Un niño brasileño, Luca Baptista, de 5 años sufrió, a raíz de una caída desde 6,5 metros de alto, una grave lesión cerebral en marzo de 2013: “traumatismo craneal y pérdida de tejido cerebral del lóbulo izquierdo”. Luca llegó al hospital en coma muy grave, declaró su padre. En el hospital sufrió dos paradas cardiacas y fue operado de urgencia con pocas probabilidades de sobrevivir. Los médicos manifestaron que si sobrevivía quedaría con graves deficiencias cognitivas o incluso en estado vegetativo.

Su familia era muy devota de las apariciones de Fátima (1917) y decidieron pedir su curación a los niños que vieron a la Virgen, Jacinta y Francisco, pidiendo sumarse a su oración a unas religiosas carmelitas vecinas.

Pocos días después el pequeño Luca experimentó una recuperación total, sin que le quedara ninguna de las secuelas que temían los médicos.

Y el niño Luca, 4 años después (2017), con su salud plenamente recobrada, estuvo presente en Fátima (Portugal) cuando el Papa Francisco declaró santos a Francisco y Jacinta. En la misa llevó las ofrendas y recibió el abrazo del Papa. No hay explicación médica para su completa curación.

Hablemos ahora brevemente de las apariciones de la Virgen en Fátima (Portugal) que presenciaron estos dos niños canonizados y una niña un poco mayor — Lucía – que sobrevivió, como religiosa, hasta el año 2005, en tanto que los otros dos niños murieron muy jóvenes con 10 años: Muchos son los milagros sucedidos en Fátima. De entre ellos destacaremos dos que constituyen una prueba de la veracidad de dichas apariciones.

El primero es de índole interior, que es quizá más valiosa que la exterior: Era por aquel tiempo Administrador o alcalde de Vila Nova de Ourém, a cuyo distrito pertenece Fátima, un hombre ferozmente anticlerical, que estaba convencido de que los sucesos de ´Fátima eran una artimaña inventada por los curas católicos para embaucar a la gente. Este hombre, como veremos desalmado, detuvo a los tres niños videntes y les quería forzar a que revelaran el secreto que les había confiado la Virgen. Y ante la negativa de los niños los encerró en un calabozo y les amenazó con freírles con aceite hirviendo en una gran sartén, a menos que revelaran el secreto. Francisco decía: “Si nos matasen, como dicen, dentro de poco estaremos en el Cielo. ¡Qué alegría! ¡Morir…no importa nada!”

Hicieron pasar a Jacinta, de 8 años, y al cabo de un rato se abre la puerta y les dicen: “la primera ya ha muerto. Ahora tú”. Le tocó a Francisco que tampoco reveló el secreto y luego a Lucía, que pensaba que los dos anteriores ya habían muerto, pero permaneció callada. Y luego se reencontraron los tres niños ya que el cruel administrador no cumplió sus amenazas. (Cfr. págs. 51-54 de “Las Maravillas de Fátima” de Luis Gonzaga da Fonseca, S. I., 1948) 

Los niños, de 7, 9 y 10 años fueron en su interior con valentía al martirio que se consumó sicológica, moral o espiritualmente. Y que unos niños arrostren heroicamente tal prueba atestigua una impensable fortaleza espiritual; es un milagro interior que muestra una realidad sobrenatural.

El segundo milagro es exterior. Y es, como había preanunciado dos veces la Virgen, el llamado milagro del sol, que sucedió el 13 de octubre de 1917 ante unas 70.000 personas (que también contemplaron a varios kilómetros personas alejadas de la multitud). En un momento dado de la aparición, Lucía dice a la gente: “mirad al sol”. La lluvia cesa inmediatamente y aparece el disco solar que se puede mirar como si fuera la luna, sin deslumbrar, que gira sobre sí mismo como una rueda de fuego, lanzando fajas de luz amarilla, verde, roja, azul, violeta (…) La muchedumbre contempla estática, sin respirar. (…) De repente, todos tienen la sensación de que el sol se destaca del firmamento y que se precipita sobre ellos (…) ¡Milagro!, ¡Milagro! dicen éstos, ¡Creo en Dios! exclaman aquéllos, ¡Ave María! rezan otros, ¡Dios mío misericordia! gritan los más, y cayendo de rodillas en el barro, rezan el acto de contrición. (Cfr. Obra citada,  págs. 80-81).

El fenómeno dura más de diez minutos y lo ven creyentes e incrédulos. El periódico laicista “O Seculo” publicará el día 15 de octubre de 1917 en primera página el siguiente titular. “Como o sol bailou ao meio dia em Fátima” (“Como el sol danzó al mediodía en Fátima”): El milagro del sol es una prueba exterior de la veracidad de las apariciones.

Apuntemos de modo muy breve cuál es el mensaje de estas apariciones de la Virgen: “Esta guerra pronto terminará. Pero si no cesan de ofender al Señor vendrá otra peor” (13 julio 1917) (estaba en curso la 1ª guerra mundial): Llamada a la conversión. “No ofendáis más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido” (La Virgen, 13 octubre 1917) Comentando estas palabras, la Hermana Lucía, vidente sobreviviente que murió en 2005, en su testamento espiritual: “Llamadas del mensaje de Fátima”, (Hna. Lucía, 2001, págs. 179 y siguientes) nos dice que para no ofender a Dios hemos de cumplir los mandamientos. Ya que, véase la luminosa “Veritatis Splendor” de Juan Pablo II, es imposible amar a Dios sin cumplir los Diez Mandamientos.

Javier Garralda Alonso