portadora de vida, creadora como la tierra que transforma la semilla recibida. El zigoto, el embrión y el feto juegan un papel dinámico en este proceso, dirigiendo la orquestación de su propio desarrollo al interactuar en su implantación, no siendo el endometrio materno esencial ya que puede implantarse en cualquier otro tejido.
Modifica la expresión trofoblástica de los antígenos del complejo mayor de histocompatibilidad (HLA) para facilitar la aceptación del injerto fetal, y una vez terminada la implantación, (día 12 a 14), suprime la expresión de los antígenos HLA de los tejidos extraembrionarios que entran en contacto directo con las partes maternas, mediante un fenómeno de camuflaje, para mantener la aceptación del injerto fetal semialogénico.
Se da también un aporte fetal a la endocrinología del embarazo… La nutrición embrio-fetal, se realiza mediante un secuestro placentario de nutrientes. El sincitiotrofoblasto primero y la placenta después, extrae y secuestra los nutrientes esenciales a partir de la circulación materna.
Una nueva vida ha iniciado su camino, aún la barriga no crece y ya los hijos brillan en los ojos de la madre.
Todos los sistemas del organismo materno han de adaptarse fisiológicamente al espacio y al mantenimiento del embarazo, al desplazamiento de sus órganos y a la sobrecarga que para muchos de ellos supone el aporte al feto.
El embarazo es, sin embargo, un tiempo privilegiado en que la madre y el hijo tejen lazos indispensables que condicionan el futuro.
En este largo camino de 9 meses de evolución puede darse el fracaso o pérdida del embarazo, un aborto espontáneo, debido a múltiples causas fetales y/o maternas. La pareja y especialmente la madre lo vive con una sensación de frustración o de fracaso, por la pérdida en sí y por el brusco descenso de los niveles hormonales en sangre. Ya no será madre. Lo ha sido unas semanas, tiempo suficiente para descubrir la impresión mágica de albergar la vida.
Hoy día, hay que salvar otro escollo, el Diagnóstico Prenatal. La pareja se pregunta ¿estará sano nuestro hijo? Y la medicina nos ofrece ahora una serie de técnicas cada vez más precisas sobre el estado del feto. Un resultado indicador de alteración fetal lleva a una situación problemática de difícil decisión para la pareja, a quien se debe ofrecer acompañamiento psicológico y tiempo, para que puedan deliberar y tomar SU decisión, bien informados y suficientemente formados y bien acompañados, ya que no le toca al médico imponer su decisión y menos en contra del más vulnerable que es el feto.
Salvados los obstáculos y cumplido el tiempo, se da un cese de la participación fetal al mantenimiento del embarazo mediante el cese de la aquiescencia uterina. El feto controla, así, su destino determinando el momento del parto.
La llegada de un hijo brinda un nuevo y profundo significado a la mujer. Ahora ella es otra, y su vida tiene otro sentido, Y tal vez sea esta nueva identidad la que le permita un crecimiento interior en amor, servicio y entrega a sus hijos. Es que ahora, además de mujer, es madre, “la palabra más bella pronunciada por el ser humano” (Kahil Gibran). La primera etapa de relación entre la mamá y el bebé es de enamoramiento.
¿Y como es este “devenir madre” para aquellas que no llevaron a su hijo en el vientre?
En la adopción “ese acto de amor y generosidad inconmensurables”, generalmente la madre tiene un tiempo antes de que llegue su bebé para imaginárselo. Y cuando llega el bebé, “las madres adoptivas desarrollan una sensibilidad especial que les permite conectarse con él y producir ese estado de enamoramiento tan importante para los dos”, como afirma Marcela Anteby, psicóloga de los servicios de adopción.
El trabajo y la preocupación ya no tienen fin. Escribió cierta vez un poeta, que “los ojos de las madres continúan brillando en la penumbra de la noche aún después que todas las luces se apagan”.
Con el progreso científico, la Ginecología y Obstetricia se nos han complicado y habría que añadir a estas dos ramas otras como: la Medicina de la Reproducción con identidad propia; la Medicina fetal que hace del feto un nuevo paciente con la posibilidad de tratamiento; y últimamente las “situaciones de género” con su recurso a la medicina.
Hay matrimonios para los que la reproducción no es fácil: Encuentro sin faltar, parejas, dos a dos, con la cara sombría ante la incapacidad de transmitir la vida. Sus “rictus” traducen siempre la falta de llegar a la expresión última de un amor común que es el amor del hijo.
