19/03/2021
Mons. Reig: «ESPAÑA TRANSFORMADA EN UN ”CAMPO DE EXTERMINIO”. Ante la aprobación de la ley de la Eutanasia»
Tránsito de San José (c.1621). Jerónimo Rodríguez de Espinosa (Valladolid 1562 – Valencia c. 1639).
Parroquia de la Santa Cruz de Valencia
ESPAÑA TRANSFORMADA EN UN “CAMPO DE EXTERMINIO”Ante la aprobación de la ley de la Eutanasia
Con todo respeto y aprecio en el Señor a las personas, debo hacer algunas consideraciones respecto a ciertas leyes y hechos.
Le tenían ganas. La España, tradicionalmente católica y que expandió la fe allende los mares, era un enemigo a batir por sí misma y por su repercusión en los pueblos hermanos de Hispanoamérica, Filipinas, el mismo contexto europeo y la influencia en todo el mundo de nuestros misioneros, activos colaboradores con la transmisión de la fe.
Avanzada la llamada transición política, y con una Constitución española llena de ambigüedades, las fuerzas laicistas unidas a las fuerzas políticas partidarias de la relativización cultural, moral y religiosa de nuestro pueblo, han conseguido, – con la aprobación de leyes que permiten destruir la vida por nacer, tanto en el seno materno como en los laboratorios, y ahora con la aprobación de la Ley de la eutanasia, – convertir a España en un “campo de exterminio”.
El “tsunami” de leyes que desregulariza el patrimonio cultural y espiritual de España, enarbolando siempre la bandera de la “libertad”, comenzó con la ley del divorcio (1981), a la que siguieron la despenalización del aborto (1985), la ley sobre técnicas de reproducción asistida (1988), la ley que permite el así llamado matrimonio civil entre personas del mismo sexo (2005), la ley del divorcio “exprés” y el repudio (2005), la introducción de la asignatura “Educación para la ciudadanía” que hacía presente la “ideología de género” en la escuela (2006), la ley sobre técnicas de reproducción asistida (2006), la ley Aido sobre la interrupción del embarazo y la salud sexual y reproductiva (2010), la ley de investigación biomédica (2011), hasta llegar a las leyes autonómicas sobre “Identidad y expresión de género e Igualdad social y no discriminación” presentes en varias comunidades autónomas de la nación española.
Además de otras propuestas leyes permisivas anunciadas por distintos ministerios, la puntilla final a la libertad de conciencia y a la dignidad de toda vida humana, la han puesto la nueva ley de educación (2020) y la ley de la eutanasia (2021). Con ello las fuerzas globalistas, los lobbies financieros, sus terminales eutanásicas y el laicismo militante pueden darse por vencedores ante un pueblo anestesiado por los medios de comunicación, la fuerte ingeniería social desarrollada con la perversión del lenguaje, un Tribunal constitucional atrapado por el positivismo jurídico y que deja en desamparo lo que naturalmente constituye lo “específicamente humano”: la dignidad y el carácter sagrado de la vida, la diferenciación varón -mujer como riqueza de patrimonio de la humanidad, el bien del matrimonio abierto a la vida y la función social de la familia como pilares que sostienen una sociedad estable y con un horizonte de fraternidad. Con esta ley se consuma el proceso de transformación de la “ley natural” y de los llamados “derechos humanos”, en derechos subjetivos, según los propios deseos de cada uno. Ya no quedan los bienes indisponibles. Lo que viene después son las leyes que propicien el “transhumanismo”.
Hay que repetirlo una vez más. No existe el derecho a la muerte. La eutanasia acaba con todos los derechos. La vida humana es siempre un don que nos precede y que merece ser cuidado personal, familiar y socialmente desde la perspectiva del bien común hasta la muerte natural. Es el don más alto de la creación. De manera particular le corresponde al Estado garantizar este cuidado y protección. No hacerlo lo convierte en un Estado que no cumple su misión y queda ilegitimado en el ejercicio de este poder. Ahora los médicos y el personal sanitario adquieren una nueva responsabilidad de resistencia ante el mal. Las clínicas, los hospitales y los hogares no pueden convertirse en lugares donde no se respete con seguridad y cuidado la vida humana. Rezo por ellos.
