Los organoides producidos artificialmente son una de las más excitantes y prometedoras tecnologías que han emergido en los últimos años para estudiar el desarrollo humano y la patogenia de distintas enfermedades
Hay temas en los que el interés biomédico se une al ético. Uno de ellos, sin duda, es el referente a las células madre. Pocos temas en las ciencias biomédicas suscitan tanto interés como el de éstas y por ello, la prestigiosa revista Nature Cell Biology va a analizar una serie de artículos. Ahora se publican dos de ellos.
En el primero (Nature Cell Biology 18; 238-245, 2016) se discuten los datos favorables o contrarios al papel que las celulas madre pueden jugar en el mantenimiento y reparación celular del hígado y páncreas, concluyéndose que la reparación de estos órganos depende más de células ya maduras que de las propias células madre.
En el segundo se revisa (Nature Cell Biology, 18; 246-254, 2016) como se encuentra la creación de organoides humanos (pequeñas estructuras de órganos humanos) “in vitro”, dado que ellos constituyen un arma esencial para el mejor conocimiento de los procesos biológicos, e incluso para el desarrollo de nuevas posibilidades clínicas. En este artículo se discuten los avances, problemas y posibles aplicaciones de dichos organoides, repasando los aspectos históricos de su desarrollo, los tipos de organoides ya obtenidos, que incluyen tejidos tan variados como lengua, glándulas salivares, esófago, estómago, intestino, colon, hígado, páncreas próstata, pulmón, retina, oreja, cerebro y riñón.
Muchos de los organoides desarrollados lo han sido a partir de células adultas de los correspondientes órganos, tanto animales, principalmente murinos, como humanos; también de células madre embrionarias y de células iPS.El utilizar en estas experiencias celulas madre embrionarias implica objetivos problemas éticos que no es posible dejar de lado.
Los organoides conseguidos se están utilizando para un amplio abanico de fines que van desde la investigación básica, a su aplicación clínica. Es decir, es este un claro ejemplo de investigación traslacional.
Todo ello hace que los organoides producidos artificialmente sea una de las más excitantes y prometedoras tecnologías que han emergido en los últimos años para estudiar el desarrollo humano, la patógenia de distintas enfermedades y sus posibles tratamientos.