PADRE  NUESTRO, ¿POR QUÉ NOS   DEJAS?

Nada más anunciar Benedicto XVI su renuncia al papado, por razones de edad y de salud, se agolparon en mi garganta, con dolor, aquellos versos de Fray Luís de León, el día de la Ascensión: ¿“Y dejas pastor santo/ tu grey en este valle hondo, oscuro/ con soledad y llanto/ y Tú, rompiendo el puro/ aire, te vas al inmortal seguro”?.

Por tu edad avanzada, dijeron que ibas a ser un papa de transición; por tu defensa de la doctrina de la fe, te calificaron de inquisidor; por suceder a Juan Pablo II, dijeron que no llegarías a ser ni su sombra. Pero, pocos años después, en la evaluación que sucede a tu renuncia, nadie duda que eres un gran intelectual que da luz y calor, y que seguiremos llamándote “Santidad” porque en tus ojos inocentes de niño está interiorizado Jesús. Y es tal la nostalgia que ha generado tu partida, que deseamos que sigas a nuestro lado como “Padre“.

Has combatido con energía el relativismo, donde cada uno quiere enseñar, juzgar y vivir según “su verdad”, en una reedición de incomunicación babélica que pregona el derrumbe de las certezas paternas que transmitían la Verdad de Dios (“Yo soy el camino, la verdad y la vida”, dijo Jesús); has denunciado el laicismo, llamando a la evangelización de los que han desertado y que constituyen hoy, incluida la vieja Europa, la nueva “tierra de misión”; has recordado las tentaciones del demonio a Jesús, desautorizando la politización de la gestión eclesial y a los falsos profetas de la revolución.

Pero, todo eso, con ser una ingente tarea conseguida, es poco, comparado con tu entrega amorosa de Padre. A menudo, hoy, se cuestiona la “autoridad” paterna, tachándola de “potestad” subyugadora. Pero, desde tu profunda teología agustiniana, has proclamado que Dios es amor (“Deus caritas est”).

Echaremos en falta tu brillante docencia, tu carácter dialogante, tu testimonio de fe, y muchas otras cosas, pero permitidme Santo Padre que os diga que tenemos un hondo sentimiento de orfandad ante el Padre que nos deja. Para nosotros, Benedicto XVI siempre será el pastor inteligente y afectuoso, el guía en la fe, pero sobre todo, el Padre.

Benedicto XVI, “Santo Padre”  no nos dejes: “Los antes bien hadados/ los ahora tristes y afligidos/ a tus pechos criados/ de ti desposeídos/ ¿a do convertirán ya sus sentidos?”, nos vuelve a recordar Fray Luís de León.

Prof. Dr. Ángel Aguirre

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