Es notorio que en referencias a temas puntuales como lo es el del aborto, se comiencen a oír en todo el mundo “voces al unísono y otras voces en canon” que generen atención y despierten el interés. Pareciera ser esta una estrategia para marcar presencia, o al menos constituir una sutil herramienta utilizada para comunicar. Es evidente que este fenómeno no es casual cuando se lo impone de este modo, ya que instalar un tema profundamente sensible a cualquier ser humano genera siempre polémica e impulsa a muchos a provocar el desencuentro.
Todo esto se viene observando ya en algunos países de América Latina, y hoy una vez más, le ha tocado el turno a la Argentina, en donde el tema será presentado a nivel parlamentario.
Los médicos, que ejercemos una tarea del cuidado y protección de la salud, encontramos en la práctica del aborto una contrariedad científica ya que se desconocen totalmente los principios biológicos que se encuentran presentes, y por otro lado, advertimos acerca de la disparidad de valores éticos que quedan manifiestos en este acto.
En nuestra profesión no se justifican aquellas discusiones que se apartan de las verdades científicas, más aún cuando en la actualidad contamos con un gran desarrollo tecnológico que nos acerca de forma temprana y cada vez con mayor precisión al nivel molecular y genético.
Pero es justamente en este punto en donde se deja a un costado ciertas evidencias científicas y valores humanos para permitir que el relativismo se exprese y justificar así, acciones cuya ideología no resiste análisis alguno.
Más allá de nuestro compromiso con la fe católica, el tema del aborto es comprendido a nivel universal y sin prejuicios cuando se analiza desprovisto de cualquier condición religiosa, porque su raíz tiene que ver con la vida misma y el valor supremo que ésta representa.
Frente a la profunda seriedad y a las múltiples aristas que el tema presenta, los profesionales de la salud debemos estar muy atentos a que su tratamiento se realice con el respeto y la seriedad que le son propios, bajo el rigor científico y en el marco del diálogo certero y respetuoso, tal como lo hacemos cuando ejercemos la medicina, poniendo en cada acto terapéutico la ciencia y la conciencia con el fin de dar lo mejor para cada paciente, en su situación individual o particular, defendiendo el valor sagrado de la vida.
En la FAMCLAM, como en tantas otras organizaciones públicas o privadas, sentimos la inquietud de brindar la atención necesaria y el asesoramiento profesional a los legisladores que por su vocación y responsabilidad social les compete, llevando adelante estas cuestiones, a fin de poder informarlos y esclarecer situaciones que pueden confundir a la población, y a la vez evitar deformar los destinos de una sociedad madura y confiable.
Dr. Fabián Romano
Presidente FAMCLAM