IRRACIONALIDAD DE LA TEORÍA DE LA EVOLUCIÓN ATEA
Comenzamos con unos párrafos de un libro que trasluce esa sabiduría escondida que no es la sabiduría de este mundo:
“Hermanos míos: “Por sus obras se elogia al artista” (Eclo 9, 17). Una obra cualquiera, incluso aquélla que carece de valor artístico, no se hace a sí misma, necesita un artífice, un ser inteligente que la realice, que la construya. El valor de la obra reside en la maestría y en la fama de su artífice. Una obra perfecta, como es el hombre, nunca puede ser un producto derivado de un ser inferior, que no tiene inteligencia para pensar, ni voluntad para decidir.”
“Por tanto, para escribir sobre el origen del hombre no puedo remitirme a teorías evolutivas no probadas y en las que no creo, que implican a seres antropoides o monos antropomorfos hasta llegar al ser humano; sino que he de referirme, como a la verdadera y única causa del hombre, a Dios, “Creador del cielo y de la tierra” (Jdt 13, 18)”
[Páginas 358-359 de “La Verdad, espada que divide”, vol. I, por “Consuelo]
Comentemos brevemente: De algo inanimado no surge algo vivo. De algo sin inteligencia no nace un ser inteligente. De lo que es nada absoluta no nace nada. De lo que es nada en una cualidad, de lo que es nada relativa, no nace un ser con esa cualidad de que carece su padre.
Por tanto, si el hombre es un ser vivo e inteligente, su causa ha de tener vida e inteligencia.
El gran filósofo Aristóteles decía que hablando “en absoluto” el acto (el ser efectivo en presente) es anterior, precede, a la potencia (el ser que puede o no existir en el futuro): Así pues, si nace un ser vivo e inteligente que antes no existía, es preciso que previamente exista en presente un ser vivo e inteligente, que sería su causa, y remontándonos al origen, si nace el primer hombre vivo e inteligente es porque existe Dios (causa incausada) que es vivo e inteligente.
Por tanto, hacer provenir al hombre de animales sin inteligencia es absurdo e irracional: nadie da lo que no tiene.
Más aún: para afirmar que el hombre tiene su origen en el mono, es preciso atribuir al mono una omnipotencia (crear inteligencia donde no la había) que los creyentes sólo atribuimos a Dios creador: Es decir, hay que conferir los atributos de Dios a un animal: un pecado de idolatría, aunque venga aliñado con determinado lenguaje seudo-científico. Es construir un ídolo, por no creer y adorar al único Dios, con nuestra mente y corazón.
Algunos evolucionistas se manifiestan no ateos, sino creyentes: Por tanto, aunque afirman que provenimos del mono, ven en la propia evolución la mano de Dios, es decir afirman que, en último término, la causa, el origen, del hombre es Dios.
Hay, con todo, que observar que algunos de estos creyentes evolucionistas conciben un concepto de Dios muy falso:
Se inclinan por un remedo de Dios que se confunde con el panteísmo (todo es Dios, la Naturaleza y el propio hombre). Y si el propio hombre corrupto fuera dios, no existiría el pecado (Dios no puede pecar) y este dios sería un ser abominable, autor de todos los crímenes espantosos que asolan a la humanidad. No se trataría, pues, del verdadero Dios, sino de un ídolo a semejanza del hombre corrupto.
Por otra parte se trataría de un dios que se iría haciendo cada vez más perfecto a través de la evolución, de modo que no sería el Ser Perfecto que está en el origen de los seres creados, sino un ser que necesitaría él mismo perfeccionarse, es decir no sería Dios ni daría razón del origen del resto de criaturas.
También hay que destacar que algunos de estos evolucionistas panteístas sostienen que el espíritu del hombre procedería de la evolución de la materia, con lo que caen en el error irracional de afirmar que lo superior procede de lo inferior, que la materia daría lo que no tiene. Y por supuesto, se apartan del magisterio de la Iglesia, que dejando libertad para plantear uno u otro origen del cuerpo humano, afirma que el alma del hombre procede directamente de Dios.
También, claro está, hay creyentes en el verdadero Dios que sostienen teorías evolucionistas. Aunque éstos pueden reflexionar que si tenemos que aceptar que el alma humana es creada directamente por Dios y siendo el alma superior al cuerpo, más “sencillo” es para Dios crear directamente el cuerpo de los primeros hombres que el alma. Y si tenemos que recurrir a Dios creador para lo mayor (el alma) poco habrá que esforzarse para extender su acción creadora directa para lo menor (el cuerpo).
No resulta menos comprensible pensar que Dios – siempre inteligencia y poder infinitos – hizo a todos y cada uno de los animales ya perfectos y acabados y así mismo al hombre ya perfecto, inteligente y conocedor del bien y del mal, que la alternativa de que Dios “se hubiera visto obligado” a crear por fases evolutivas.
Además para un creyente católico la explicación evolucionista deja puntos envueltos en la oscuridad: Según la doctrina católica (Catecismo, 374-379) la primera pareja humana (Adán y Eva) gozaba de un estado de perfección y poseía los llamados dones preternaturales que, aparte de su estado de inocencia, los elevaban incomparablemente sobre el ser humano actual. Ahora bien, según las tesis evolucionistas los primeros hombre y mujer serían mucho menos perfectos que nosotros, apenas un casi-animal.
Por otro lado, la doctrina católica no admite el poligenismo, sino que afirma que todos los hombres proceden de una única primera pareja (en efecto, la trasmisión del pecado original por generación a todos los hombres, exige que todos vengamos de Adán y Eva). Pero el evolucionismo, de por sí, concebiría múltiples primeras parejas de homínidos que luego llegarían a ser hombres.
Para otro artículo dejamos el comentario de la afirmación que se hace en los párrafos introductorios de que la tesis evolucionista no está probada. Avancemos que existen otras explicaciones al hallazgo de esqueletos de seres aparentemente intermedios entre mono y hombre. En particular, se puede afirmar que los rasgos más brutales de estos restos de “hombres-monos”, se deberían a que eran parte de una humanidad que habría degenerado en parte, alejándose del primer hombre más perfecto y de la que se afirmaría en la Biblia que fueron aniquilados por el Diluvio:
“También al principio, mientras los soberbios gigantes perecían, se refugió en una barquichuela la esperanza del mundo…” (Noé embarcado en su arca mantiene la supervivencia de la humanidad) [libro de la Sabiduría, 14, 6]
[Véase también Gen 6, 4 y Eclo 16,7. Además en algunos escritos de una mística del siglo pasado (XX) se habla claramente de estas cuestiones].
Javier Garralda Alonso
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*** Este artículo ha sido escrito originalmente para la página web de la FIAMC. Su autor tiene un prodigioso “sensus fidei”. Es interesante aunque parte de su contenido se puede discutir.
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