Nuevos tratamientos han permitido alegrar algunos de estos hogares con la llegada de un hijo, tratamientos que piden una ética y sabiduría práctica.
Nuestras sociedades del bienestar imponen cada vez más límites, justificada o injustificadamente a la reproducción y para ello hacen valer “criterios” de su conveniencia:.
El valor de la vida desde sus inicios, es ardientemente defendido por la Iglesia, ante el poco valor que hoy día se da al embrión. Se podría decir que se ha dejado al embrión solo ante el peligro: a) de una sociedad de bienestar, intolerante a cualquier limitación que pide una selección de embriones o fetos, mediante el diagnóstico prenatal, preimplantatorio, o de histocompatibilidad. b) De una sociedad autonomista que se arroga el derecho a decidir sobre su cuerpo, como si fuera entera y exclusivamente de su propiedad, y poder deshacerse de una vida incipiente. c) De un mayor conocimiento científico sobre los procesos del desarrollo embrionario, según los cuales no se le acordaría una respetabilidad hasta un determinado tiempo de gestación y desarrollo. Es maravilloso que el embrión tenga que cumplir unos cientos de programas genéticos y que hasta procesos físicos, gradientes de señalización, toda la teoría de la complejidad y de las situaciones emergentes, influyan en su desarrollo pero eso ¿cómo se demuestra? Si no tenemos el embrión en el Laboratorio y la ciencia tiene que ser confirmada por la experiencia!… y además, si no se toca, o no existe enfermedad o alteraciones de la madre que condicionen un aborto espontáneo, ese proceso llega al final. El embrión, es pues “one of us”.
El mundo occidental se atribuye ciertos derechos en el campo de la Ginecología y de la Reproducción e intenta imponer sus criterios en los países en desarrollo, sin conocer las culturas propias, la riqueza de la fecundidad, el dolor de la mortalidad materna e infantil, y los múltiples problemas derivados de la pobreza…como si la falta de desarrollo se debiera a la natalidad y no al deber de mejorar ésta, influyendo en:
1) el estado de salud de la mujer previo al embarazo,
Nivel de vida, nutrición, número de hijos; Edad al embarazo; Patologías: parasitosis, infecciones, paludismo, enfermedades concurrentes; Salud sexual: ritmo de vida sexual, intervalos intergenésicos, multiparidad; Situación socio-económica; Situación emocional: guerra, violencia…; Situación espiritual: normas y tabúes culturales o tradicionales
2) Control del embarazo: Accesibilidad a un Centro Sanitario; Educación nutricional en el embarazo; Biometrías fetales; Controles ecográficos; Vacunación antitetánica; tratamiento de la seropositividad HIV.
3) Condiciones del Parto: Gestación poco o nada controlada; Retraso en acudir al Centro; Asistencia al personal tradicional “parteras”; Maniobras tradicionales
Medicamentos tradicionales de alta eficacia oxitócica
4) Puerperio: sin tiempo de reposo
Situaciones éstas que debieran afectarnos a todos y llevarnos a la búsqueda de soluciones.
Ciertas condiciones, unas veces elegidas y otras impuestas por la vida, hacen que la mujer no ejerza su derecho a la reproducción, que no el derecho a un hijo que nadie tiene, pero ello no disminuye para nada la grandeza de la mujer, con su capacidad de ser madre. Y aun cuando un hijo pueda venir o no, su corazón y su mente permanecen abiertos, por su capacidad de ser madre, a otro género de fecundidad y de maternidad.
Cierro con unas frases poéticas dedicadas a la madre y mujer
Mujer, se espera tu inteligencia y tus entrañas para guiar y gobernar el mundo, para marchar a la cabeza de esta humanidad que, a veces, parece expirar
Madre, esperanza nueva, despiértate…, esboza los pasos de la danza, celebra la fuente de la vida que no se seca nunca.
La Humanidad te espera…, espera tus brazos para abrazarla, tus manos para sentir sus caricias y curar las heridas de sus pies,
Tu energía para hacernos caminar por senderos nuevos,
Tu ilusión para avanzar hacia un futuro mejor, sembrado de fulgores de eternidad
.
Dra. Mª Pilar Núñez-Cubero
Mayo 2013