Cuando tengo sentada a mi lado a una mujercita con sus muy pocos años ya gastados por la intemperie, o miro a los ojos de esa mujer grande, agotada, cuando escucho sus historias, las verdaderas, esas que no son dichas a los “clientes” ni a los diarios, inevitablemente resuena en mí aquella frase de San Pablo: “…no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo.”*

Es a partir de este punto que quiero encarar el tema.

El cuerpo es nuestra condición de posibilidad en esta tierra, somos seres encarnados y es desde esta realidad que debemos entendernos y realizar nuestras posibilidades.

Es en esto que nos reconocemos como imagen y semejanza del Creador y por ello fundados en dignidad.

Este concepto de la dignidad humana es la divisoria de aguas, la piedra de toque que define y limita porque antes que nada y sobre todo somos dignos, somos a imagen y semejanza.

Esto fue tomado en un documento internacional de Derechos Humanos  dictado por Naciones Unidas en 1949, el “Convenio contra la trata de personas y la explotación de la prostitución ajena”, en cuyo Preámbulo expresamente dice:

“Considerando que la prostitución y el mal que la acompaña, la trata de personas para fines de prostitución, son incompatibles con la dignidad y el valor de la persona humana y ponen en peligro el bienestar del individuo, de la familia y de la comunidad”

La dignidad es un principio universal, es parte de nuestra identidad humana y centro de los Derechos Humanos y como tal no puede ser modificado, alterado. Todos y todas la poseemos en totalidad no dependiendo de ninguna circunstancia. No es una cosa, no es un objeto, algo que podemos sacarnos, aumentar o disminuir, tampoco podemos renunciar a ella. Esta dignidad también nos obliga con nosotros mismos y con los otros porque ellos son mis iguales en dignidad, son mis pares, son mi prójimo. Nos obliga a no hacer al otro lo que no queremos que nos hagan a nosotros, a respetarlos evitando toda conducta que desconozca o pretenda anular esa dignidad y en esto está implicado el cuerpo como cara externa de la persona.

Cuando no soy tratada como una persona, cuando soy vista como un objeto, una mercadería o como una finalidad diferente a la que mi vida implica, estoy siendo rebajada, humillada, desconocida en mi ser imagen y semejanza,

Cuando alguien pretende desconocer en mí este valor atenta contra mi integridad y me daña, muchas veces de manera irreparable.

Se dice que la prostitución es el intercambio de sexo por dinero, o que es un contrato, o sexo pago, lo que es falso. La sexualidad, parte de nuestra encarnación, no es un objeto que puede ser materia de comercialización como tampoco lo es mi cuerpo porque, vuelven las palabras de Pablo: porque es santuario. Si lo fuere volveríamos a la esclavitud, estaríamos poniendo precio a la vida humana.

Cuando los varones  pagan a las mujeres, a las niñas, a otros hombres o niños,  no le están retribuyendo algo por el sexo, el dinero paga la posibilidad de usar los cuerpos de esas personas para la propia satisfacción.

Es un acto de dominio sin que nada medie entre los cuerpos de ambos, porque el objeto mismo, para una de las partes de la relación, para el varón mal llamado “cliente”, es el cuerpo mismo de la otra parte.

Las consecuencias de ser comprada y deshumanizada, sea en una acera o en un prostíbulo y ser considerada como un objeto son las mismas

En esto no hay consentimiento que valga. Recuerdo que en un reportaje de la televisión francesa una mujer en prostitución dijo: “Es la elección de vivir, no de prostituirse”.

Sí, lo que se elige es sobrevivir, es poder darse lo que la sociedad le niega. No se elige la prostitución, se elige vivir.

Cuando realmente se conoce qué es la prostitución se entiende por qué nunca puede ser una elección.  No hablo de las voces interesadas de quienes lucran con esta deshumanización, ni de los medios que la presentan con glamour y placer, sino de la que sucede en las calles, en los burdeles, en los hoteles cinco estrellas. Hablo de lo que el cuerpo de cada una de esas niñas, mujeres, niños y hombres soporta.

¿Cómo elegir tener 12, 13 años, la edad del entusiasmo, y ser abordada por 5, 10 o más hombres cada día?  Esto vale también para cuando se tienen 15, 20 o 40 años. ¿Cómo soportar ser despojada a cada momento, ya desde cuando soy mirada para ser elegida como la siguiente víctima, de mi humanidad? El dinero no paga, no compensa, es simple humillación.

