MADRID, 12 Feb. 16 / 04:16 am ( ACI).- Birthe Lejeune es la viuda de uno de los genetistas más importantes de la historia: Jerome Lejeune, descubridor en 1958 de la trisomía 21, la causa del Síndrome de Down. En Barcelona (España) para la presentación de la Fundación Jerome Lejeune narró a ACI Prensa la importante labor de defensa de la vida que llevó a cabo su esposo y cómo esa labor generó que el mundo le diera la espalda por alzar su voz contra el aborto.
Su postura a favor de la vida desde la concepción hizo que su candidatura al premio Nobel de Medicina en 1970 no saliera adelante, a pesar de la enorme importancia de su descubrimiento.
Birthe Lejeune explica que el descubrimiento de su esposo lo hizo muy feliz, ya que había investigado durante muchos años para lograrlo, pero sufrió una enorme decepción cuando vio que los gobiernos utilizaban la detección del Síndrome de Down para abortar a estos niños, y no para contribuir en el tratamiento de esta discapacidad.
“En la primera ley del aborto en Francia, el único caso que en el que se aceptaba el aborto era si existía la trisomía 21. Finalmente esta ley no salió adelante, pero sí salieron otras en las que se utilizó el Síndrome de Down para legitimar la muerte de estos niños”, precisa.
Por eso su esposo dedicó el resto de su vida a la investigación de este síndrome y de otras enfermedades mentales. En definitiva, trabajó muy duro para intentar devolverles la dignidad a estos pequeños.
“Mi esposo siempre intentó ayudar a las madres embarazadas de niños con síndrome de Down. Simplemente le diría: Es tu hijo”, explica a ACI Prensa.
De hecho, recuerda como un padre reconoció ante el científico que durante años se había avergonzado de su hija que tenía trisomía 21, pero algo cambió su visión.
“Este señor le dijo a Jerome que por mucho tiempo no había aceptado la enfermedad de su hija, no la quería. Pero tras la muerte de su esposa, él había sido consciente del grandísimo amor que esta niña regalaba a todos, también a él todos los días. ‘Ahora ella es toda mi vida, no sé qué haría sin mi hija’, decía el padre”.
Según precisa la señora Lejeune, “la grandísima mayoría de los padres de niños con síndrome de Down aman enormemente a sus hijos”.
“Tras oponerse a la ley del aborto, de repente hubo un apagón: dejó de recibir donaciones y ayudas económicas para su investigación. No podía escribir en los medios de comunicación y no lo invitaban a las televisiones ni tampoco a congresos internacionales en los que durante años había sido el ponente principal”, prosigue.
Ante esta difícil situación, el experto genetista no tomó este rechazo como algo personal aunque muchos de los que le dieron la espalda por su defensa de la vida eran amigos cercanos.
“En más de una ocasión en congresos sobre genética advirtieron que si invitaban a Lejeune los boicotearían”, precisa.
Birthe Lejeune relata a ACI Prensa que “Jerome solía decir que era una reacción humana y me animaba a hacer como que no sabíamos que habían sido algunos amigos quienes le habían vuelto la espalda. Él decía: ‘No creo que vayan contra mi, sino que no tienen el valor de defenderme’”.
A pesar del grandísimo sufrimiento que le provocó el rechazo de la comunidad científica, el profesor Lejeune siempre afirmó: “no estoy en contra de nadie, de ninguna persona, pero sí en contra de algunas de las ideas de esas personas”.
Cuando estuvo solo, desde el Vaticano llegó un gran reconocimiento a su trabajo. El Papa San Juan Pablo II lo nombró miembro de la Pontificia Academia para la Vida Vaticano y posteriormente se forjó una gran amistad con el Papa polaco.
Durante la Jornada Mundial de la Juventud en París en 1997, Karol Wojtyla quiso visitar la tumba de su amigo el profesor Lejeune.
“A pesar de que le aconsejaron que no lo hiciera, San Juan Pablo II quiso ir hasta el cementerio y rezar en la tumba de mi esposo. Ellos eran buenos amigos. Nos invitó a la familia más cercana a que estuviéramos allí”, recuerda la esposa agradecida y orgullosa.
Jerome Lejeune falleció en 1994 y en junio de 2007 se inició su causa de beatificación.
El proceso diocesano se cerró en abril de 2012 en la Catedral de Notre Dame de París y ahora se espera un milagro obrado por su intercesión.
Actualmente su legado en la investigación continúa en Francia, Estados Unidos y España a través de la Fundación Jerome Lejeune.
Más información: http://www.fondationlejeune.org
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