No contentos con estas leyes, los nuevos amos han provocado desde las instancias del poder un debilitamiento moral de nuestro pueblo, especialmente entre los niños, adolescentes y jóvenes con una educación sexual al margen del amor y de la capacidad de autogobierno para el bien personal y la relación con las demás personas. Muchos de ellos están atrapados por la pornografía, las adicciones de toda clase y se les ha inoculado un concepto negativo de la libertad. Esta se propone simplemente como autonomía radical del individuo sin otro horizonte que el placer y la utilidad, sin referencia a los bienes indisponibles de la persona que se cultivan por la virtud. Se trata de la destrucción de la libertad en nombre de una libertad sin más contenido que ella misma. Una libertad perversa fuente de numerosos sufrimientos humanos: la destrucción de la vida humana, rupturas familiares, abandono de los niños, desorientación en el sentido de la vida e incluso aumento de la soledad, enfermedades psíquicas y suicidios.
El camino es conocido: manipular el lenguaje, debilitar a la familia como educadora de sus hijos, cambiar las costumbres con ingeniería social y crear una nueva opinión de masas propiciada por la invasión masiva de los medios de comunicación social que han conseguido atravesar el alma y la mente de muchos españoles.
Para todo ello era necesario un punto de partida perseguido desde el principio: favorecer la secularización de la sociedad española para prescindir de Dios y de la tradición católica que sustenta una antropología adecuada que responde a los bienes y a los fines de la persona humana, la familia, la religión y la sociedad. Sin Dios, sin la humanidad de Jesucristo, el hombre va a la deriva y pierde su fundamento estable y un horizonte de eternidad. Por eso prescindir de la tradición católica y debilitar la cultura y las leyes que la puedan sustentar, propicia un multiculturalismo de corte nihilista que acaba siendo un despropósito que deja sin defensas a nuestra sociedad española.
Lo he dicho en varias ocasiones. Esta es la hora en la que vuelven los “bárbaros” que, embriagados de poder, no saben sostener la casa común, el hogar familiar que ha significado y significa España.
Son tiempos en los que la Iglesia católica no puede mirar hacia otra parte. Son los tiempos de una “nueva evangelización” como nos piden los últimos Pontífices. Lo que está en juego es el bien de las personas y el bien de nuestro pueblo. Es necesario movilizar las conciencias de los católicos y de los hombres de buena voluntad para lograr una gran estrategia a favor de la vida humana. Lo que está enfrente, como decía San Juan Pablo II, es una auténtica “estructura de pecado … una conjura contra la vida … una guerra de los poderosos contra los débiles” (Evangelium vitae, 12) Resulta una ironía amarga que en este tiempo de “pandemia”, en vez de cuidar exquisitamente de las necesidades sanitarias y laborales, desde el gobierno de la nación se produzca este asalto a la dignidad de la vida humana y se sea indiferente ante el sufrimiento de tantas personas que reclaman cuidado y protección.
Aunque lo desconozcan los no creyentes, España necesita a Cristo, en quien refulge el esplendor de la verdad de la persona. En estos momentos no podemos renunciar ni al libro de la Creación, Dios creador que ordena con su sabiduría todas las cosas y al mismo hombre, ni a la obra de la Redención expresada en la Cruz de Cristo donde todos hemos sido amados hasta el extremo. Sin ese amor y sin el perdón no podemos vivir. Así lo han testimoniado todos los Santos que pueblan con la Virgen María toda nuestra geografía española.
Como no puede ser de otra manera nuestra palabra como Iglesia pasa siempre por la reconciliación y el perdón. Esto se hace posible porque antes hemos sido perdonados por Dios y, en Cristo, ha sido vencido el pecado y la muerte. Estamos en Cuaresma y nos encaminamos a la Pascua: el triunfo de la resurrección y la Vida. Por eso estamos llamados a la esperanza. Todas las fuerzas del mal son insignificantes ante el poder y la misericordia de Dios: “Deus est semper maior”.
