Dr. José María Simón Castellví
Presidente de la FIAMC
Los médicos católicos debemos mucho a Joseph Ratzinger, tanto cuando era Prefecto de la Fe como cuando ha ejercido como Vicario de Cristo. Su Fe es fuerte como la roca y su manera de actuar es siempre amable. Hemos aprendido de él que la Fe es razonable. Ello no anula el misterio que siempre se percibe en las cosas de Dios. Sin embargo, la Fe, que al final no deja de ser un don de Dios, es explicable. Los dogmas son transmisibles y pueden pasar por el cedazo de la razón. Los milagros refuerzan la Fe y se ven como la suspensión de las leyes naturales por acción de un Ser superior. Acción que también es una prueba se su poder y de su “caritas”.
Benedicto siempre ha recibido con atención a los médicos católicos y nos ha dedicado estupendas homilías. Lo recuerdo en el reciente Sínodo de los Obispos para la Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe. Se le veía frágil pero lúcido. Probablemente ya había tomado la decisión de su “resignatio”.
Cuando la FIAMC publicó su primer documento sobre la Humanae vitae, le envié un ejemplar en alemán. En una audiencia me dijo que lo recordaba bien; en otra que se trataba de un tema importante; y en una tercera, nos dio las gracias por tratar un tema tan importante para padres, madres y niños.
Vaya, en estas cortas líneas, el tributo de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas a un ser humano excepcional y a un Papa que pasará a la historia como obediente a Dios, humilde, sincero y sabio.
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