Hemos tenido conocimiento de un caso de eutanasia de detalles aterradores. En Holanda, que desde 2002 tiene legalizada esta práctica, la fiscalía ha llevado a juicio a una médico por presuntamente haber sedado primero, y administrado después, la inyección letal a una enferma de Alzheimer de 74 años. La paciente había manifestado su deseo de ser eutanasiada antes de perder totalmente sus facultades mentales, pero quiso oponerse al despertar de la sedación y comprobar que su familia la estaba sujetando para acabar con su vida.
Al hablar de eutanasia, suicidio asistido, cuidados paliativos, derecho a morir dignamente, etc aludimos a un derecho humano anterior a cualquier decisión: el derecho a la vida y a una muerte digna. ¿Qué limite tiene ese derecho? Es necesario considerar la libre voluntad del paciente y su situación clínica, pero no suficiente: por ejemplo, solo la mitad de los enfermos que necesitan cuidados paliativos, pueden acceder a ellos porque tienen un elevado coste.
Los médicos reconocen que pacientes que inicialmente optaban por la eutanasia, tras recibir cuidados integrales adecuados, cambiaron de opinión agradecidos por haber vivido dignamente hasta su muerte natural. La respuesta legal que demos a esta sensible cuestión estará en función de la idea que tengamos del hombre. En un mundo deshumanizado, la medida del hombre sólo es su utilidad, lo que cuesta atenderle y lo que produce, no lo que ES. Esa es la cuestión.
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