Concluyo invocando a San José, custodio de la Sagrada Familia, protector de la Iglesia y abogado de la buena muerte. Que, bajo su protección, España camine por caminos de justicia y de paz rumbo al cielo, nuestra patria definitiva.+ Juan Antonio Reig Pla
Obispo Complutense
Alcalá de Henares, a 19 de marzo de 2021
Solemnidad de San José, Esposo de la Bienaventurada Virgen María
Año de San José y de
Ntra. Sra. la Virgen de la Victoria de Lepanto
Año de la Familia
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24/03/2021
SOBRE LA NOTA DEL PARTIDO SOCIALISTA DE ALCALÁ DE HENARES
SOBRE LA NOTA DEL PARTIDO SOCIALISTA DE ALCALÁ DE HENARES
Ante la nota publicada el 23 de marzo de 2021 por el Partido Socialista de Alcalá de Henares, referente a las declaraciones del obispo de la diócesis, Juan Antonio Reig Pla, sobre la ley de la eutanasia, este Obispado quiere ofrecer las siguientes aclaraciones:
1. El Obispo de la diócesis se refiere a todas las personas con “respeto y aprecio” como indica en la introducción a su escrito sobre la ley de la eutanasia. Sus afirmaciones van referidas a las leyes y actuaciones que las promueven y que considera inadecuadas.
2. La referencia a España como “campo de exterminio” va circunscrita a los espacios donde se produce la muerte de inocentes (en el seno de la madre, en los laboratorios, en las llamadas “clínicas del aborto” y en los centros de salud ahora también con la eutanasia.
3. Respetar la Constitución Española no significa “sacralizarla”. Esta es una obra humana perfectible. ¿Qué contiene ambigüedades y permite desarrollos legales no deseables? Como muestra un botón. El Artículo 15 de la Constitución Española reza así: “Todos tienen derecho a la vida”. Sin embargo, esto ha significado la aprobación de la ley del aborto que destruye la vida humana inocente, la destrucción de embriones humanos, su manipulación y, ahora, la decisión de matar a adultos en fase enferma o terminal. ¿Es esto respetar la vida humana y protegerla?
4. ¿Para qué vivimos juntos en sociedad? Para protegernos, cuidarnos y desarrollar al máximo el bien común que afecta a la totalidad de cada persona y a todas las personas. Al Estado, evidentemente, le corresponde el cuidado y protección de las personas a través de los centros de la salud. Ejercer lo contrario desvirtúa el acto médico (curar, cuidar, asistir, etc.) e implica desertar de manera ilegítima de su misión protectora.
5. Cuando se utiliza la expresión “nuevos bárbaros embriagados de poder” lo que se pretende es indicar en lenguaje figurado la realidad de quienes, no respetando los bienes indisponibles de la humanidad (el derecho a la vida, el no ser sometido a la esclavitud o a la tortura, etc.) promueven la destrucción de los bienes fundamentales de la persona humana. No podemos olvidar que el Concilio Vaticano II, calificó los atentados contra la vida y, especialmente el aborto, de crimen abominable (Concilio Vat. II, Gadium et spes, 27 y 51).
6. Son muchos los años que el Obispo de la Diócesis soporta con paciencia acusaciones infundadas que no pueden encontrar fundamento en ninguno de sus escritos, homilías, etc.: “que es homófobo”; “que sueña en ver a todos los gais en el infierno”; “que no respeta a las mujeres”; “que cuando celebra a los mártires es un acto franquista”, etc. Son falsedades repetidas hasta la saciedad sin ninguna base. Es más, aprovechándose de estas mentiras, sin contrastar con el interesado, se produjo un acta de reprobación en el Ayuntamiento de Alcalá de Henares. El Obispo no manda a nadie al infierno. Es más nos confía a todos a la misericordia de Dios. Si utiliza la palabra “infierno” es porque este es el lenguaje de quienes describen situaciones de destrucción en algunos ambientes. Quien escucha a estas personas, sabe de primera mano los sufrimientos ocultos y la hipocresía que existe en estas cuestiones.
7. Resulta increíble que quienes conocen al Obispo, persona amable y colaboradora con todas las iniciativas de Alcalá de Henares, puedan tener una mirada tan ideológica sobre su persona y su ministerio episcopal.
8. Como dice el Obispo de la Diócesis en este escrito, la palabra de la Iglesia pasa siempre por la reconciliación y el perdón. Nos encaminamos hacia la Pascua de Resurrección que significa el triunfo de la vida sobre la muerte. Ojalá juntos, sin rechazar a nadie, podamos lograr hacer de Alcalá de Henares el “pueblo de la vida”. Que los Santos Niños Justo y Pastor intercedan por nosotros.
24 de marzo de 2021
Obispado de Alcalá de Henares