Hablemos un poco del miedo. Este es el eterno compañero de la persona en prostitución, no diferencia si es callejera, en un prostíbulo o en un hotel, él siempre está presente. Cuando el prostituyente, el “cliente”, se acerca no sé qué pasará en más, quizá solamente se satisfaga en mí, pero hay otros, los que muerden, los que golpean, los que presionan el cuello, los que buscan la gota de sangre o la lágrima, los que vienen armados y no sé si usará el arma contra mí. En los hoteles cinco estrellas la situación no es diferente. El diputado, el juez, el industrial, el ceo de la gran empresa, saben que tienen el suficiente poder, saben que entre su palabra y la mía la decisión esta jugada, que los guardaespaldas que esperan junto a la puerta de la suite siempre lo van a defender a él y si es necesario, avanzarán contra mí.

¿cómo enfrentar el miedo, el asco, el abuso, los manoseos y eyaculaciones en el interior del cuerpo, sobre la cara, sobre la piel? ¿cómo soportar el dolor cuando deben dejarse prostituir aún cuando tienen el útero lesionado?

¿cómo sonreir, decir palabras seductoras, quitarse la ropa ante cualquiera y dejar hacer si previamente no se ha sometido el propio interior, acallado las voces que desde adentro señalan que quisiéramos salir corriendo, gritar hasta crear grietas en la tierra?

Tanta violencia, tanta saña contra las niñas, las mujeres que fueron llevadas a la prostitución.

¿sabén uds que lo primero que una compañera de la calle le enseña a la novata es a drogarse, a consumir marihuana?

Si no es alguna de ellas lo hará el tratante o el proxeneta.

La cannabis es el pasaporte a la insensibilidad, a la obnubilación de la mente, a la destrucción de la propia valoración y respeto.

No es lo buscado, aparece en el horizonte de las niñas y mujeres como una salvación, cómo lo único que les dará contención y las preservará de los dolores.

También tengamos presente que muchos prostituidores-“clientes” las obligan a consumir con ellos, claro, no quieren hundirse solos, o los proxenetas les exigen que vendan.

Y es al mismo tiempo la enorme y pesada cadena que las ata al proxeneta. Una vez drogadependiente el rufián usará la dosis como premio o castigo, como otra forma de extorsión y de sometimiento. Porque no debemos olvidar que toda droga produce dependencia, física o psíquica o ambas.

Esta es la cara oculta de las drogas, la marihuana es la vedette. Se nos vende el entretenimiento, que son inocuas, que la legalización solucionará todos los problemas. Lo mismo se dice de la prostitución, que es dinero fácil, que lo hacen porque quieren, que la reglamentación protegerá a las personas, no se nos dice que las leyes o decretos no anulan el daño, que la violencia es violencia no importa qué nombre le demos, que hablar de “trabajo sexual” no cambia lo que sucede en el cuarto del hotel, del burdel o en la calle.

En los últimos años se ha escondido o desdibujado el consumo de marihuana por las personas que sufren la prostitución, con la intencionalidad de invisibilizar ante la sociedad la gravedad del consumo y la relación directa que existe entre ambas.

La cannabis aparece primera en la línea de consumo por las víctimas para adormecer sus cuerpos torturados, sus mentes perdidas y sus corazones sufrientes.

El daño que el consumo constante de la misma produce en las niñas, niños, adolescentes y mujeres prostituidas es atroz. Tal es así que después del rescate, -en el mejor de los casos donde las víctimas pueden salir del infierno-., lleva bastante tiempo realizar una evaluación exaustiva que permita considerar la disminución de capacidades cognitivas,  emocionales, etc.

La prostitución y la marihuana van de la mano, las dos son parte de un mismo boleto al infierno que aprisiona cada día a miles de seres humanos indefensos ante tanta deshumanización y oscuridad.

Está en nosotros no permitir la naturalización de esta esclavitud y el compromiso de denunciar este crimen de lesa humanidad.

Vuelven las palabras de Pablo de Tarso que como pregunta nos cuestiona:

¿no sabes que tu cuerpo es santuario del Espíritu Santo?

*1 Corintios 6,19 “¡O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis? “

**término introducido por la médica francesa Judith Trinquart

Gracias

Un sincero y emotivo agradecimiento al Especialista Alberto Ilieff.

Cordialmente, Alicia Peressutti

http://www.fiamc.org/agenda/jornada-fiamc-cannabis-a-barcelona/

http://www.fiamc.org/bioethics/la-marihuana-disminuye-el-coeficiente-intelectual/