Presentación del Prof.Dr. Bernard Ars, Presidente de la F.I.A.M.C., a la consagración de médicos católicos al Sagrado Corazón de Jesús, proclamado en Roma el 21 de junio de 2019.
La consagración al Sagrado Corazón de Jesús de los católicos que ejercen la medicina es un medio y una llamada para crecer en vida interior, para que nuestra profesión médica tome sus raíces en la profundidad del ser y que construya así, en el silencio y la serenidad del corazón, los cimientos de la Vida.
La interioridad cristiana consiste en una delicada y permanente atención a la voz de Dios que habla a nuestro corazón y a nuestra conciencia, por inspiraciones y llamadas al Bien, a la Verdad y a lo Bello. Ella se revela en una alegre y permanente disposición para responder a esta voz, como
María: “Hágase en mí según tu palabra”.
Solo nuestro Dios se ha encarnado en la tierra, en Jesús, Dios verdadero y Hombre verdadero, para enseñarnos “El Camino, la Verdad y la Vida”. Resucitado, vencedor del Mal, nos muestra el camino para la Esperanza, fundada en “lo que nos está reservado en el cielo” (Col.1, 5) y en su presencia real, en todo momento, en la Eucaristía. Vivir en la presencia real de Jesús nos fortalece en la elección del servicio justo del hombre, frente a las ofertas fascinantes de las tecno-ciencias. Esta presencia ilumina nuestra conciencia en su discernimiento y la hace capaz de oponerse a los reclamos del mal. Ella nos inspira en el acompañamiento, lleno de atención y compasión, de la persona humana en precariedad vital y social
En el proceso de la consagración, existe el compromiso de ponerse bajo la influencia del Sagrado Corazón de Jesús, a la vez símbolo de Su Corazón físico, unido a su divinidad; y la Caridad de Cristo que se extiende sobre los hombres desde la Eucaristía. Este enfoque responde al mensaje dirigido a Santa Margarita María de Alacoque, por nuestro Señor Jesucristo, el 16 de junio de 1675, día del Corpus Christi, en Paray le Monial (Francia): “Aquí está el Corazón que tanto amó a los hombres, no se ahorró nada, hasta consumirse para mostrarles su amor y no recibe más que frialdad y desprecio “.
Para nosotros, médicos católicos, consagrarnos al Sagrado Corazón de Jesús, es conectarnos a la fuente del Amor infinito de Dios por nosotros. Es reavivar la “llama” de la dedicación, de la búsqueda de la verdad para encontrar nuevas formas de curar, sanar y aliviar. Es reavivar el fuego de la caridad, de la atención y la compasión, hacia nuestros pacientes, a través de gestos que elevan más bien que rebajan, que sirven a la vida en lugar de pretender dominarla.
Esta consagración nos pone en conexión con la fuente del Amor ardiente de Dios. Este Amor nos permite romper las barreras del anonimato y de la indiferencia para comunicar la ternura del afecto divino a los discapacitados, a los enfermos, a los traumatizados, a quienes están abandonados y debilitados por la vida. Podremos así construir una ética de la fraternidad, centrada en la apertura a los demás y especialmente a aquellos que necesitan ayuda médica eficaz, una mirada compasiva, una escucha atenta y un gesto de ternura.
Consagrarnos al Sagrado Corazón de Jesús es también hacernos entrar en el tiempo de una relación profunda con Dios. Cuando amamos, ya no sentimos el tiempo. Este toma otra dimensión. No lo vemos pasar. Ya no cuenta.
El mundo médico está enfermo de un tiempo cronometrado, sometido a la norma exclusiva delrendimiento. La práctica clínica está atrapada en un torbellino de tareas administrativas y mensajes ruidosos que no fomentan la reflexión, ni la búsqueda de sentido. La investigación se centraliza en el deseo de publicar, de forma rápida y abundante, a menudo a expensas del rigor y de la originalidad.
Que la renovación por la consagración permita a la investigación científica ampliar el espacio de la razón, para que conozca la grandeza de su misión, el significado último de su trabajo y los criterios morales que guíen su acción, señalando claramente lo qué dignidad intrínseca de la persona humana exige y lo que rechaza.
El mundo médico es un “laboratorio de la sociedad”. La medicina es un “laboratorio de la vida “, un” laboratorio “donde bajamos al corazón de la vida.
Escuchando al paciente, es la vida entera de la persona que aparece o brilla.
La práctica clínica puede ser una ventana al corazón del ser humano, porque a menudo es en la fragilidad cuando las máscaras caen para dejar al descubierto, la verdad, el corazón de la mujer y del hombre
La consagración al Corazón de Jesús querría dar al mundo de los médicos, un impulso nuevo para considerar a la persona en su unidad y en su profundidad, para descubrir en ella el rostro de Cristo, El que se ha unido con todos los hombres, especialmente a los que sufren.
Así es como los médicos pueden contribuir a cambiar el mundo, convirtiéndolo hacia Aquel que le da significado, El que es nuestra Esperanza. Ir al Corazón es abandonar la superficialidad para entrar en las profundidades del sentido. Al hacerlo, se da todo un impulso, una esperanza que se transmite, una alegría que se devuelve a los enfermos, a los discapacitados y a los pobres.
Los médicos pueden transformar el mundo. Al darse a sus pacientes, les hacen descubrir el significado y el valor de su sufrimiento cuando se une al de Cristo, para contribuir a la Salvación del mundo. Los enfermos entran en el corazón de sus vidas tocando el Corazón del que da la vida y salva a la creación entera.
La consagración de los médicos católicos al Sagrado Corazón de Jesús los convierte en instrumentosde la salvación operada por Cristo, revelan a sus pacientes el mismo camino del Corazón, por el cual ellos también pueden convertirse en actores de la transformación y conversión del mundo, para construir una civilización del Amor.