En la Solemnidad de la Anunciación de la Virgen María y el Día del Niño por Nacer: recemos por la Vida, recemos por La Paz
Dra. Elena Passo
Presidente del Consorcio de Médicos Católicos de Buenos Aires
El 24 de febrero de 2022 el mundo presenció el comienzo de una nueva guerra, esta vez en el continente europeo. Ucrania país soberano y gobernado por una democracia fue invadido por tropas militares rusas. Tanto costó la paz y tantas vidas humanas se perdieron en la Segunda Guerra Mundial, que parecía inimaginable que algo así se pudiera repetir. Para algunos analistas hay circunstancias de esta invasión que hacen recordar a hechos ocurridos en ese triste pasado.
Una guerra es una lucha de poder cuyo objetivo es la dominación. El fuerte, el vencedor domina al débil y se apropia de todo, incluso de la vida humana. Hay que ganar, cueste lo que cueste.
El 9 de marzo de 2022 el hospital Materno Infantil de la ciudad ucraniana de Mariúpol, ubicada en la costa del mar de Azov, fue bombardeado y destruido por un ejército invasor.
¿Qué riesgo militar podía representar un centro asistencial para el ejército ruso?
Asombrados y perplejos vemos cómo se están atacando objetivos civiles: hospitales, escuelas, universidades, zonas residenciales y hasta refugios…
Familias enteras que trataban de huir de zonas asediadas fueron asesinadas. Personas que hacían fila para comprar pan fueron también asesinadas. Morir en una fila para comprar alimentos…
¿Qué amenaza podían representar estas personas para el ejército ruso?
Es impensable para cualquier persona de bien que se ataquen objetivos civiles.
¿Qué buscan al ocasionar una crisis humanitaria que en pocos días ya es de una gravedad inusitada?
Ya son más de 3.000.000 las personas que se han refugiado fuera de Ucrania, la mayoría mujeres, niños, ancianos y los enfermos que pudieron ser trasladados. Dentro del país se calcula que 6.000.000 de niños se vieron obligados a dejar sus hogares y convertirse en refugiados dentro de su propio territorio. Muchos de ellos solos, arrastrando el dolor de su familia desmembrada por la guerra.
¿Qué buscan al ocasionar semejante crisis humanitaria?
El caso del Hospital materno infantil de Mariúpol es un crimen de guerra y responde a una estrategia predeterminada: el uso del poder bélico de forma indiscriminada sobre una población civil, en este caso: mujeres, niños y personal sanitario.
No puede existir una ofensa mayor a la vida humana, se han pasado todos los límites éticos.
Una sociedad es civilizada en función del respeto y del cuidado que profese por los más débiles. La fortaleza humana se mide en el servicio al más vulnerable.
Aquí por el contrario, los más débiles son masacrados y no en un hecho accidental, producto de errores bélicos, sino como resultado de una acción premeditada, similar a la tomada por la incursión aérea rusa en contra del sufrido pueblo sirio, que padeció los ataques a sus hospitales mientras se negociaba una tregua de evacuación.
¿Qué se busca al generar este horror sin límite?
Se busca provocar en el continente europeo el desplazamiento de millones de personas y que ello ocasione una crisis humanitaria de tal magnitud que motive la suficiente presión -en este caso sobre el gobierno ucraniano- para claudicar a las exigencias del invasor.
Si esta estrategia fracasara, nos preguntamos: ¿hasta dónde estará dispuesto a llegar un régimen totalitario que desprecia la vida humana y que cuenta con un arsenal nuclear?
Mientras tanto, los niños y sus familias quedan atrapados en la crueldad de una guerra sin sentido.
En la Solemnidad de la Anunciación de la Virgen María y el Día del Niño por nacer, recordemos otra guerra silenciosa que se libra en el interior del seno materno. Allí también, en una situación de poder desigual, el más fuerte arrebata la vida del no nacido. Al igual que en la otra guerra hay muerte intencional, crueldad y destrucción. Eso sí, ahora en nuestro país esta injusticia es perfectamente legal.
Existe un factor común entre estas guerras y es que en toda guerra la vida humana no vale nada.
Pidamos a nuestra Santa Madre la Virgen María que proteja a todos sus hijos, especialmente a los niños, nacidos y por nacer y que interceda ante nuestro Señor, para que se termine la guerra. Todas las guerras.